Los líderes rusos y chinos no han cedido ante las demandas occidentales en favor del derrocamiento del presidente Bashar al Assad.
Tras haber asistido a la cumbre de Los Cabos, México, donde se debatió la cuestión de Siria, y a pesar de las presiones sufridas, los líderes rusos y chinos no han cedido ante las demandas occidentales en favor del derrocamiento del presidente Bashar al Assad.
Fue el presidente estadounidense, Barack Obama, quien mostró en persona el desacuerdo con sus homólogos, admitiendo que no era posible “en este punto que los rusos y los chinos se adhieran a nuestra causa”, diciendo que los vínculos históricos de Rusia con Damasco y la oposición de China a toda injerencia exterior “frenan el arreglo de la crisis”.
Su homólogo ruso, Vladimir Putin, a quien conoció en la cumbre, señaló que “nadie tiene el derecho a decidir por otros países quien debe estar en el poder en ellos o no.”
“No es el cambiar el régimen lo que es importante, sino que se ponga fin a la violencia y que la paz se instale en el país”, agregó el presidente ruso.
Antes de la intervención del presidente de Rusia, Reino Unido y Francia plantearon un enfoque totalmente erróneo de la posición de Moscú:
Putin “no quiere que Assad siga en el poder”, comentó David Cameron, el primer ministro británico, que aseguró haber escuchado con sus propios oídos que el presidente ruso no era hostil a la salida de Assad.
“Rusia está haciendo su parte para hacer la transición” sin Assad, afirmó el presidente francés, Francois Hollande.
Dos cosas: o bien los dos líderes europeos no han sabido comprender las posiciones rusas (lo que sería una estupidez inverosímil por parte de políticos de su rango) o están tratando de difundir mentiras, como hacen constantemente los medios y políticos occidentales en la crisis de Siria, prueba irrefutable de que carecen de argumentos convincentes.