Afganistán se mantiene como la principal generadora de opio con cálculos estimados en algo más del 90 por ciento de la producción mundial.
Transcurridos un poco más de 10 años de la invasión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Afganistán se mantiene como la principal generadora de opio con cálculos estimados en algo más del 90 por ciento de la producción mundial.
Tal elemento, traducido a las realidades internas del invadido país, implica una cifra cercana a los 500 millones de dólares anuales dentro del Producto Interno Bruto (PBI) y que obviamente el régimen de Hamid Karzai no toma en cuenta.
Estos detalles, admitidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y sus instituciones especializadas, contemplan además que en 14 provincias afganas el cultivo ha tenido incrementos, especialmente en la de Helmand.
Los herederos de Señores de la Guerra como Abdul Rashin Dostum, Atta Muhammad, Gul Agha Sherzai, Ismail Khan y Harji Bashar, son ahora los controladores de un negocio en el cual se incluyen figuras del Gobierno, especialistas extranjeros que actúan como guardias de seguridad y militares de la OTAN.
Datos de la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Crimen precisan que los ingresos por hectárea de opio superan los tres mil 500 dólares frente a los mil 100 de una de trigo.
Una historia anterior
Luego de la invasión de la OTAN en Afganistán en el 2001, los intentos de provocar el caos administrativo como una forma para neutralizar al movimiento insurgente no han dado los resultados esperados pero tampoco han podido evitar la extensión de la corrupción.
Figuras del aparato estatal como del asesinado hermano de Karzai, Ahmed Wali o Izzatullah Wasafi, jefe de la Oficina Anticorrupción, son un ejemplo de vínculo entre narcotraficantes.
La inestabilidad del país y las fracasadas y continuas operaciones bélicas de la coalición otanista no han disminuido ni la resistencia contra la ocupación ni el incremento del cultivo del opio.
Un experto español sobre el tema, Iñigo Febrel Belloch, argumenta que "la lucha contra el cultivo y el tráfico de drogas no puede hacerse únicamente con medios militares, sino debe acometerse desde todas las instituciones y políticas internas adoptadas...".
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN planean el retiro de sus tropas a partir del 2014 de Afganistán, algo aún indefinido en plazos y organización y que, sin dudas, contribuirá a mantener el caos en una nación carente de la más elemental infraestructura social.
Pedro Blas García - Prensa Latina
