La política de armar a los “rebeldes moderados” sirios ha entrañado siempre muchos problemas para EEUU, debido a cuestiones tales como su incapacidad, sus lazos con los grupos terroristas takfiris...
La política de armar a los “rebeldes moderados” sirios ha entrañado siempre muchos problemas para EEUU, debido a cuestiones tales como su incapacidad, sus lazos con los grupos terroristas takfiris vinculados a Al Qaida, a los que a menudo han abastecido con armas, o sus prácticas de corrupción. Sin embargo, en los últimos tiempos, las actividades criminales de tales grupos, que han sido denunciadas por múltiples organizaciones internacionales, parecen haberse recrudecido hasta extremos particularmente brutales.
Uno de estos grupos “moderados” es Nureddin al Zinki, una facción que no tiene nada que envidiar al EI o al Frente al Nusra en lo que respecta a su carácter extremista y criminal. Este grupo, vinculado al llamado Ejército Sirio Libre (ESL), ha estado ocupando portadas en los últimos meses debido a una serie de hechos criminales.
A principios de Julio, un informe de Amnistía Internacional señaló que este grupo era uno de los que EEUU apoyaba y que estaba implicado en casos de tortura y ejecuciones sumarias. AI citó concretamente a tres organizaciones: Nureddin al Zinki, el Frente del Levante y la 16ª División del Ejército Sirio Libre. Estas facciones no sólo han llevado a cabo ejecuciones de soldados prisioneros, sino también torturas, abusos y crímenes contra las minorías religiosas, como alauíes, cristianos y otros, y contra activistas por la paz.
Estos crímenes son justamente los mismos que EEUU ha denunciado cuando han sido cometidos por el EI. Todo ello sugiere que Washington practica una política de clara hipocresía y ha estado utilizando sus fondos para apoyar a criminales de guerra.
La pasada semana un niño enfermo de 13 años fue sacado a la fuerza de un hospital en el campo de refugiados de Handarat y decapitado tras ser torturado física y psicológicamente. Uno de sus verdugos se negó a aceptar la petición del menor de ser muerto a disparos y se jactó de que su grupo era “peor que el EI”. El niño fue finalmente decapitado.
Los terroristas del grupo lanzaron el 2 de agosto obuses con gases tóxicos contra una vecindad civil en la ciudad de Alepo. Siete personas murieron y más de 20 resultaron heridas por sofocación. Rusia había advertido a EEUU el día antes de la existencia de los obuses químicos pero Washington decidió ignorarlo y no hizo nada aparentemente para disuadir a sus protegidos de la utilización de los gases.
Por su parte, el Departamento de Estado ha preferido restar importancia a estos crímenes. Su portavoz, Mark Toner, excluyó que su país fuera a dejar de armar a Nureddin al Zinki, o a su socio mayor, el Ejército Sirio Libre, “sólo” porque hubieran decapitado a un niño o utilizado armas químicas.
“En primer lugar, ha habido muchas especulaciones sobre la oposición moderada siria”, dijo Toner, añadiendo que “un incidente aquí y otro allá no te convierten necesariamente en un grupo terrorista”. Él dijo que EEUU dirigía su foco a “apoyar a la oposición moderada” y diferenció a Nureddin al Zikin de otros grupos, como el EI o Al Nusra, alegando que estos últimos no tenían la intención de atacar a “sólo” a Siria, sino también a Occidente”.