“Le entrenaron bien y recibimos mucha ayuda de EEUU”, dijo un antiguo oficial georgiano, que pidió no ser identificado, a MacClatchy.
En el verano de 2012, un grupo de 15 chechenos cruzaron la frontera de Turquía hacia Siria. Estos hombres serían uno de los núcleos que acabaron formando el EI. Uno de aquellos 15 chechenos sería con el tiempo la figura no árabe más importante de la jerarquía del EI, señaló el periódico McClatchy.
Abu Omar al Shishani, como es conocido, nació como Tarjan Batirashvili y fue un oficial de las fuerzas especiales de Georgia, que combatió contra las tropas rusas durante el conflicto de 2008 entre Georgia y Rusia, provocado por el ataque de la primera contra Osetia del Sur. Él se destacó con su unidad en el combate contra los rusos y recibió elogios de sus mandos.
Incluso antes de la guerra de 2008, él se había ganado ya una reputación por luchar contra los rusos. Su padre declaró a periodistas locales que el joven Batirashvili había participado en una serie de operaciones como combatiente en Chechenia antes de unirse al Ejército georgiano en 2006, a la edad de 20.
Batirashvili fue entrenado por las fuerzas de operaciones especiales norteamericanas en Georgia. Él vivió durante años en la Garganta del Pankisi, un pequeño enclave de chechenos étnicos dentro de Georgia. Desde este enclave, un gran número de chechenos penetraron en la república rusa de Chechenia y otras zonas del Cáucaso durante la Segunda Guerra Chechena (1.999-2.000) y los años siguientes para combatir a las fuerzas rusas.
Batirashvili juró lealtad al EI en 2013 y se ha convertido ahora en el jefe militar supremo del EI en el norte del Siria y Alepo. Él está al frente de varios miles de extremistas del Cáucaso que han acudido a Siria para unirse a la causa extremista. Él dirige ahora una red de terroristas procedentes no sólo de Chechenia y Daguestán, sino también de Afganistán, Tayikistán y Uzbekistán.
“Él ha legitimado al EI en el Cáucaso por medio de sus éxitos militares, incluyendo la toma de la Base Aérea de Menagh, que han sido ampliados por la propaganda del EI”, dijo Michael Cecire, un analista del Foreign Policy Research Institute de Filadelfia.
“La capacidad de Batirashvili atrajo a combatientes de otras facciones en Siria y contribuyó a aumentar el flujo de extranjeros”, dijo Cecire. “En el norte del Cáucaso, los jóvenes (extremistas) ya no querían luchar en el cada vez más marginado Emirato del Cáucaso, sino en el EI”.
Entrenamiento estadounidense
“Le entrenaron bien y recibimos mucha ayuda de EEUU”, dijo un antiguo oficial georgiano, que pidió no ser identificado, a MacClatchy. De hecho, la única razón por la que no fue a luchar a Iraq junto a los norteamericanos fue porque necesitamos sus habilidades aquí en Georgia”.
Cuando se unió a las fuerzas especiales georgianas, él fue escogido por los norteamericanos. “Todos fuimos entrenados por las fuerzas especiales estadounidenses y él fue su mejor alumno”. El hecho de haber luchado contra los rusos en las filas de los grupos armados extremistas no supuso ningún menoscabo para su posición o reputación.
Llega el wahabismo
El Islam en Chechenia y también en la Garganta de Pankisi ha sido siempre moderado, ligado al sufismo, la rama mística del Islam. Sin embargo, la llegada de fondos saudíes y la construcción de una segunda mezquita en la Garganta del Pankisi cambiaron la situación.
La nueva mezquita fue construida con una donación de Arabia Saudí y predicó “un tipo de Islam wahabí extraño para los musulmanes de la región”, en lugar del sufismo que había dominado la zona durante siglos.
“Ellos dijeron que era erróneo rezar en las tumbas de los santos, como nuestro pueblo había hecho durante siglos”. Esto llevó a que a mediados de la década de 2000 se hubiera producido una división en el seno de la comunidad. Los hombres jóvenes se vieron radicalizados por la nueva mezquita y esto llevó a tensiones con las fuerzas de seguridad georgianas.
“Todos ellos comenzaron a salir para Siria”, dijo un miembro de la comunidad musulmana local. “La cosas están ahora mejor porque todos los extremistas se han ido a Siria”. Según datos de la inteligencia georgiana, el número de residentes del Pankisi que se han ido a luchar a Siria es de 150 a 200.