Uno de los días más dramáticos de la historia militar de Israel fue, sin ninguna duda, el 12 de agosto de 2006.
Uno de los días más dramáticos de la historia militar de Israel fue, sin ninguna duda, el 12 de agosto de 2006. “El infierno de los infiernos”, “la mayor batalla de la mayor guerra”... la imaginación israelí no conoce límites para describir la “masacre de los Merkavas”. En ese día, 52 tanques israelíes Merkavas fueron destruidos o puestos fuera de combate en el Valle de Al Huyair al Salluki, en el sur del Líbano. En relación a esta operación, 23 militares israelíes resultaron muertos y 110 heridos (según cifras oficiales israelíes).
Éste fue un día de aplastante derrota para los israelíes y de gran victoria de Hezbolá. También fue el día en el que la reputación del tanque Merkava -presentado poco menos que invencible por la propaganda israelí- se vino abajo. El Merkava era el símbolo de la superioridad militar y tecnológica israelí.
La destrucción de este mito fue llevada a cabo principalmente por un solo combatiente de la Resistencia, Ali Saleh, cuyo nombre de guerra era Bilal Aadchite.
Aquellos que le acompañaron en aquella batalla describen lo que pasó aquel día. “Hace falta detener sus tanques, sea cual sea el precio”, señaló Saleh. Los israelíes habían enviado las joyas de su industria militar, los tanques Merkava, al suelo libanés y contaban con dirigirlos hacia el Río Litani.
Apenas fueron descubiertos en el Valle de Al Huyair, a 3 kms de la frontera con la Palestina ocupada, Saleh desencadenó su ataque. Él solo. Él se desplazó como una peonza rodando desde una posición a otra, de un árbol a otro, de un peñasco a otro disparando los misiles antitanque rusos Kornet colocados en dichos lugares contra los tanques israelíes.
“Nosotros vimos la muerte rodeándonos”, contó más tarde un soldado israelí, que sobrevivió a estos ataques, al periódico Yediot Aharonot.
Ali Saleh destruyó el solo 15 tanques israelíes, señaló un informe de la Resistencia.
Antes de la destrucción y neutralización de estos tanques una unidad de la Resistencia neutralizó a una brigada de paracaidistas israelíes enviada para abrir paso a los tanques: 13 estos paracaidistas resultaron muertos o heridos.
En la biografía de Ali Saleh se cuentan numerosas operaciones de ataque contra los israelíes que ocupaban el sur del Líbano. Tales operaciones dan testimonio de su valor que rozaba la temeridad. Era como si él saboreara el contacto directo con el enemigo.
Conocido por ser uno de los mejores lanzadores de misiles antitanque de tipo Malutka y Saguer, él protagonizó un ataque en el que se subió a un Merkava para lanzar una granada en su interior, tras lo cual se alejó para ver el tanque explotar.
Sin embargo, la operación que ilustra bien su coraje fue la de Al Aazziyyat, realizada pocos días antes de la liberación del Sur del Líbano. El 31 de enero de 2000, él se aproximó tanto a una posición israelí que logró introducir una granada en la apertura para la ametralladora de una posición. Las imágenes del cuerpo de un soldado israelí volando por los aires perpetuaron su fama.
Este mismo carácter temerario pudo ser visto seis años más tarde durante la “segunda guerra del Líbano”, según la terminología israelí. Ali Saleh se enfrascó totalmente en esta batalla contra los Merkava hasta el punto de que prosiguió sus operaciones cuando los drones israelíes entraron en escena. Haciendo oídos sordos a todos los llamamientos de su comandante y de sus compañeros para que se retirara, él se contestó con responderles: “Ésta es mi batalla”.
Tras la destrucción de los 15 tanques Merkava, él acabó siendo gravemente herido por un misil lanzado por un drone israelí MK. Sin embargo, él no murió en el campo de batalla. Continuó con vida durante 20 días más. La última vez que recobró el conocimiento, él preguntó por el resultado de la guerra. Cuando supo que la Resistencia la había ganado, él definitivamente cerró los ojos.
Enterrado en el cementerio de su localidad natal, Aamchite, un epitafio adorna su lápida: “Aquí yace el destructor del mito de los Merkavas”.
Su modus operando ha sido enseñado a sus sucesores.