24-11-2024 01:12 AM Tiempo de Jerusalén

La purga de Erdogan provoca tensiones internas y con sus aliados

La purga de Erdogan provoca tensiones internas y con sus aliados

Turquía ha quedado más dividida que nunca en dos campos tras el desbaratamiento del golpe de estado contra el gobierno del presidente, Recep Tayyip Erdogan.

Turquía ha quedado más dividida que nunca en dos campos tras el desbaratamiento del golpe de estado contra el gobierno del presidente, Recep Tayyip Erdogan. El fracaso del golpe parece haber dado lugar a un “contragolpe” que se ha traducido en una gran purga que se está llevando a cabo no sólo contra los golpistas, sino también contra todo opositor al gobierno de Erdogan, que es calificado inmediatamente por medios oficiales como “golpista” o “terrorista”. Esto tiene lugar en un contexto de amplia persecución a los medios de información críticos, a sectores políticos opositores y a la minoría kurda.

La reacción de Erdogan ante el golpe ha sido el de clamar ante las multitudes de sus partidarios por una “limpieza” del Ejército, el Poder Judicial, la Administración etc, extendiendo así la “culpa” del golpe a todos aquellos que no están dispuestos a apoyar a Erdogan y sus planes de reforma constitucional con los que busca convertirse en un presidente dotado de poderes casi absolutos. Esto está creando un clima muy tenso en el país que puede afectar a su política en los próximos años o incluso décadas.

En lugar de llevar ante los tribunales a los responsables del golpe y dictar las oportunas penas en un proceso legal, el estado turco ha puesto en marcha una auténtica purga caracterizada por la ausencia de investigaciones judiciales y que está basada, según toda evidencia, en listas negras elaboradas por el gobierno mucho antes del golpe.

En lo que se refiere al Ejército, más de 6.000 generales, oficiales y soldados han sido arrestados en el transcurso de dos días. Casi 3.000 jueces han sido destituidos, incluyendo algunos del Tribunal Constitucional que no pueden ser cesados más que por una decisión del propio tribunal, según el estatuto del mismo. El primer ministro y el presidente han también llamado a la implantación de la pena de muerte.

De este modo, las señales abundan de que Erdogan está dispuesto a llevar a cabo un aprovechamiento oportunista del golpe con el fin de instaurar un gobierno más autoritario de un partido y una persona en Turquía, aun manteniendo una fachada democrática consistente en la mera realización de elecciones.

Esta purga viene a sumarse al fracaso de las políticas de expansionismo neotomano de Erdogan en Siria, Iraq y otros países del mundo árabe. Esta estrategia llevó a Turquía a un estado de aislamiento. Con el fin de romperlo, Erdogan puso en marcha, como primera medida, una política de normalización de vínculos con Rusia e Israel. Para lograrlo, Ankara tuvo que aceptar condiciones humillantes como el arresto de los pilotos turcos que derribaron el avión ruso Su-24 en noviembre del pasado año y la renuncia a su condición previa del levantamiento del bloqueo a Gaza, en el caso de Israel.

Habrá que ver qué más cambios está dispuesto a llevar a cabo el gobierno turco. La tensión con Egipto y Siria continúa, como demuestran las declaraciones críticas de Abdul Fattah Sisi y Bashar al Assad contra el presidente turco después del golpe.

Las tensiones con los socios occidentales parecen haberse recrudecido. El ministro de Exteriores francés, Jean-Marc Ayrault, la jefa de Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, y el secretario de Estado, John Kerry, han advertido claramente a Erdogan que no debe aprovechar el golpe para tratar de eliminar a la oposición. Al mismo tiempo, varios políticos europeos han dejado claro que políticas como la reinstauración de la pena de muerte imposibilitará a Turquía el entrar en la EU, tal como era su aspiración. Muchos líderes europeos no perdonan tampoco a Erdogan el haber generado la crisis de los refugiados, que atentó contra la estabilidad social y de seguridad de Europa.

En este clima de tensiones internas y enfrentamiento con sus socios occidentales y otros países de la región es probable que el aislamiento de Turquía se incremente y que Erdogan sea incapaz de obtener el reconocimiento político que precisa para la transformación del Estado turco a su medida y la asunción de los amplios poderes que ambiciona.