El periódico libanés Al Akhbar señala que el Estado saudí no será ya capaz de mantener el nivel de vida de sus ciudadanos mediante las enormes subvenciones a los precios de consumo...
Las últimas “reformas” aprobadas en Arabia Saudí constituyen una seria amenaza al sistema socio-económico del país puesto que llevarán a una fuerte caída en el nivel de vida de los saudíes y a la reducción de la protección social concedida a los mismos. A esto hay que añadir la escalada de tensiones sociales y políticas y el enorme incremento de los gastos militares y de seguridad.
El periódico libanés Al Akhbar señala que el Estado saudí no será ya capaz de mantener el nivel de vida de sus ciudadanos mediante las enormes subvenciones a los precios de consumo, incluyendo el combustible, la creación de empleos en el sector público para saudíes, las exenciones de impuestos y la financiación de los diversos programas de ayuda social. Esto, unido a la caída de los precios del petróleo y al incremento de los gastos militares y de seguridad, empeorará el caos crónico que sufre el país bajo el gobierno de la familia real Al Saúd.
Responsables saudíes citados por Al Akhbar señalan que las reformas económicas mencionadas han sido alentadas por el Fondo Monetario Internacional con el fin de reducir el gasto público, especialmente el gasto social. Estas reformas contemplan también una reducción en los gastos en infraestructuras y el establecimiento de nuevos impuestos. El FMI no ha planteado ninguna objeción, sin embargo, al astronómico incremento a los gastos militares y de seguridad en el reino, que está implicado en varios conflictos por sí mismo o como testaferro de la OTAN.
Estas reformas son completamente contrarias a lo que había venido en llamarse como “contrato social”, que consistía en una fórmula no escrita por la que el régimen monárquico absolutista saudí compraba la lealtad de la población a cambio de un “soborno social”, que consistía en la distribución de las rentas del petróleo entre la población mediante la concesión de subvenciones a los bienes de consumo, como el combustible y alimentos, el mantenimiento de un gran número de empleos públicos, enormes programas sociales etc.
El gobierno saudí anunció el lunes la elevación de los precios de los principales bienes del consumo, y más concretamente de la gasolina y los combustibles, que subirán hasta en un 67%. Las autoridades también han prometido reducir el gasto en salarios públicos, sin explicar cómo llevarían a cabo este compromiso.
Para hacer las cosas peores, el régimen saudí continúa gastando enormes recursos en financiar la guerra de Yemen y el apoyo a los grupos terroristas en Siria. Algunos expertos cree que Arabia Saudí ha gastado en el conflicto de Yemen unos 5.300 millones de dólares hasta ahora, pero esta cifra no recoge los sobornos pagados a algunos países árabes para que apoyen la posición de Riad en el conflicto.
Arabia Saudí continúa además promoviendo y financiando el extremismo religioso con el fin de garantizar la existencia de una gran cantidad de reclutas que sirvan de carne de cañón en los conflictos de Siria y Yemen.
Esta política de promoción del extremismo, combinada con la difusión de la pobreza, la cada vez mayor diferencia entre ricos y pobres y la caída en los gastos sociales y en infraestructuras, como instalaciones deportivas o centros sociales para jóvenes, podría llevar a una extensión del extremismo yihadista entre los jóvenes saudíes.
Privatización y “saudización”
En los últimos años el régimen saudí ha tratado de llevar a cabo una privatización de empresas públicas y ha establecido la exigencia de que éstas incorporen a su plantilla a ciudadanos saudíes, favoreciendo también la salida de inmigrantes del reino. Al mismo tiempo, se han dado facilidades para las inversiones extranjeras en el país.
Sin embargo, estos esfuerzos no han proporcionado un resultado satisfactorio. El crecimiento del sector privado permanece fuertemente ligado al gasto público y a los contratos del gobierno, con lo que las reducciones en dicho gasto tienen consecuencias muy negativas para las finanzas de las compañías privadas. Además, el sector privado no ha absorbido a un gran número de demandantes de empleo saudíes, lo que ha llevado a que la mayoría de ciudadanos del reino todavía trabajen en las empresas del sector público. La caída de los precios del petróleo y del gasto público han evaporado también los esfuerzos iniciales para reducir la dependencia del crudo y diversificar la economía.
El rey Salman, bajo presión de sus aliados occidentales y el FMI para efectuar cambios, ha encargado a su hijo, el príncipe heredero y ministro de Defensa, Mohammed in Salman, la formación un alto comité para la economía con la prioridad de reducir el sector público de la economía y de promover el sector privado. El comité ha creado una oficina que tendrá la misión de recortar los presupuestos de los distintos departamentos estatales y establecer nuevos impuestos sobre el consumo, y especialmente el IVA.
El incremento del déficit y de la deuda
El régimen saudí se siente preocupado por el aumento del déficit público, que alcanzó ya los 89.400 millones de dólares en 2015. Los intereses de esta deuda incrementarán la carga sobre el presupuesto saudí y deberán ser financiados en forma de impuestos o mayores recortes en el gasto público y los programas sociales.
La deuda pública aumentó desde los 44.000 millones de riyales en 2015 a los 142.000 millones en 2015. En 2016, ella crecerá, según las previsiones, hasta los 468.000 millones de riyales. Las afirmaciones de las autoridades saudíes de que esta deuda es manejable a través de los préstamos internos y externos, y de que ella no afectará a la liquidez del estado y a la financiación de las actividades del sector privado no son realistas y no hay duda de que los intereses de tales préstamos vendrán a aumentarla.
A pesar de todos estos problemas, el país continúa apoyando la actual política petrolífera de mantener bajos los precios del crudo por motivos políticos -una guerra económica contra otros productores, como Rusia e Irán- y económicos -mantener su cuota de mercado y hacer frente a la producción al petróleo y gas de esquisto-.
Tras el anuncio de “reformas” económicas y presupuestarias el pasado lunes, las bolsas de Arabia Saudí sufrieron fuertes pérdidas, que se materializaron en una caída del 3% durante el primer cuarto de hora tras el inicio de la sesión. Las compañías petroquímicas fueron las más severamente afectadas. Las acciones de la compañía Saudi Basic Industries (SABIC), el mayor productor de petroquímicos, cayeron un 8,3%