En cualquier revolución, el liderazgo juega un papel crucial al inspirar y guiar la lucha para reafirmar y hacer realidad los objetivos revolucionarios.
En cualquier revolución, el liderazgo juega un papel crucial al inspirar y guiar la lucha para reafirmar y hacer realidad los objetivos revolucionarios. La existencia de una personalidad carismática que lidere a las masas revolucionarias y aglutine sus aspiraciones es muy importante con el fin de obtener apoyos para la revolución.
La importancia de este líder carismático resulta también decisiva en el período post-revolucionario con el fin de legitimar y consolidar el nuevo orden revolucionario y construir el nuevo estado. Esta etapa es ciertamente más difícil y complicada que la anterior.
No hay duda de que el triunfo de la Revolución Islámica en Irán y el derrocamiento del Shah Reza Pahvali en febrero de 1979 así como la posterior creación de la República Islámica fueron en gran medida el resultado de la guía y la personalidad del Imam Ruholá Jomeini. Su sabiduría religiosa, su visión política de la necesidad de un cambio en Irán, su firme rechazo al régimen del Shah, su integridad personal excepcional y coraje frente a los peligros y amenazas y sus habilidades en lo que respecta a la comunicación lo convirtieron en el líder natural del movimiento revolucionario iraní.
El Imam Jomeini guió al pueblo de Irán hacia una completa revolución. Él rechazó los llamamientos a negociar con un régimen que era visto como un ejemplo de tiranía y corrupción y una marioneta en manos de algunas potencias extranjeras. En 1963, después de haber sido liberado de prisión, él rechazó cualquier compromiso con la dictadura de Pahlavi. Él tenía un objetivo claro: poner fin no sólo al régimen del Shah, sino también al sistema monárquico en general, y a la sumisión del país a EEUU y otras potencias occidentales.
El Imam Jomeini fue capaz de movilizar al pueblo iraní mediante el uso de instrumentos alternativos de comunicación para eludir la censura impuesta por el régimen. Como no tenía ningún acceso a los medios de comunicación iraníes, el Imam Jomeini utilizó cintas de cassete, las cuales fueron más tarde copiadas y distribuidas en todo Irán. Sus mensajes fueron asimismo transcritos y fotocopiados. La fuerza de este lenguaje residía en que fue diseñado para llegar a grandes segmentos de la sociedad y, especialmente, a las fuerzas revolucionarias.
Por otro lado, el importante papel del Islam y el compromiso del pueblo iraní con los valores religiosos convirtieron la Revolución Islámica en algo completamente excepcional, en comparación con las revoluciones francesa, rusa y otras. En otras palabras, el papel del Islam, la fuerte voluntad de cambio y el sabio liderazgo ayudaron a la Revolución Islámica a triunfar en 1979. Más tarde, el Imam Jomeini también promovió la creación de nuevas instituciones políticas, judiciales, económicas y culturales que no servirían a una reducida clase de ricos y poderosos, sino a la totalidad del pueblo iraní.
Las revoluciones árabes
El Norte de África y el Oriente Medio ha sido el escenario de revoluciones populares desde diciembre de 2010, cuando los tunecinos se rebelaron en protesta contra el régimen de Zine el-Abidine Ben Ali. En varios países, dictadores que habían llevado mucho tiempo en el poder -como Ben Ali de Túnez, Hosni Mubarak de Egipto, Muammar Gaddafi de Libia y Saleh Abdulá de Yemen- han sido derribados y se han ido al exilio o han sido ejecutados o enviados a prisión.
Sin embargo, estas revoluciones no han tenido un líder indiscutible o al menos no ha emergido un único líder durante su desarrollo. Como resultado, no ha sido fijado un claro curso político para los movimientos revolucionarios. Aunque el levantamiento popular en estos países ha logrado derrocar dictaduras brutales existe mucha confusión en lo que se refiere a los objetivos de la revolución o a la naturaleza del nuevo Estado.
Algunos líderes dicen que quieren hacer la vida de la población más fácil con nuevas medidas económicas o utilizan el nacionalismo en un intento de ganar apoyo popular. Algunos de estos movimientos están incluso dispuestos a aceptar las injerencias de Occidente y sus representantes visitan Washington o diversas capitales europeas para obtener ayuda y prometer que sus gobiernos no serán “un problema” para los intereses occidentales.
Estos movimientos simplemente quieren cambiar un poco los sistemas existentes u obtener algún poder en los nuevos gobiernos. En el caso de Egipto, la dictadura no ha sido desmantelada completamente. Los restos del antiguo régimen siguen controlando amplias esferas de poder y tratan de ejercer su influencia sobre la revolución y su desarrollo con el fin de negar a la población sus derechos fundamentales.
Por el contrario, el liderazgo del Imam Jomeini estuvo basado totalmente en las enseñanzas del Islam y proporcionó siempre un rumbo claro ideológico que logró unir a toda la población detrás del mismo. El compromiso del Imam con los principios del Corán también fue absoluto e inequívoco. Él no buscó movilizar a la población iraní utilizando el nacionalismo o las promesas económicas.
Su objetivo fue el de liberar al pueblo iraní en el amplio sentido. En sus discursos, el Imam Jomeini endorsó en repetidas ocasiones los principios islámicos de dignidad y respeto. Con tales principios como bandera, él fue capaz de crear el primer estado islámico en la era contemporánea.