A pesar de la insensatez y las malas intenciones de las agrupaciones terroristas, el proceso de reconciliación nacional en Siria supera etapas y muestra avances.
A pesar de la insensatez y las malas intenciones de las agrupaciones terroristas, el proceso de reconciliación nacional en Siria supera etapas y muestra avances que rara vez son desplegados en los medios de prensa occidentales.
Luego de tres años de su aplicación con más altas que bajas, comenzó a consolidarse a partir del 27 de febrero de este año cuando se logró el acuerdo de cese del fuego por consenso entre Siria, Rusia y Estados Unidos.
Desde sus inicios, el papel contrario lo ejecutaron los regímenes de Arabia Saudí y Turquía, con el respaldo mediático de Qatar y un aparente visto bueno en las sombras de Estados Unidos.
Los hechos en el terreno, el avance del Ejército sirio y sus aliados y la actuación de la aviación rusa cambiaron en cierto modo las reglas de un juego dramático y nunca antes visto en la región del Levante por las vastas implicaciones internacionales.
El esfuerzo del Gobierno sirio y de quienes realmente desean detener el baño de sangre que ha costado más de 250.000 muertos en cinco años de guerra, tienen ahora resultados que obligan a los enemigos de este país a una cordura mínima.
Los datos procesados por las autoridades sirias y el Centro de Coordinación para el cese del fuego en la base rusa de Hemymin, en la provincia de Latakia, son objetivos, reales y válidos para los que desean la reconciliación.
Aún cuando organizaciones terroristas como el Estado Islámico y el Frente al Nusra violan en más de 500 ocasiones la tregua, 97 localidades y 52 grupos armados se acogieron al cese de hostilidades en toda Siria.
De igual forma, más de 15 mil integrantes de bandas armadas aceptaron la reconciliación y legalizaron su estatus social y poco a poco viabilizan las formas de integrarse de nuevo a una nación tradicionalmente tolerante desde el punto de vista político y religioso.
En la actualidad, el Ministerio sirio para Asuntos de la Reconciliación, encabezado por Alí Haidar, coordina nuevas formas y métodos con representantes sociales, religiosos y tribales de forma voluntaria e integrado por personalidades de indudable prestigio e influencia en las comunidades.
Esa labor, como el propio Haidar explica, es compleja, ardua y constante y toma en cuenta, entre otros aspectos, que de los más de mil de grupos armados, una buena parte apenas pasan de los 50 integrantes, demostrativo de la dispersión y carencia de objetivos políticos claros o alguna influencia seria en la comunidad.
Las bases para la reconciliación nacional siria están en consonancia con la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y que además de otras propuestas, pide respetar la treguas y facilitar el acceso de asistencia humanitaria a las zonas de conflicto.
Torpedear esta ingente labor y mantener las tensiones y enfrentamientos carece de toda lógica y exige, como bien plantean las partes más racionales inmersas en el conflicto, una definición de posiciones justa, equitativa y de respeto a la soberanía e independencia de Siria.
Pedro García Hernández – Prensa Latina