Las fuerzas gubernamentales han sido capaces de alcanzar importantes logros militares y asestar a los grupos militantes duros golpes que han llevado a éstos a admitir que la batalla de Alepo va a ser la más importante de todos.
Dr. Ibrahim Musawi
Los últimos enfrentamientos en Siria han llevado a nuevos desarrollos que podrían eventualmente confirmar una realidad que ya es posible percibir: la incapacidad de los rebeldes y los grupos terroristas de establecerse como un grupo unificado o de infligir una derrota decisiva y significativa a las tropas del gobierno. Por el contrario, las fuerzas gubernamentales han sido capaces de alcanzar importantes logros militares y asestar a los grupos militantes duros golpes que han llevado a éstos a admitir que la batalla de Alepo va a ser la última y la más importante de todas.
Vale la pena mencionar que la intensidad de las recientes batallas en Alepo, y el caos y la destrucción que han afectado a la ciudad han hecho que mucha gente se replantee cuál es la agenda real de los rebeldes y sus simpatizantes.
Por otra parte, muchos grupos armados e individuos en diferentes ciudades y aldeas sirias han comenzado a contactar con responsables locales y jefes tribales para que actúen como mediadores con las autoridades sirias con el fin de que éstas les otorguen garantías y seguridades personales si entregan las armas. El estado de ánimo de la población está cambiando también. Muchas personas han experimentado ya qué tipo de alternativa horrible está ofreciendo la así llamada oposición, por lo que han llegado a una especie de conclusión colectiva: hay que abandonar la pasividad y actuar en apoyo del gobierno.
Ahora, es posible encontrar fácilmente a muchos opositores pro-sirios que afirman que la mayoría de los combatientes en las diferentes regiones de Siria son extranjeros, que pertenecen a varias nacionalidades árabes y no árabes. La ayuda militar y logística procedente del exterior sigue entrando en el territorio sirio. Sin embargo, la moral de los rebeldes y los grupos militantes nunca ha sido tan baja como en la actualidad. Las potencias regionales e internacionales han perdido toda esperanza de que se produzca un cambio de régimen. Los insurgentes locales a los que se prometió un sencillo y rápido derrocamiento del régimen se están lamentando y culpando a su propia ilusión y miopía por haberse implicado en esta lucha, y buscan ahora un medio de salvación. Y por otro lado, el gobierno ha sido capaz de implementar un plan multifacético a nivel militar y político, que está basado en la coordinación disciplinada de los diferentes aparatos oficiales y asegura, así, un nivel efectivo de mando y control.
¿Cuál es el resultado esperado de la actual crisis?
Teniendo en cuenta todos los acontecimientos antes mencionados, la única solución previsible y esperada es de carácter político. En efecto, los distintos actores regionales e internacionales que apoyan a los grupos armados se han estrellado en la roca iraní-ruso-china, ya que estos tres últimos países se han comprometido a hacer todo lo posible para prevenir y resistir cualquier acción militar exterior. Ellos han dado muchos pasos más en la intermediación, el apoyo y la facilitación de las iniciativas políticas dirigidas a que la oposición y los representantes del gobierno se sienten y alcancen soluciones de carácter nacional, y no dictadas o importadas de afuera. Los esfuerzos se están acelerando y prometen ser exitosos dada la voluntad expresada por países como Egipto y Turquía de apoyar dicho proceso.
La crisis siria se dirige ahora hacia un punto de inflexión, y la esperanza, después de que muchas potencias regionales intentaran implementar sus inútiles conspiraciones, es que haya una oportunidad para que la racionalidad actúe, ya que la única alternativa a esto sería un mayor derramamiento de sangre y una mayor destrucción, que sólo servirían a los objetivos e intereses de Israel y del resto de enemigos de Siria y su pueblo.