25-04-2024 02:35 PM Tiempo de Jerusalén

La Comunidad Árabe de México

La Comunidad &Aacuterabe de México

El tema de la inmigración árabe hacia México está poco estudiado.

El tema de la inmigración árabe hacia México está poco estudiado. Existe una escasez de obras sobre el tema, aunque sí se sabe que la mayoría de inmigrantes de origen árabe en México procedían de Líbano (principalmente cristianos maronitas) y de Siria. Hay que señalar también que los primeros archivos sobre la inmigración en México proceden de los años 1870-1930 y poseen graves deficiencias.

Sin embargo, sabemos que los primeros contactos entre la población de origen árabe y las tierras mexicanas se realizaron durante el período colonial (1521-1821). Algunos moriscos procedentes del entonces Virreinato de Nueva España y procedentes de la Península se asentaron en México en los s. XVI y XVII. Entre ellos destacan Manuel y Simon Díaz, descendientes de la familia toledana Aboab, enjuiciados por la Inquisición en 1.621 “por practicar la Ley de Mahoma”, es decir, del Profeta Muhammad (PB).

En el archivo municipal de Tampico se han encontrado datos bastante peculiares sobre la presencia de algunos beduinos que podrían ser árabes. En 1826 destaca la siguiente cita “El “turco Bambur se quejó de la aduana de Veracruz”, lo que podría reflejar la presencia de ciudadanos árabes en los primeros años de la independencia. En el padrón de comerciantes de la ciudad de Tampico se encuentra también el nombre de Santiago Saleme, al que se adjudica la nacionalidad italiana, aunque el apellido está relacionado con la comunidad árabe del puerto. En el padrón municipal aparecen otros apellidos de origen árabe como Darquí o Salam.

Durante la segunda intervención francesa (1863-1867), pelearon en México argelinos al servicio del Ejército francés de Napoleón III. Se supone que algunos desertaron y se quedaron a vivir en México. En 1878, llegó al país un sacerdote libanés, Butrus Rafful, que desarrolló una actividad misionera en el oeste del país. Otro emigrante del que se tiene constancia es Antonio Budib, que pasó a residir en Ciudad del Carmen.

Durante la época en que México estuvo gobernado por Porfirio Díaz (que subió al poder en 1878), México desarrolló su economía y esto atrajo mano de obra extranjera hacia el país. A pesar de la existencia de unas leyes racistas y discriminatorias en lo que se refiere a la inmigración, miles de inmigrantes procedentes de Asia entraron en el país entre 1880 y 1930. Se tienen registros de la llegada al país de varios centenares de “turcos”, grupo que incluye a los árabes que disponían en aquella época de un pasaporte del Imperio Otomano, al que pertenecía en aquel entonces una mayoría de países árabes. En 1900, según el Censo de Población, había unos 949 turcos viviendo en el país, la mayoría de ellos sirios y libaneses.

Sin embargo, se cree que la cifra tuvo que ser mayor, ya que algunos entraron en México de forma clandestina y otros castellanizaron sus nombres y apellidos al llegar al país.

Dicha cifra continuó, sin embargo, creciendo y en 1950 la cifra oficial era ya de 5.976. Ésta, sin embargo, es muy inferior a la recogida por Salim Abud y Julián Nasr, que en su Directorio Libanés de 1948 dan un total de 19.892 personas. De este total, 16.403 (82,46%) eran libaneses; 1.775 (8,92%) palestinos; 1.463 (7,35%) sirios y 191 (0,96%) iraquíes.

Caída de la inmigración

Existen factores que explican que México se volviera hacia mediados de los años treinta un país menos atractivo para la inmigración. En concreto dos leyes de 1936 y 1937 endurecieron los requisitos para la entrada legal, elevando hasta 100.000 pesos la cantidad de dinero necesaria para ingresar en el país. La Ley de Población de 1936 prohibió además a los extranjeros la práctica de profesiones liberales y la de 1937 prohibió igualmente a los mismos el ejercicio del comercio ambulante, que era una profesión bastante común entre los libaneses y sirios que residían en México.

Esto desvió en gran medida la inmigración árabe hacia países como Brasil y Chile, que tenían unas condiciones de entrada y económicas más ventajosas.

Los procesos de independencia de los países árabes también influyeron en la caída en el número de inmigrantes partir de los años cincuenta hasta alcanzar cifras muy bajas en nuestros días.

Sin embargo, con la crisis económica en Europa y EEUU y el ascenso económico de América Latina las cifras de inmigración árabe a México y otros países latinoamericanos podrían incrementarse en el futuro.

Contexto social

Cabe señalar que la mayoría de inmigrantes árabes procedían de zonas costeras de sus países, pero eran de extracción campesina y sufrieron las consecuencias de los cambios de producción ocurridos en sus zonas durante el s. XIX. La excepción a esto es la inmigración siria, que procedía de zonas urbanas, como Damasco y Alepo.

Aproximadamente un tercio de los inmigrantes eran mujeres. Cabe señalar que en esta primera generación de inmigrantes el 45,5% de los varones se casó con mujeres de su misma comunidad. Otro dato es la juventud de los inmigrantes. El 34,9% de ellos tenía menos de 20 años a su llegada a México.

En lo que se refiere a los lugares de instalación de inmigrantes cabe señalar una tendencia, en un primer momento, a la instalación en los estados del Golfo. Así por ejemplo, el Censo de 1895, que habla de la presencia de 38 árabes, señala que el 60,78% vivía en el estado de Yucatán, el 9,35% en Campeche y el 5,71% en Veracruz. En la capital federal, México DF, sólo vivía el 4,68%. Esta preferencia por los estados costeros se explica por la existencia en ellos de los puertos de entrada al país y de la industria del henequén, una fibra natural que se utilizaba a finales del s. XIX para diversos usos.

En los años veinte y treinta del s. XX la tendencia cambia y los estados del norte fueron desplazados por los del norte (Tamaulipas, Nuevo León Coahuila y Chihuahua). Eso fue producto del auge petrolero en el primero de estos estados y de la cercanía a EEUU a los mismos.

En los años cuarenta, la tendencia cambió una vez más y la capital federal se convirtió en el primer destino de los inmigrantes, concentrando al 38,89% de la población de origen árabe del país. Esta proporción creció hasta el 52,46% en los años cincuenta. Esta tendencia a establecerse en la capital ha continuado hasta hoy día debido a factores como el auge económico de la ciudad, producto de la concentración en ella de industrias y dependencias administrativas.

La primera generación de inmigrantes ejerció sobre todo el comercio ambulante con vistas a conseguir ingresos que les permitiera abrir una tienda o negocio; la segunda generación, nacida y educada en México, quiso ampliar el número de tiendas o fundar pequeñas empresas. Algunos miembros de la tercera, ya integrados en la sociedad mexicana, adquirieron estudios universitarios y otros fundaron grandes empresas y emporios comerciales.

Cabe señalar una semejanza en los comportamientos sociales y familiares de los inmigrantes árabes con respecto a la sociedad mexicana. Ambos daban gran importancia a la familia y las tradiciones.

En el aspecto culinario, los árabes introdujeron en la gastronomía mexicana algunos platos como el yogur, el kepe o el pan árabe, que se convirtieron en alimentos de gran demanda entre buena parte de la clase alta y media en el país.

Aspecto político y cultural

En el plano político, existen noticias de que varios inmigrantes árabes pelearon durante la Revolución Mexicana al lado de Emilio Zapata, destacando en este sentido, el general Félix Fayad, que está considerado como uno de los hombres de confianza de aquel. También hay que mencionar a Antonio Letayf, que fue uno de los consejeros del presidente Venustiano Carranza (1915-1919), al que se considera el principal impulsor de la actual Constitución Mexicana. Cabe mencionar también al diputado Negib Simón, al que se debe la construcción en la Plaza de Toros de la capital.

Otros políticos mexicanos de origen árabe fueron Emilio Chuayfett Chémor, que fue gobernador del Estado de México; el ex gobernador del Estado de Oaxaca, José Murat Casab; y el senador por Chiapas, Fawzi Hamdán.

Cabe señalar, como dato de interés, que la opinión pública mexicana ha tendido siempre a apoyar las posturas árabes en los conflictos de Oriente Medio. Durante la invasión estadounidense de Iraq en 2003, más del 80% de los mexicanos se expresaron en contra de la acción de EEUU y hubo grandes protestas en el país para condenarla.

En el aspecto cultural, hay que destacar, en un primer momento, la película “Jalil”, que cuenta las desdichas de un comerciante libanés en Ciudad de México y se ocupó por primera vez del tema de la inmigración árabe en el país. Este filme de 1946 ayudó a consolidar la imagen del inmigrante árabe como una persona honesta, trabajadora y orientada hacia la vida familiar. En aquella época se constituyó también el Club Libanés, asociación de carácter social y deportivo que ayudó a agrupar a la élite mexicana de origen árabe.

Llama la atención, sin embargo, el hecho de que no se crearan escuelas para el aprendizaje del idioma y la cultura árabe, lo que tiene su explicación en el hecho de que gran parte de los inmigrantes eran analfabetos en su lengua materna y su interés iba dirigido únicamente a ganarse la vida y a no preservar o transmitir su cultura.

Sin embargo, ha habido grandes personalidades mexicanas de origen árabe como José Sarukhán, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, y el escritor Carlos Martínez Assad, autor de “Memoria de Líbano”, que relata sus experiencias personales. Asimismo, cabe mencionar a Alberto Kalach, el arquitecto que diseñó la Biblioteca de México.

El Islam en la inmigración árabe

La inmigración musulmana fue minoritaria dentro del contexto árabe ya que la mayor parte de los inmigrantes árabes eran cristianos.

La comunidad musulmana estuvo compuesta principalmente por palestinos, muchos de los cuales llegaron a México a trabajar sólo durante unos cuantos años con el fin de reunir un cierto capital que les permitiera posteriormente repatriarse.

En esta situación, la comunidad musulmana no floreció, a excepción de una pequeña comunidad musulmana sunní de origen libanés que se asentó en la ciudad de Torreón, lugar donde fue levantada la primera mezquita de México. Las comunidades musulmana tendieron durante mucho tiempo a ser vistas con recelo en México, un país de fuerte implantación católica a través de su reciente historia. El hecho islámico se normalizaría, sin embargo, progresivamente a partir de las dos últimas décadas del s. XX.