En este último año desde que subió al trono, el monarca saudí Salman bin Abdul Aziz, no ha conseguido resultados positivos ni a nivel interno ni externo.
En este último año desde que subió al trono, el monarca saudí Salman bin Abdul Aziz, no ha conseguido resultados positivos ni a nivel interno ni externo, señala Nasser Shrouf, director de la sección árabe de la cadena alemana Deutsche Welle.
Él indica que el reinado de Salman, que comenzó el 25 de enero de 2015, tras el fallecimiento de su hermanastro Abdulá, iba a ser un período de transición antes de la transferencia del poder a una nueva generación de príncipes de la familia real, los descendientes del rey Saúd Abdul Aziz, el fundador del estado saudí.
Shrouf manifestó que nunca antes un rey en Arabia Saudí había tenido que hacer frente a tantos problemas, como dos guerras, una abierta y otra a través de terceros, contra Yemen y Siria, la amenaza del terrorismo interno creciendo día tras día, el aumento del descontento social y la fuerte caída en los ingresos petrolíferos. Esta situación puede dar lugar a revueltas internas en el reino wahabí.
Cuando el rey Salman se sentó en el trono, él anunció de forma optimista que incrementaría la seguridad y estabilidad en el reino, pero lo que ha sucedido es justo lo contrario. Desde hace diez meses, Arabia Saudí está empantanada en una difícil guerra en Yemen. El régimen saudí publica a menudo noticias de logros en su campaña, “pero la realidad parece la contraria”. La realidad es más miseria, más civiles muertos y una gran inestabilidad en la región. Las organizaciones pro-derechos humanos acusan al reino de terribles crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos, así como del uso de armas prohibidas internacionalmente”. En este sentido, la imagen de Arabia Saudí en el extranjero nunca había sido tan nefasta como es hoy, bajo el reinado de Salman.
En el tema de Siria, la estrategia de Arabia Saudí ha supuesto también un fracaso. A pesar de los miles de millones de dólares gastados en financiar y armar a diferentes grupos armados, ninguno de ellos ha logrado ningún éxito. Y el bloque opositor apoyado por Arabia Saudí hace frente a un rechazo no sólo entre la población y el gobierno de Siria sino también entre otros grupos opositores. Él ha sido asimismo acusado de estar próximo a los terroristas.
El autor considera que la lucha de Arabia contra Irán se ha saldado con una victoria de Teherán a nivel global. El régimen saudí ha hecho todo lo posible para mantener aislado a Irán internacionalmente, pero este país aparece hoy, especialmente tras el levantamiento de las sanciones internacionales, en una posición más fuerte que nunca antes. Teherán disfruta de una gran influencia Iraq, Siria, Líbano y Yemen, países donde Irán es considerado como un apoyo y un aliado, mientras que Arabia Saudí es vista como una promotora del terrorismo y un enemigo de la paz y estabilidad.
La economía en Irán está en vías de experimentar un fuerte crecimiento tras las eliminación de las sanciones, mientras que la de Arabia Saudí hace frente a serios problemas que pueden causar graves tensiones sociales internas. El pueblo saudí está a punto de perder grandes beneficios sociales de los que venía disfrutando gracias a la renta petrolífera. Esto llevará a un incremento del resentimiento y los conflictos sociales. Hasta ahora, el rey Salam ha sido incapaz de proporcionar respuestas satisfactorias a los desafíos económicos y sociales a los que hace frente el país.
En el terreno de los derechos humanos, la situación es catastrófica, señala el autor. Amnistía Internacional ha señalado que el período de Salman ha tenido “resultados alarmantes” y que la situación de los derechos humanos en ese país va desde lo malo a lo peor.
El pasado año, 157 personas fueron decapitadas y, recientemente, el régimen aprobó también la ejecución del líder shií Nimr al Nimr, lo que llevó a una ola de protestas internacionales. Y el muy conocido bloguero Raif Badawi ha sido encarcelado y condenado a recibir 1.000 latigazos.
Al rey Salman no le queda mucho tiempo para actuar y sacar al país de su situación miserable, indica Shrouf. El régimen necesita una reforma urgente para promover las libertades individuales de los ciudadanos y medidas drásticas para luchar contra la corrupción. En lo que se refiere a la política exterior, el rey debe encontrar una vía para salir del conflicto del Yemen tan pronto como sea posible y resetear sus relaciones con algunos países clave de la región, como Irán, Iraq y Siria. En otro caso, Arabia Saudí sufrirá un deterioro mucho mayor que en el primer año de reinado del actual monarca.