El adolescente palestino Laiz al Jalidi, de 15 años, fue "asesinado a sangre fría", según denuncia su padre, Fadil.
Poco después del asesinato de un bebé palestino, quemado vivo por colonos israelíes, esta vez le ha tocado el turno al adolescente palestino Laiz al Jalidi, de 15 años, que fue "asesinado a sangre fría", según denuncia su padre, Fadil.
Laiz, un residente en el campo de refugiados de Yalazun, se encontraba este viernes en las proximidades del campamento militar de Atara, cerca de Ramalá, cuando un francotirador israelí le disparó una bala en la espalda causándole la muerte. Laiz estaba acompañado por cuatro amigos en el momento de ser asesinado.
"Quizás, él había ido a expresar su indignación por el asesinato del bebé Ali Dawabsha, pero cuando los soldados le dispararon desde la torre del punto de control, él no estaba arrojando piedras ni haciendo nada ofensivo", dijo Fadel.
Con el fin de tratar de justificar su crimen, Israel ha acusado a los jóvenes palestinos de lanzar piedras contra los soldados israelíes de ocupación.
Un portavoz militar anónimo afirmó que los soldados israelíes habían abierto fuego contra Laiz como respuesta a un "peligro inmediato". Estos comentarios fueron reproducidos por el New York Times, que calificó al adolescente de "asaltante que llevaba una bomba incendiaria".
Sin embargo, los resultados de las investigaciones en otros casos muestran que las afirmaciones rutinarias del ejército israelí son falsas. El pasado mes, imágenes de vídeo demostraron que un coronel israelí había abatido al adolescente palestino Muhammad al Kasbah disparándole en la espalda mientras huía, lo cual contradijo totalmente las alegaciones del ejército sionista, según las cuales sus soldados actuaron frente a un peligro inminente causado por estos jóvenes.
Otra secuencia de vídeo mostró como soldados israelíes abatían a sangre fría a dos jóvenes palestinos en Beituna en mayo de 2014.
Este año, el grupo israelí de defensa de los derechos humanos B´Tselem afirmó haber documentado "decenas de casos en la región de Ramalá, en Cisjordania, en los que varios palestinos resultaron heridos de diferente gravedad por balas disparadas por militares israelíes".
El grupo afirma que "el gran número de personas heridas y los tipos de las heridas demuestran que munición real fue utilizada contra los manifestantes, incluso aunque las fuerzas de seguridad no estaban en situación de peligro".