Los militares norteamericanos intentan desde hace mucho tiempo convencer a los dirigentes políticos de que la salida del poder de Bashar al Assad podría sumergir a Siria en el caos.
Según el periodista norteamericano, Seymour Hersh, los militares norteamericanos intentan desde hace mucho tiempo convencer a los dirigentes políticos de que la salida del poder de Bashar al Assad podría sumergir a Siria en el caos y provocar la llegada al poder de los extremistas.
Otro mensaje que intentan hacer llegar a los dirigentes es la idea de que Rusia y China son aliados de Washington en la lucha contra el terrorismo y no sus adversarios.
El periodista expuso estas posiciones en su artículo publicado en el London Review of Books.
“En estos últimos años, la firme convicción de Barack Obama de que Assad debe abandonar su puesto y que en Siria hay grupos “moderados” que son capaces de infligirle una derrota ha motivado la aparición de una oposición bastante evidente, y ni siquiera disimulada: la de la mayoría de altos responsables de la Junta de Jefes del Estado Mayor Conjunto”, dijo Seymour Hersh.
Según él, “el teniente general Michael Flynn, jefe de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA) entre 2012 y 2014, confirmó que su servicio había dirigido muchas advertencias secretas a dirigentes civiles con respecto a las graves consecuencias que tendría la salida del poder de Assad”.
“Él dijo que los yihadistas controlaban la oposición y que Turquía no realizaba esfuerzos para cortar el flujo de combatientes extranjeros y armas a través de su frontera”, señala el autor del artículo.
Obama no quiere ver la verdad
Según él, la DIA comprendía la estrategia a largo plazo del EI, pero “los informes de la agencia encontraron una fuerte oposición en el seno de la Administración Obama”.
“Yo tenía la impresión de que ellos no querían entender la verdad”, dijo Michael Flynn.
El autor citó igualmente el punto de vista de un ex consejero de la Junta de Jefes de Estado Mayor, que declaró que “muestra política de armar a la oposición a Bashar al Assad ha fracasado y ha producido consecuencias negativas”.
Según él, “la Junta estaba convencida del error que sería el reemplazar a Assad por fundamentalistas, pero la política de la Administración era diferente: ellos querían reemplazar a Assad a cualquier coste”.
“Sin embargo, la oposición estaba dominada por los extremistas. ¿Quién iba a reemplazarlo? Es fácil de decir que Assad debe partir, pero esto significa que cualquiera que él sería mejor. Este enfoque es un problema”, dijo el interlocutor de Seymour Hersh, que añadió que la Junta de Jefes de Estado Mayor creía que tal política de la Administración Obama no tenía ninguna posibilidad de éxito.
Armas estadounidenses para el EI y el Frente al Nusra
En ese momento la CIA entregaba desde hacía un año armas a los grupos armados en Siria a través de Turquía. Estas armas procedían de depósitos situados en Libia. Esta operación fue iniciada poco después del asesinato del líder libio Muammar el Gadafi, señaló Hersh.
Las armas fueron entregadas a todo grupo que luchaba contra el Ejército de Assad, incluyendo el Frente al Nusra y el EI.
“Los rebeldes llamados “moderados” se evaporaron y el Ejército Sirio Libre era un grupo minoritario estacionado en una base aérea de Turquía”, reveló el antiguo consejero de la Junta de Jefes de Estado Mayor bajo la cobertura del anonimato al periodista, añadiendo que las estimaciones de los militares estadounidenses eran realistas: la oposición moderada a Al Assad era un mito y EEUU estaba armando en realidad a los terroristas más extremistas.
Envío de informaciones a Assad de forma indirecta
En estas circunstancias los militares estadounidenses comprendieron que era necesario desafiar directamente la política de Obama, que estaba condenada al fracaso. El jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor decidió entonces oponerse a los extremistas sin utilizar “los canales políticos”.
A fin de combatir al enemigo común, el Frente al Nusra y el EI, los servicios de inteligencia estadounidenses suministraron informaciones a Siria a través de partes terceras, principalmente Rusia y Alemania.
“Estaba claro que Assad tenía necesidad de una mejor información táctica y de orden operativo”, reveló el consejero anónimo a Hersh. “Obama no sabía lo que hacían los jefes militares. Él no está al corriente de todo lo que hace la Junta de Jefes de Estado Mayor, lo que ha ocurrido también con todos los otros presidentes”, señala Hersh.
El consejero precisó que no hubo un contacto directo entre los militares estadounidenses y sirios.
“Era un tema de militar a militar, no una especie de complot siniestro de los generales para puentear a Obama y apoyar a Assad”, señaló. “Si Assad continúa en el poder es porque tiene la suficiente inteligencia para utilizar la información y los consejos operativos que le hemos proporcionado nosotros y otros”.
Los servicios de inteligencia sirios saben perfectamente lo que sucede. La Embajada de EEUU en Damasco gastó millones de dólares durante un período prolongado para financiar a los disidentes que buscaban desestabilizar el país. Este trabajo de zapa tuvo lugar en un momento en el que el presidente Bashar al Assad intentaba establecer relaciones amistosas con Washington.
La injerencia de Arabia, Qatar y Turquía
Hersh estima que el éxito de los militares norteamericanos en lo que se refiere al suministro de datos de inteligencia a Damasco y al debilitamiento de los terroristas al entregarles material militar obsoleto proveniente de depósitos turcos a través de los itinerarios de la CIA, se vio comprometido por las acciones de Arabia Saudí, Qatar y Turquía. Estos países proporcionaron a los extremistas armamento moderno, lo que les dio ventaja contra el Ejército gubernamental sirio y les permitió conseguir importantes avances en 2013.
Tras haber apoyado al Frente al Nusra durante años, el gobierno turco “hace ahora lo mismo con el EI” a fin de perturbar el equilibrio en Oriente Medio, según el consejero de la Junta de Jefes de Estado Mayor.
El gobierno turco se niega a detener el flujo de yihadistas extranjeros que pasan a través de Turquía porque el presidente Erdogan “busca la restauración del Imperio Otomano y no se detiene ante ningún límite en esta empresa”.