Dos acontecimientos relativos a los atentados del 11-S, que no han terminado de revelar sus secretos, han tenido lugar esta semana.
Dos acontecimientos relativos a los atentados del 11-S, que no han terminado de revelar sus secretos, han tenido lugar esta semana. Los dos están vinculados al Tribunal militar norteamericano encargado de este caso y dan testimonio de los intentos oficiales estadounidenses para ocultar elementos que permitirían arrojar luz sobre las zonas oscuras del caso.
El primero es una revelación dada a conocer por The Guardian que muestra la manipulación y destrucción de pruebas.
Esta revelación indica que el coronel estadounidense que dirigió el tribunal, James Pohl, habría conspirado con el fiscal para destruir pruebas y manipular el proceso relativo a los atentados.
Su objetivo era el impedir que la defensa hiciera su trabajo con respecto a un presunto cómplice de los ataques, Jalid Sheij Mohammad, según los documentos del caso.
Pohl habría “actuado en colaboración con el fiscal y manipulado los procedimientos secretos” y, de creer el documento, habría permitido destruir pruebas.
Parece que el acusado no pudo recurrir ni siquiera a los servicios de sus abogados. Estos últimos indican que varias maniobras secretas les impidieron oponerse a esta destrucción de pruebas. Los documentos no precisan qué pruebas fueron destruidas. Algunos de estos documentos continúan clasificados.
Las grabaciones de la cabina
El tribunal militar que preside Pohl no planea hasta el día de hoy hacer públicas las grabaciones de audio de la cabina de uno de los aviones que los terroristas habían desviado a fin atacar Washington. Esto podría haber tenido una influencia considerable en los resultados de la investigación.
Según el sitio ruso RT, este avión que, según las autoridades norteamericanas, iba a estrellarse contra un importante sitio cultural o un edificio público, cayó antes de alcanzar su objetivo y no causó más víctimas que los pasajeros y los miembros de la tripulación.
Se trata del único registro sonoro que fue conservado después de los atentados.
Ryan afirmó que la prohibición de la difusión pública de la grabación continuará en vigor hasta que el gobierno norteamericano la remita a los abogados que defienden a los presuntos terroristas.
Esta ocultación se añade a la de las 28 páginas del embarazoso dossier para Riad, es decir, el documento de 28 páginas que trata de la implicación saudí en los atentados y que ha sido declarado como clasificado para no amenazar las relaciones con Arabia Saudí.