Francia acaba de entregar al príncipe heredero saudí la Legión de Honor mientras que Bélgica ha concedido al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan la Orden de Leopoldo.
Francia acaba de entregar al príncipe heredero saudí la Legión de Honor mientras que Bélgica ha concedido al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan la Orden de Leopoldo. Éstas son dos altas distinciones para países que apoyan el terrorismo. ¿Cómo explica Ud. que Occidente recompense así a los patrocinadores del terrorismo?
Las élites occidentales y las monarquías del Golfo forman parte del mismo mundo. Nuestros dirigentes y sus reyes tienen los mismos objetivos y la misma inmoralidad. Los dirigentes franceses y belgas quieren mantener buenas relaciones con sus amigos, sus clientes y sus aliados estratégicos. Ellos están dispuestos a las peores componendas para satisfacer sus intereses personales.
Como dijo el consejero de Hollande para Oriente Medio, David Cvach, “es el momento de comprar acciones MBN”, iniciales de Mohammed Bin Nayaf. El jefe del país de los derechos humanos compra así los favores de torturadores, verdugos y criminales de guerra y viceversa. Es lo contrario lo que debería sorprender.
Nuestros dirigentes tratan de justificarse afirmando que los regímenes saudí y turco luchan contra el terrorismo mientras que estos dos regímenes son los principales patrocinadores del terrorismo en Oriente Medio. Se dice que el dinero no tiene color ni olor. Sin embargo, el dinero que el príncipe Mohammed Bin Nayaf ofrece a Hollande tiene un olor: el olor a la sangre de las víctimas del terrorismo.
Hubo un tiempo en el que Occidente elogiaba el “modelo turco”, calificando al gobierno de Erdogan de “moderado y liberal”. Sin embargo, la implicación directa de Erdogan en los conflictos internos de Iraq, Egipto, Iraq y Siria y su persecución contra los medios opositores le han convertido en el hombre más detestado de la región. ¿Cómo explica su paso de reformador a dictador?
Erdogan ha sido siempre un dictador insaciable. Al principio, él tuvo que ocultar su juego y apoyarse en la cofradía de Fethullah Gülen, coquetear con la élite intelectual, pactar con las fuerzas políticas y los actores económicos, seducir a la Unión Europea, apoyar la causa palestina como hizo frente a Shimon Peres en el Foro Económico de Davos, etc. Él practicó el disimulo con el fin de subir peldaños y conseguir plenos poderes.
Sin embargo, cuando su popularidad dio lugar a victorias electorales repetidas y percibió que había un apoyo internacional a la red de los Hermanos Musulmanes, él mostró entonces su temperamento de bravucón. La Administración Obama presionó a Erdogan a implicarse en la guerra contra la Siria de Bashar al Assad como la Administración Carter y la de Reagan empujaron a Saddam Hussein a atacar al Irán de (el Imam) Jomeini.
Las presiones norteamericanas sobre Erdogan para que se implicara en el conflicto sirio han sido reveladas por el periódico Sabah, un medio pro-Erdogan, que dio cuenta de una reunión entre el líder turco y el entonces director de la CIA, Leon Panetta, en Marzo de 2011. La misión de Panetta era la de convencer a Erdogan para que se enfrentara a Assad y así ocurrió. Erdogan acabó por recibir al ESL, la Coalición Nacional Siria (CNS) y luego a terroristas del mundo entero. Todas estas fuerzas actúan en interés y por cuenta de Erdogan que, a su vez, actúa por cuenta de EEUU.
Finalmente, Erdogan se ha convertido en un dictador, pero también en un simple ejecutor de las órdenes de Washington y en un intermediario entre EEUU y la galaxia EI-Frente al Nusra-Ahrar al Shams-ESL.
“El EI desaparecerá cuando Assad se vaya”, manifestó el ministro saudí de Exteriores, Adel al Yubeir, de visita en Francia hace algunos días. ¿No es ésta una confesión indirecta de que el grupo terrorista actúa apoyado por Arabia Saudí?
El régimen wahabí es consciente de que su doctrina es la misma que la del EI. Él constata, no sin temor, que la simpatía de la población saudí hacia el EI está creciendo. La monarquía rechaza la presencia del EI en su territorio. Por el contrario, esta monarquía ve al EI como un mal menor en Siria, en Yemen o en Iraq porque este grupo terrorista combate a los estados, las ideologías y las comunidades a las que juzga hostiles: la Siria aconfesional, el Irán shií, los zaidíes de Yemen, las minorías alauí y cristiana en Siria etc.
De este modo, hay una instrumentalización evidente del EI por parte del régimen saudí. Durante la toma de Mosul por el EI en 2014, algunos medios saudíes próximos al poder se felicitaron del triunfo de lo que calificaron de “revolución sunní” contra (el primer ministro iraquí Nuri al) Maliki, el shií.
El gran número de saudíes en el EI, incluyendo oficiales de alto rango del Ejército saudí, es una ilustración de la proximidad ideológica y estratégica que existe entre el EI y los Al Saúd. Las guerras del régimen saudí contra Iraq, Siria, Líbano y Yemen se realizan a través de un apoyo al EI y a Al Qaida en la región. Si los Al Saudí hubieran querido realmente el bienestar del pueblo yemení, serían aliados del Ejército y de los huthis contra el EI y Al Qaida. Pero no. El rey Salmán está buscando destruir a las únicas fuerzas yemeníes que resisten contra los dos grupos terroristas más bárbaros del planeta.
Túnez sufre desde el pasado año ataques terroristas, el último de los cuales fue el de Ben Guerdane. ¿Podría el triunfalismo mostrado por los tunecinos tras el ataque ser nefasto para la lucha contra el terrorismo?
Al día siguiente de un hecho tan traumatizador como la operación yihadista de Ben Guerdane, el triunfalismo puede resultar útil para agrupar al pueblo tunecino alrededor de su Ejército. Pero el gobierno de Túnez deberá estar alerta para no dormirse en los laureles puesto que el yihadismo tunecino no está cerca de extinguirse. Casi 5.000 tunecinos combaten en Siria y más de un millar en Libia.
Túnez ya no es un teatro frecuente de ataques terroristas de amplitud como el atentado contra el museo de Bardo, el de Susa, la explosión en un autobús militar en Túnez, sin olvidar los asesinatos dirigidos contra activistas de izquierda como Chokri Belaid y Mohammed Brahmi. El santuario terrorista libio está a las puertas de Túnez. La guerra del pueblo tunecino contra el EI está muy lejos de haber finalizado.
¿Qué opina de la situación actual en Siria?
Tras la intervención rusa, los terroristas en Siria ya no han logrado ninguna victoria. Los ataques que lanzan contra el Ejército sirio terminan siempre en derrota. Damasco está sólidamente asegurada. Los barrios de Alepo ocupados por los terroristas están siendo limpiados poco a poco por el Ejército. La provincia de Latakia ha sido enteramente liberada. En Deraa, los grupos terroristas han retrocedido. Palmira se ha transformado en una tumba para el EI. Quedan las provincias de Idleb, el bastión del Frente al Nusra, y luego Raqqa y Deir Ezzor, dos provincias casi enteramente ocupadas por el EI.
En el frente norte, las Fuerzas Democráticas Sirias, encabezadas por las milicias kurdas del YPG, han logrado expulsar al EI de la provincia de Hasaka y avanzan en el norte de Alepo.
El anuncio del presidente ruso de que retirará la mayor parte de las tropas del frente sirio indica que Siria tendrá que encargarse de realizar por sí misma el esfuerzo de eliminar los restos de los grupos terroristas. Dicho esto, el Ejército sirio continuará siendo apoyado desde el aire por los aviones rusos y en el suelo por las Fuerzas de Defensa Nacional, por los iraníes, por el Hezbolá libanés, por los voluntarios afganos y las milicias shiíes de Iraq, por voluntarios internacionales sunníes (la Guardia Nacional Árabe), por tribus sirias sunníes (Shaitat, Magawir), por los drusos de Escudo de la Nación, por las brigadas asirias (Sotoro) etc.
Paralelamente, varias iniciativas de reconciliación están teniendo lugar al margen de las negociaciones de Ginebra. Al mismo tiempo, se produce ahora la entrada de ayuda humanitaria en las localidades asediadas. Cinco años después del inicio de la contrarrevolución siria, podemos ya creer en el fin de la pesadilla.
Argelia se negó a participar en la coalición saudí contra Yemen y a calificar a Hezbolá de “organización terrorista”. ¿Se ha convertido Argelia en un bastión contra el hegemonismo saudí junto a Iraq, Siria y el Líbano?
Argelia conoce mejor que cualquier otro país el colonialismo occidental y el terrorismo yihadista. El pueblo argelino sufrió estas dos plagas durante dos décadas y acabó por vencerlas: en 1954-1962 y en 1991-2002 respectivamente. Argelia conoce mejor que cualquier otro país musulmán los estragos ideológicos y culturales que provoca el wahabismo en el mundo islámico y los valores sagrados y universales de la resistencia encarnados en el mundo islámico por Hezbolá. Incluso durante los momentos más críticos de la crisis siria, Argelia nunca ocultó su simpatía hacia el pueblo sirio, su gobierno y su ejército insistiendo en la necesidad de hallar una solución política a la crisis siria. Esta postura de respeto hacia la soberanía nacional siria le ha valido a Argelia el ser constantemente atacada por el régimen saudí. Varios países árabes han proseguido más o menos abiertamente, sus relaciones con Siria, en especial Egipto, Túnez y Omán, pero sólo Argelia mantuvo una solidaridad firme con Siria.
A pesar de las presiones saudíes y occidentales, Argelia ha mantenido unas relaciones excelentes con Irán destruyendo así el mito sobre un enfrentamiento entre el mundo sunní y el shií. Argelia, en tanto que capital del llamado Tercer Mundo, ha continuado fiel a su historia. Esto es un gran honor para el pueblo argelino. El pueblo sirio, que continúa resistiendo, le estará infinitamente agradecido.
Algerie Patriotique
Bahar Kimyongür es un escritor belga de origen turco