Honduras es uno de los países con una mayor inmigración histórica de árabes dentro del contexto latinoamericano.
Honduras es uno de los países con una mayor inmigración histórica de árabes dentro del contexto latinoamericano. La inmigración árabe hacia Honduras se inició a finales del s. XIX y continuó en las primeras décadas del XX. El grueso de dicha inmigración era palestina. Muchos de estos inmigrantes venían de zonas del Imperio Otomano y tenían entonces pasaporte turco por lo que fueron conocidos con el nombre de “los turcos” por la población indígena.
Se cree que en Honduras hay en la actualidad de 150.000 a 200.000 descendientes de aquellos árabes, la segunda mayor concentración en el continente americano, donde sólo Chile tiene una colonia mayor que Honduras. La mayoría de esta población era católica, cristiana ortodoxa y, en menor medida, musulmana.
Por origen, cabe señalar que la mayor parte de los inmigrantes árabes eran palestinos (un 90%) y, de ellos, un 80% procedía de tres localidades: Belén, Beit Yala y Beit Sahur. Otro grupo importante fueron los sirios y libaneses. En menor medida hubo también una inmigración de egipcios, jordanos y argelinos.
Según algunos relatos, muchos palestinos que tenían pensado dirigirse a EEUU sufrieron equívocos debido a que el término árabe con el que ellos conocían a este país “Amrika” (América) era empleado indistintamente para referirse al país y al continente. Esto hizo que algunos se dirigieran por error a otros países del continente americano.
A principios del s. XX se crearon las compañías bananeras en el este de Honduras. Por aquel tiempo en toda Centroamérica se aprobaron leyes para incentivar la inmigracion. Estas normas contemplaban la entrega de tierras a los recién llegados, a los que se otorgaba exenciones de impuestos. Muchos arabes y palestinos llegaron al país para establecerse aprovechando dicha coyuntura.
Como resultado inmediato aumentó la población de trabajadores e inmigrantes en la costa atlántica que, al final, sobresaturaron la región como plaza de trabajo. Otros buscaban oportunidades de trabajo de las minas de el Rosario y Milla 3 en San Juancito. Tegucigalpa, por ser capital del país y por estar cerca de la zona comercial de San Juancito, se convirtió también en un lugar de destino preferente para estos inmigrantes.
Los archivos hondureños registran la presencia del primer inmigrante árabe hacia el año 1893. Fue entonces cuando Constantino O. Nini se estableció en La Ceiba, que contaba con sólo con 15 años de edad. Él fue el primer vendedor ambulante de mercadería en las calles de la ciudad. Él logró reunir una respetable fortuna aprovechando los bajos precios de los productos provenientes del contrabando. Nini organizó varias fábricas en La Ceiba, siendo la última de escobas.
Nini es también una personalidad destacada, ya que ayudó a otros inmigrantes árabes para que fueran organizando sus propios negocios y empresas y con las ganancias creó un fondo común que posteriormente iría ayudando a otros inmigrantes que llegaban a Honduras. También promovió la creación de la Asociación Árabe Ceibeña con idéntico fin. Así pues, muchas empresas hondureñas de la actualidad tienen su raíz en este fondo de ayuda económica.
Influencia política y económica
Con el ascenso a la presidencia del General Tiburcio Carías en 1933, se percibe por primera vez una vinculación entre los grupos de poder político del país y los inmigrantes árabes. El apoyo de los hondureños de origen árabe a Carías llevó, sin embargo, a represalias contra dicha comunidad por parte de los enemigos políticos de aquel.
A partir de 1949, con el gobierno de Juan Manuel Gálvez, se impulsa la modernización económica, política y social del país. Con ello, los árabes y palestinos, así como sus descendientes, empiezan su consolidación económica, ya que, a la par del desarrollo capitalista que experimenta el país, se transforman en influyentes empresarios, invirtiendo sus capitales acumulados varios años atrás en diversos sectores económicos del país. Cabe señalar aquí la existencia de destacados empresarios de origen árabe en el ramo del textil, como Juan Canahuati; el del calzado, como Roberto Nadal; y el de la producción de café, como Oscar Kafati. En los años ochenta se calculaba ya que el grupo de los árabe-hondureños controlaba una cuarta parte de las inversiones financieras del país.
Paralelamente, comenzaron a aparecer políticos de origen árabe. Así por ejemplo, uno de los ex presidentes del país, Carlos Flores Facusse, era palestino y su madre originaria de Belén. William Nadal llegó a ser vice-Presidente y Victoria Azufra presidenta del Banco Central y Juan Bendeck ministro sin cartera. Por lo menos una media docena de diputados al Congreso Nacional tenían ese mismo origen.
Dentro de los partidos políticos encontramos también descendientes de inmigrantes árabes, como es el caso de Esteban Nadal en el Partido Liberal o Elias Azufra en el Partido Nacional. Otro partido hondureño, el PINU, fue fundado por Miguel Andoni, un Arabe-Hondureño nativo de Balem.
Desarrollo cultural y social
En el plano cultural, las costumbres, modo de vida y en algunos casos hasta la dieta alimenticia de los inmigrantes árabes han pasado ha formar parte de la cultural hondureña actual. Ellos han intentado desde el principio conservar su cultura y promovieron clases de su idioma original para sus hijos. Las clases de árabe se han mantenido hasta la actualidad, como por ejemplo en el Colegio San Juan Bautista en la localidad de San Pedro Sula, donde una decena de niños reciben esta enseñanza de una profesora originaria de Belén, Bauzania de Bandi. El director de la escuela, Jorge Faraj, es también de origen palestino. Él señala que su escuela es la única escuela trilingüe de Centroamérica y en ella todos los alumnos aprenden a leer y escribir en español, árabe e inglés.
Muchos de los apellidos del país tienen un origen árabe. Entre ellos podemos destacar los siguientes: Abdalah, Abudoj, Abufele, Andonie, Asfura, Atala, Atuan, Azzad, Balahwy, Barjum, Bendeck, Canahuati, Facussé, Farach, Faraj, Giannini, Gianini, Haas, Haddad, Haddock, Handal, Hasbun, Hawit, Hazin, Hedman, Hilsaca, Jaar, Jaenz, Jalil, Kaffati, Kaffatty, Kafie, Kaffie, Kaman, Kattán, Kawas, Larach, Mahomar, Mubarak, Nasrala, Nasralla, Nasser, Rishmawi, Sahuri, Sikaffy, Yacamán, Yuja and Zablah.
Los miembros de la comunidad han sido activos en la fundación de entidades que los representen. En una fecha tan temprana como 1939 fue creada en Tegucigalpa la Sociedad Unión de la Juventud Árabe, que publicó un semanario y tener un programa de radio llamado “La Hora Árabe”. Asimismo, fue publicado un semanario llamado Rumbos, que se convirtió en el medio de comunicación por excelencia de esta minoría. Su objetivo era el de dar a conocer la cultura árabe en el país de acojida y dar una imagen fidedigna de la comunidad.
En 1968 ocho árabe-hondureños se juntaron y construyeron un centro en un terreno de seis acres en un suburbio de Tegucigalpa. Éste se convertiría más tarde en el Centro Social Árabe-Hondureño. Unas 1.600 familias son miembros del mismo.
La presencia de los árabe-hondureños se ha dejado notar también en el campo de los medios. El empresario Jorge Canahuati, por ejemplo, es una personalidad conocida en dicho mundo gracias a ser propietario de los diarios El Heraldo y La Prensa. También destaca el periodista deportivo Salvador Nasralla. En la música últimamente se ha destacado la cantante Ángela Bendeck.
Los inmigrantes palestinos han dejado además su impronta en el deporte. Así por ejemplo, ellos promovieron la práctica y organización de este deporte en la Costa Norte de Honduras. Una familia de origen palestino, los Giacomán, apoyaron económicamente a uno de los principales equipos de la San Pedro Sula, el España. La familia Kafati hizo lo propio con el Club Atlético Indio de Tegucigalpa, uno de los equipos con más prestigio en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo.