Moscú admitió el viernes que la Flota rusa del Mediterráneo puede unirse a los bombardeos contra la infraestructura estratégica de los grupos terroristas en Siria.
Tras los ataques del pasado 7 de octubre lanzados con misiles de crucero Kalibr desde el Mar Caspio, Moscú admitió el viernes que la Flota rusa del Mediterráneo puede unirse a los bombardeos contra la infraestructura estratégica de los grupos terroristas en Siria si el Alto Mando ruso decide hacerlo.
"Indudablemente", respondió el jefe de la Dirección General de Operaciones de las Fuerzas Armadas, general Andrei Kartapolov, al diario Konsomolskaya Pravda en una entrevista al ser interrogado sobre si Flota del Mediterráneo podría llevar a cabo posibles ataques con misiles, similares a los lanzados por barcos de la Flota del Caspio.
Kartapolov dijo que Rusia no excluye crear una sola base militar en Siria que integre el componente marítimo, aéreo y terrestre, al ser interrogado sobre la perspectiva de dos unidades de ese tipo, una para la Marina de Guerra en Tartus, y otra para la infantería en Latakia.
El general ruso dijo que la Flota rusa del Mediterráneo no está empleando su técnica antiaérea contra aviones de EEUU y otros países de su coalición, que desde hace un año realizan ataques aéreos en Siria sin respaldo legal.
El militar ruso indicó que la principal misión de la Flota mediterránea es la de garantizar la llegada de recursos logísticos a Siria y evitar que las líneas de suministros se vean afectadas. Esos barcos “aseguran también la defensa antiaérea de nuestra base" en Tartus, según expresó.
En cumplimiento de la solicitud de Siria, Rusia lleva a cabo misiones en Siria desde el 30 de septiembre último con unos 50 aviones bombarderos Su-34, Su-24 y Su-25, cazas Su-30 y helicópteros Mi-28 y Mi-24.