Se ha convertido en un hábito de los dirigentes israelíes el elevar el tono cada vez que algunos responsables políticos o militares expresan sus temores...
Se ha convertido en un hábito de los dirigentes israelíes el elevar el tono cada vez que algunos responsables políticos o militares expresan sus temores... Se trata de restaurar el elemento de la disuasión, profundamente dañado desde su derrota en 2006.
Dos acontecimientos han sacudido Israel en los últimos diez días, coincidiendo con el lanzamiento de la escalada verbal israelí: uno político y otro militar.
La semana pasada, los israelíes tenían la vista puesta en los resultados de las elecciones egipcias y en el discurso del candidato electo Mohamed Mursi, cuya llegada al poder ha abierto para los israelíes una puerta hacia lo desconocido.
Poco antes, el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, no había dejado de mendigar a Mursi una postura de apoyo al tratado de paz entre Egipto e Israel, dirigiéndose a él a través de los medios de comunicación interpuestos, tratando infructuosamente de comunicarse con él por teléfono y enviando un emisario. Las autoridades israelíes son muy susceptibles y han visto que esta actitud hacia Egipto puede dañar su imagen.
Peor aún, la semana antes tuvieron lugar enfrentamientos con la resistencia palestina de Gaza que pusieron de manifiesto un punto débil de gran importancia: la “Cúpula de Acero” que Israel ha dado a conocer a bombo y platillo y que se suponía que iba a derribar los misiles lanzados por la resistencia palestina no fue capaz de interceptar ni siquiera uno solo de ellos. Más de 100 cohetes y cohetes cayeron en los asentamientos israelíes sin sufrir ningún percance. Fuentes del Ejército israelí han citado un problema debido a la supuesta interferencia inesperada de una nueva generación de teléfonos móviles, los Smartphones. Pero tal argumento no ha convencido a nadie.
Lo que es cierto es, así pues, que la disuasión de Israel ha recibido otro duro golpe.
Muchos medios de comunicación israelíes también han notado que el tono amenazador de los militares va en aumento.
Haaretz recogió la cuarta declaración en diez días del comandante de la Brigada de Galilea, Halevi Hersi. Él no dejó de repetir su advertencia de que en caso de guerra con el Líbano, el Ejército israelí invadiría este país para perpetrar una destrucción devastadora en todas sus aldeas.
“Resulta que las operaciones militares en tierra tienen un impacto en la capacidad de Hezbolá de lanzar misiles, y, por lo tanto, va a sufrir graves daños, incluso si sólo sus estructuras militares son atacadas”, dijo Hersi.
Algunos observadores se sorprenden de que las fuentes militares israelíes revelen libre y gratuitamente parte de su estrategia de guerra contra el Líbano (concretamente la del comienzo de la guerra, en la que las fuerzas terrestres desempeñarían el papel principal, a diferencia de la guerra de 2006 durante la cual las fuerzas aéreas estuvieron al frente). Estas declaraciones sitúan también como un tema central la amenaza de los misiles de Hezbolá. Así que muy bien pueden estar relacionadas con el fracaso de la Cúpula de Acero a la hora de detener los cohetes de Gaza.
El propio Haaretz constata que las repetitivas amenazas de Halevi (y compañía) están “lejos de ser fruto del azar”. El diario cree tales amenazas podrían estar vinculadas a una posible futura ofensiva israelí contra las instalaciones nucleares iraníes. Según esta interpretación, estas amenazas buscarían disuadir a Hezbolá de entrar en esa guerra.
Curiosamente, desde hace 6 años que los medios israelíes de Israel vienen publicando las amenazas de Israel contra Hezbollah e Irán, ninguno de ellos ha recelado acerca una posible manipulación. Todos esos medios participan con alegría de esta beligerancia verbal... a costa de su credibilidad y, sobre todo, de su inteligencia.