El apoyo que prestan las fuerzas aéreas rusas a los kurdos en Siria revela un nuevo punto de enfrentamiento con Turquía en Siria.
La situación en Siria se complica: el avance de las milicias kurdas no sólo empuja a Turquía a hundirse más en un conflicto susceptible de conducir a un choque con Rusia, sino que coloca en una situación de perdedor al principal aliado de Ankara: Washington.
El apoyo que prestan las fuerzas aéreas rusas a los kurdos en Siria revela un nuevo punto de enfrentamiento con Turquía en Siria, señala Joseph V. Micallef, analista del Huffington Post.
Según él, al apoyar a las tropas gubernamentales y a los kurdos sirios, Rusia ha cambiado el equilibrio de fuerzas en el campo de batalla de este país de Oriente Medio. Las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) avanzan a lo largo de la frontera sirio-turca, algo que irrita profundamente a Ankara, que teme que si los kurdos se apoderan de esta franja fronteriza puedan intentar unificar los territorios poblados por los kurdos en ambos países.
El objetivo prioritario de Turquía en la guerra siria es el de impedir la creación de un estado autónomo kurdo cerca de sus fronteras. El objetivo de derrocar al presidente Bashar al Assad y establecer un estado sectario vienen detrás, según el analista.
“La política exterior turca está en ruinas. Los intentos de Erdogan de convertir a Turquía en el centro del mundo sunní se han convertido en un fracaso”, señaló.
Para Ankara, la situación empeora cada día: Turquía se halla en conflicto con Rusia, lo que podría llevar a un enfrentamiento directo entre los dos países si Ankara optara por enviar tropas a Siria, añade el analista. Por otro lado, la ambigüedad de la política turca hacia el EI y otros grupos terroristas ha creado ciertas tensiones entre Turquía y sus aliados occidentales, incluyendo EEUU.
Las fuerzas especiales norteamericanas, desplegadas en Siria, están al corriente del apoyo que Ankara ofrece a los militantes del EI, señala Micallef. Durante un ataque, dichas fuerzas causaron la muerte del “ministro de Finanzas” del grupo terrorista, que coordinaba la extracción ilícita de petróleo en Siria e Iraq. Dicho en otras palabras, ellas poseen pruebas que atestiguan que los servicios de inteligencia turcos están al corriente del tráfico de crudo hacia Turquía, un hecho, por otro lado, de tal enormidad material que ha sido siempre un secreto a voces.
EEUU y Turquía mantienen posturas encontradas hacia los kurdos, a los que el primero ha estado prestando ayuda. Tras conocer múltiples fracasos en la prestación de apoyo militar a los grupos de la oposición siria “moderada”, Washington ha dirigido su atención a las “Fuerzas Democráticas Sirias”, que luchan junto a las YPG contra el EI y los grupos takfiris.
Esto no ha pasado desapercibido para Ankara, que ha exigido que los norteamericanos pongan fin a su apoyo a los kurdos. En diciembre de 2015, Washington suspendió su ayuda a los kurdos que franquearon el Éufrates y progresaron hacia la frontera sirio-turca. Sin embargo, dicho apoyo fue rápidamente reanudado. Turquía califica a las YPG de “grupo terrorista” y ha exigido a Washington que haga lo mismo. Sin embargo, EEUU se ha negado a ello.
Estas divergencias podría poner en peligro el despliegue de EEUU en la base turca de Incirlik, desde donde despegan los aviones estadounidenses que atacan sitios del EI en Siria y en Iraq.
“Las dos partes exigen que EEUU clarifique de qué lado está, lo cual es una situación en la que Washington sólo puede perder”, concluye Micallef.