La longevidad del régimen de Assad está garantizada por el equilibrio entre las diferentes comunidades del país, dijo en una entrevista BBC Fawaz Gerges, especialista sobre Oriente Medio de la London School of Economics.
La longevidad del régimen de Assad está garantizada por el equilibrio entre las diferentes comunidades del país, dijo en una entrevista BBC Fawaz Gerges, especialista sobre Oriente Medio de la London School of Economics.
“La pregunta no es si los días de (el presidente sirio) Assad están contados, sino ¿por qué el régimen de Assad, que puede sobrevivir fácilmente a la figura de su actual dirigente, es mucho más fuerte y unido de lo que creen los políticos occidentales? Para esto hay varias razones. La principal es que la longevidad del gobierno de Assad no sólo se basa sólo en la coerción y dominación, sino también en la hegemonía política y el equilibrio entre los intereses de las distintas comunidades”, dijo el experto.
Assad, padre e hijo, establecieron relaciones con empresarios sunníes, cristianos y drusos y tenían vínculos financieros y comerciales, incluyendo en Damasco y Alepo - centros de la vida política y económica en Siria y donde vive más de un tercio de la población del país. La lealtad, cultivada por el régimen en los últimos 40 años, le está ayudando ahora a consolidar las bases de su poder. Esta lealtad no sólo se basa en el dinero o la identidad de los alauíes, sino en la influencia y el sentimiento de exclusividad que ha colocado a los representantes de diferentes religiones y comunidades al lado del régimen. Éste también se ha beneficiado de la unidad de las minorías, que le consideran como su defensor. “Cuanto más empantanado esté el conflicto y más encarnizada sea la lucha, mayor es el riesgo de que estas minorías sean destruidas. Es para ellas una cuestión de supervivencia, y muchas personas se aferran a lo que conocen”, señala Gerges.
El estancamiento de los enfrentamientos entre el gobierno y la oposición armada se complica por la interferencia de fuerzas extranjeras que han transformado el conflicto sirio una guerra “por poderes”. Por un lado están implicados Arabia Saudí, Turquía y Qatar, que financian y arman a la oposición siria. Por el otro lado, tenemos a Irán, que constituye un apoyo fundamental para el régimen de Assad y ha dejado claro que no permitirá que el gobierno sirio sea derrocado por la fuerza.
A pesar de la retórica que emplean, las potencias occidentales se han resignado a la idea de que hay pocas oportunidades de poner fin de inmediato al conflicto sirio. El presidente de Francia, François Hollande, aparentemente empujado por la situación interna de su país, ha instado a la oposición siria a formar un gobierno que Francia reconocería. Sin embargo, EEUU y sus aliados occidentales no abogan por una intervención militar en la situación actual, concluye Gerges.