El Ejército sirio y Hezbolá han tomado el control de la zona de Al Sarriya Al Raba´ah, en Quneitra, que había caído hace unos pocos días en manos de los grupos armados sirios.
El Ejército sirio y Hezbolá han tomado el control de la zona de Al Sarriya Al Raba´ah, en Quneitra, que había caído hace unos pocos días en manos de los grupos armados sirios.
La Brigada 90ª del Ejército sirio y combatientes de Hezbolá retomaron, tras dos días de encarnizados combates, esta área que había sido capturada por los terroristas sirios gracias al apoyo prestado a los mismos por el enemigo israelí.
El ataque israelí de esta semana contra la Brigada 90ª, realizado con el pretexto del lanzamiento de cohetes contra las tropas sionistas, tenía como objetivo el de proteger el avance de estos militantes en una región cercana a la frontera con la Palestina ocupada y que los israelíes consideran como un bastión de la resistencia libanesa.
Los militantes buscaban también avanzar desde Quneitra hacia la Guta Occidental e intentar conectar con los militantes rodeados en la Guta Oriental -en especial, con el pro-saudí “Ejército del Islam”, liderado por Zahran Allush-.
Sin embargo, la ofensiva quedó bloqueada el jueves cuando los terroristas fracasaron en sus intentos de tomar tres localidades estratégicas, incluyendo Harfa, en la provincia de Quneitra. Los soldados sirios y los combatientes de Hezbolá destruyeron varios vehículos del Frente al Nusra y otros grupos takfiris y bombardearon sus posiciones. Depósitos de armas de los terroristas fueron destruidos en las localidades de Yubata al Jashab y Tranyeh.
Las Fuerzas de Defensa Nacional, en especial miembros de la minoría drusa, muy numerosos en esta provincia, jugaron un papel importante en el rechazo de la ofensiva de los grupos militantes.
“Vigilamos el área día y noche. Ellos intentaron infiltrarse repetidamente. Nuestra única misión es rechazar a estos terroristas, que están vinculados directamente a Israel”, dijo un soldado sirio al canal Press TV.
Dentro de Harfa, que fue atacada por los militantes con morteros, la vida es normal. “Nunca abandonaremos nuestra localidad”, dijo un residente.