El viajero y periodista independiente ruso Viacheslav Krasko habla en una entrevista exclusiva con La Voz de Rusia de la vida en el país, que actualmente está atrayendo la atención de la comunidad internacional.
El viajero y periodista independiente ruso Viacheslav Krasko, quien acaba de regresar de Siria, habla en una entrevista exclusiva con La Voz de Rusia de la vida en el país, que actualmente está atrayendo la atención de la comunidad internacional. Él pasó tres semanas observando los acontecimientos dentro de Siria y tratando de entender lo que está sucediendo allí.
Krasko visitó Damasco el 29 de abril. Ese día, según el plan del enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan, las fuerzas armadas gubernamentales y los miembros de la oposición debían anunciar un alto el fuego.
En tres semanas fue capaz de visitar la ciudad de Deraa, en el sur del país, donde estallaron disturbios en marzo de 2011. También viajó a Bosra, una ciudad turística antes de la crisis, pero que en esas fechas estaba casi totalmente bloqueada por los rebeldes. También fue a Tartus, donde se halla la base militar rusa, y Latakia - el puerto más grande de Siria.
Krasko había planeado asimismo visitar otros lugares de interés del país - Palmira y Homs. Sin embargo, los residentes locales le disuadieron de hacerlo, porque este viaje sería demasiado peligroso.
“Cuando yo estaba en Damasco, hablé con decenas de personas que vinieron de Homs. Refugiados. Entre ellos había mujeres, niños y ancianos. Sin embargo, incluso los hombres de apariencia más fuerte me aconsejaron que no fuera a Homs, porque creían que era demasiado peligroso. Los sirios están abandonando las zonas donde operan los rebeldes, y, por lo general, huyen a Damasco, controlada por las fuerzas del gobierno”.
“Escuché críticas al gobierno actual. Ellas se referían, sobre todo, a la escala de la corrupción. Dijeron que hay una intervención de la élite política en el campo de los negocios. Pero esto no es el resultado de los recientes acontecimientos ocurridos en el país. Debido a la situación creada por los terroristas muchos residentes locales han huido de sus hogares y la mayoría de la gente prefiere a la autoridad legítima”.
En general, en las ciudades de Siria controlada por las autoridades la vida prosigue con normalidad, dice Krasko.
“No hay soldados en las calles. Vemos muchos más en el vecino Líbano. Los principales conflictos están fuera de las ciudades y los disturbios se producen en los suburbios y ciudades pequeñas, y son causados por fundamentalistas. En las zonas controladas por el gobierno, la vida es tranquila, la gente trabaja y acude a las cafeterías, y los jóvenes salen de noche a divertirse”.
No hace mucho tiempo atrás, Siria fue uno de los destinos turísticos más importantes de Oriente Medio. La historia de la civilización siria se remonta al cuarto milenio antes de Cristo.
Cientos de miles de turistas visitaban el país cada año. Desafortunadamente, muchos sitios turísticos ya no son accesibles, lamenta Krasko.
“No es recomendable ir a Palmira, ya que el sitio está controlado por los rebeldes. En las inmediaciones de Homs, elo famoso castillo Crac de los Caballeros, construido durante las Cruzadas, está bajo el control de los terroristas. Ellos la controlan y disparan con rifles de francotirador a los coches que pasan.”
Krasko señala que durante su viaje, se consideró en general a salvo. A los sirios les gustan los rusos, y cuando el pasaporte del periodista fue comprobado en la frontera, los guardias le dijeron amablemente: “Bienvenido a Siria”. Pero ha habido episodios bastante desagradables, señala.
“A la entrada de Bosra, hombres barbudos con armas de fuego y en uniforme me detuvieron. Me preocupé, porque no sabía si se trataba de fuerzas gubernamentales o rebeldes. Pero me dejaron ir y llegué a Bosra, al anfiteatro romano, el principal atractivo de esta ciudad. Todo transcurrió sin peligro real. Y fue entonces cuando vi a varias personas que se dirigían hacia mí.
Krasko fue detenido por los representantes de las fuerzas de seguridad del gobierno. Ellos le dijeron que podría haber sido secuestrado por los rebeldes. El periodista ruso corría, pues, el riesgo de ser tomado como rehén o asesinado. Esto demuestra una vez más que en las filas de la oposición están los verdaderos criminales. En general, según Krasko, las consignas políticas contra el actual presidente, Bashar al Assad, son sólo un pretexto utilizado por los miembros de la oposición.
“Estoy convencido de que el conflicto tiene un carácter religioso. Estos enfrentamientos son entre sunníes, por un lado, y shiíes, alauíes y cristianos, por otro. Aquí es donde se encuentra la línea de frente, no en los llamamientos políticos y las violaciones de los derechos y libertades. Incluso me atrevería a decir que la gente común cree que Bashar al Assad no es lo suficientemente duro. Él no puede mantener el poder en sus manos, como su padre. Él comenzó a adoptar medidas democráticas y la situación se desestabilizó. Los sirios, en general, consideran que sólo un gobierno fuerte es capaz de mantener la situación bajo control en Oriente Medio, y el camino a la democracia no puede ser más que fruto de una evolución. Por lo tanto, el problema no es de naturaleza política. No se trata de una lucha por la libertad o la democracia. Se trata de intentos de desatar el odio sectario”.
Según los residentes, los rebeldes no están dispuestos a negociar. De este modo, los representantes de la llamada oposición no participaron en las elecciones parlamentarias que tuvieron lugar a mediados de mayo, porque se daban cuenta que no obtendrían un apoyo popular mayoritario. Ellos creen que sólo hay una manera de llegar al poder: organizar un golpe militar, señala Krasko. Nadie sabe cuánto tiempo puede durar esta crisis. Las autoridades lo consideran ya como una guerra civil. Y los sirios son más bien pesimistas y temen una evolución negativa del conflicto.