Cuando alguien lee los informes de algunas agencias occidentales sobre Siria no puede más que quedar asombrado y asqueado por la extrema manipulación.

Cuando alguien lee los informes de algunas agencias occidentales sobre Siria no puede más que quedar asombrado y asqueado por la extrema manipulación.

Veamos un despacho de Reuters sobre los terribles atentados que sacudieron Latakia.

“El régimen sirio fue golpeado en pleno corazón por una serie de atentados reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico, que causaron 148 muertos en dos de sus feudos de la región costera”. Se refería indirectamente aquí al hecho de que la mayor parte de la población de Latakia pertenece a la minoría alauí, que apoya al gobierno de Assad.

Este tipo de informaciones manipuladas son tan corrientes que la opinión pública casi ni reacciona ante las mismas.

En primer lugar, no es el régimen el que ha sido “golpeado en el corazón” sino las personas. ¿Quién se habría atrevido a escribir hace meses: “El régimen de Hollande golpeado en su feudo de París”.

No se trata de feudos de un clan o de una tribu o de una confesión o de un gobierno, sino de ciudades que forman parte integrante del Estado sirio, el único sujeto reconocido de derecho internacional.

La muerte de 148 personas no merece ni siquiera la mención de las ciudades que fueron atacadas.

Si la prensa siria hubiera escrito en noviembre pasado: “130 muertos en atentados en un feudo del régimen de Hollande” los medios occidentales habrían denunciado este artículo como una “vil muestra de propaganda”. En sentido inverso, que los sirios sean tratados como simples peones carentes de humanidad no molesta a tales medios.

El propósito de este tratamiento informativo está bastante claro: colocar toda una población fuera de la especie humana y denigrar al mismo tiempo a su gobierno y no a los terroristas. El lenguaje utilizado nunca es inocente.