El portavoz del Ministerio de Defensa describió las acusaciones turcas como “propaganda” y dijo que los radares turcos no tienen la capacidad de determinar la identidad de un avión particular.
El pasado martes, Igor Morozov, un miembro del Comité de Asuntos Exteriores del Consejo de la Federación Rusa, señaló que Turquía no se atreverá a agravar las tensiones con Rusia derribando de nuevo aviones rusos. La agencia de noticias Sputnik citó a Morozov, que indicó que, aunque Ankara haya afirmado que un bombardero Su-34 ruso voló durante unos segundos en el espacio aéreo turco, no se atreverá a realizar ninguna acción de represalia.
Rusia desmintió el vuelo del aparato. El portavoz del Ministerio de Defensa, Igor Konashenkov, describió las acusaciones turcas como “propaganda” y dijo que los radares turcos no tienen la capacidad de determinar la identidad de un avión particular.
Hay varias razones que han llevado a Erdogan a no poner en práctica sus amenazas. En primer lugar, la OTAN habría advertido a Turquía que no quiere verse arrastrada a un conflicto con Rusia por la supuesta violación del espacio aéreo turco durante unos segundos, de cuya existencia, por cierto, Ankara no ha ofrecido ninguna prueba.
Por otro lado, el despliegue del sistema S-400 en la base aérea de Hamaimam, en Latakia, y el S-300 en barcos rusos situados frente a la costa de Siria han creado una zona de exclusión aérea para los aparatos turcos, que ya no se atreven a penetrar en el espacio aéreo sirio.
Los turcos temen que otra agresión contra un avión ruso provocaría una escalada de represalias militares, como el derribo de aviones turcos, que crearía una situación muy embarazosa para los dirigentes de Turquía. En este sentido, un ataque contra el Su-34, uno de los aparatos más nuevos y versátiles de la flota aérea rusa, habría sido muy diferente al incidente con el más veterano y peor armado Su-24, destinado sólo a bombardeos tácticos y no a combates aire-aire.
Rusia ha enviado también cazas Su-30 y Su-35S a Siria, que se hallan entre los más modernos y avanzados del mundo, por lo que una confrontación con tales aparatos sería desigual y podría causar graves pérdidas para Turquía.
Al mismo tiempo, Rusia ha impuesto estrictas sanciones económicas contra Turquía y ha suspendido todas las importaciones de ese país así como los viajes turísticos de cuatro millones de sus ciudadanos al mismo. También ha decretado visados de entrada a los ciudadanos turcos que deseen visitar Rusia. En este sentido, la industria turística turca ha sufrido un fuerte golpe dado que los visitantes rusos eran uno de los colectivos más importantes.
De este modo, las políticas temerarias de Erdogan están dañando la economía turca y han llevado a algunos de los que votaron previamente a su partido, el AKP, a cuestionarlas. En este sentido, una guerra con Rusia sería un suicidio político y militar para Erdogan y su círculo.
Todo esto ha atemperado las provocaciones de Erdogan, que se ha limitado, por el momento, a lanzar unas simples amenazas aun sabiendo que no las puede llevar a la práctica.