Turquía juega un papel muy peligroso en Siria y ha perdido su estatus de socio de confianza de sus aliados occidentales, señaló el analista de la Universidad de Sydney, Stuart Rollo...
Turquía juega un papel muy peligroso en Siria y ha perdido su estatus de socio de confianza de sus aliados occidentales, señaló el analista de la Universidad de Sydney, Stuart Rollo, en el periódico estadounidense Wall Street Journal.
“Reaccionando al incidente del Su-24, el bombardero ruso abatido por Turquía, el presidente ruso, Vladimir Putin, calificó al gobierno de Recep Tayyip Erdogan de “cómplice de los terroristas”. Esa acusación es también dirigida contra Turquía por parte de los occidentales, pero de manera más diplomática. Turquía deja pasar por su frontera hacia Europa un flujo de petróleo y reliquias históricas robadas en Siria por los terroristas del EI y de armas y dinero en sentido inverso”.
Rollo recordó que Turquía fue uno de los primeros países en interferirse en la crisis siria.
Al inicio del conflicto, Ankara hizo una fuerte apuesta por el derrocamiento del presidente sirio, Bashar al Assad, con el fin de obtener el estatus de potencia dominante en la región.
Sin embargo, la situación en Siria ha cambiado en contra de la estrategia de Erdogan. Por consiguiente, Turquía se ha convertido en un obstáculo para desactivar el conflicto, añadió el profesor en su artículo para el Wall Street Journal.
Por un lado, Ankara lleva a cabo una guerra contra los kurdos sirios que combaten a los terroristas del EI. Por otro lado, Turquía apoya a grupos terroristas como el EI y el Frente al Nusra. Su objetivo es lograr la llegada al poder en Siria de un gobierno sectario “sunní” que debería estar controlado por la rama local de los Hermanos Musulmanes. Este escenario daña los intereses de Rusia, Irán y algunos países occidentales.
Stuart Rollo añadió que este verano, el gobierno turco de Erdogan acordó con EEUU la utilización de dos bases del Ejército del Aire turco para que los aviones estadounidenses pudieran efectuar bombardeos aéreos contra las posiciones del EI. Al mismo tiempo, Ankara continuó utilizando dichas bases para atacar a las unidades kurdas en Iraq y Siria.
“El gobierno de Erdogan está más preocupado por la lucha contra los kurdos en Siria que contra el EI”, declaró Rollo.
Muchos responsables políticos, expertos y medios occidentales consideraban a Turquía como un garante de la estabilidad regional y el crecimiento económico, pero con el tiempo han comenzado a ver a Ankara como un apoyo al terrorismo internacional. Así por ejemplo, el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, abordó en uno de sus discursos públicos el problema de la frontera turco-siria afirmando que el principal problema para EEUU en la lucha contra el EI era la actividad de sus aliados.
Uno de los responsables de la Casa Blanca ha hablado también de una “amenaza internacional que emana de Siria y que pasa por Turquía”. Además, Turquía se ha convertido en un “aliado peligroso” para la OTAN al empujar a la alianza a un conflicto indeseado con Rusia.