El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, parece estar buscando restaurar el Imperio Otomano, pero no ha aprendido de la historia.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, parece estar buscando restaurar el Imperio Otomano, pero no ha aprendido de la historia. De otro modo, él no seguiría provocando a Rusia, que obtuvo varias victorias sobre los otomanos en el pasado.

Al fomentar la guerra civil en Siria, Erdogan, no pudo predecir las consecuencias que ello tendría para Turquía. El conflicto en Oriente Medio está creciendo y complicándose y el número de enemigos de Ankara está creciendo, señaló el periodista Norman Stone en un artículo publicado en el diario británico The Guardian.

Erdogan ha estado fantaseando como si fuera un líder todopoderoso y apoyando al grupo Hermanos Musulmanes en Siria y otros países.

Resulta obvio que el grupo terrorista EI ha estado recibiendo ayuda de Turquía, dado que el principal objetivo de Erdogan es derrocar al presidente sirio, Bashar al Assad a cualquier coste, señala el autor.

“El aventurerismo de Erdogan supone una ruptura con la política exterior turca tradicional y entraña incluso un riesgo de que el país sea destruido”, indica The Guardian.

“Un complejo de inferioridad y una megalomanía están detrás de la política de Erdogan y esto le ha obligado a asumir más riesgos. Después de que Turquía derribara un bombardero ruso Su-24 sobre Siria, Ankara ha atraído hacia así la ira de Rusia”.

Erdogan quería hacer que Rusia respondiera al derribo del avión del mismo modo con el fin de presionar a EEUU para que estableciera una zona de exclusión aérea sobre esta área para servir a los propósitos de Erdogan en Siria.

Sin embargo, sus intentos han fracasado. Ahora, los países occidentales están dispuestos a olvidar a Assad y comenzar a cooperar con Rusia para derrotar a un enemigo mayor, el EI. De este modo, Turquía puede hallarse ahora aislada.

Uno no puede predecir cuál será el resultado del actual pulso entre Ankara y Moscú. Sin embargo, las consecuencias pueden hacer que los turcos sientan nostalgia del pasado, señala el autor.

“Si hay una lección que un dirigente turco debería aprender es ésta: no provoques a Rusia”, concluyó el periodista.