Las negociaciones sobre el llamado abismo fiscal se mantienen hoy sin avances, mientras las agencias federales se preparan para el peor escenario, y los republicanos aseguran que el presidente Obama es el culpable del estancamiento.
Las negociaciones sobre el llamado abismo fiscal se mantienen hoy sin avances, mientras las agencias federales se preparan para el peor escenario, y los republicanos aseguran que el presidente Barack Obama es el culpable del estancamiento.
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, acusó la víspera al mandatario de que se perdiera una semana más de conversaciones en torno a la crisis.
Boehner, republicano por el estado de Ohio, aseguró que apenas 24 días antes de la fecha tope, no existen avances y expresó su frustración de que Obama no respondiera a su propuesta que incluye 800.000 milllones de dólares en nuevos impuestos como parte del plan de reducción de la deuda pública.
Las negociaciones transcurren al más alto nivel, y se concentran ahora solo entre Obama y Boehner, ni siquiera participa el vicepresidente Joseph Biden ni el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, ni la jefa de la minoría del partido azul en la Cámara baja, la congresista por California Nancy Pelosi.
Biden asistió ayer a un almuerzo con varios ciudadanos de la clase media en un restaurante del estado de Virginia, como parte de la ofensiva de relaciones públicas lanzada por la Casa Blanca en los últimos días.
Obama insiste en que no rubricará ningún acuerdo que no incluya un aumento de impuestos de los estadounidenses que ganan más de 250.000 millones de dólares anuales.
El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, aseguró incluso que el Gobierno está dispuesto a arriesgarse a sumirse en el abismo fiscal con tal de no ceder en esa demanda, declaraciones que Boehner calificó de insensatas.
Por otra parte, las agencias federales se aprestan este fin de semana a elaborar planes de contingencia ante la posibilidad de los recortes presupuestarios y alzas de impuestos que se impondrán si no se logra un acuerdo sobre esta crisis.
Si en los próximos días Obama y el liderazgo republicano en el Congreso no alcanzan un arreglo, algunas agencias gubernamentales prevén licencias obligatorias para los trabajadores federales, mientras otras disminuirán sus niveles de contrataciones y pospondrán programas ya aprobados.
El Ejecutivo indicó al Pentágono y agencias civiles que se preparen para el peor de los escenarios, pero funcionarios que están al frente de esos departamentos, desde hace varios meses han tomado medidas paliativas de emergencia.
El sistema judicial será uno de los más afectados, pues enfrentará pérdidas por 555.000 de dólares para el próximo año, de acuerdo con más del 8% de reducciones que sufrirán las agencias civiles. Varios tribunales de distrito cerrarán al menos un día a la semana, según los planes.
Los jueces y los fiscales verán reducidos sus niveles de seguridad en las cortes, pues sus guardias verán recortados sus horarios de trabajo, mientras se impondrán también licencias de hasta cuatro semanas a los empleados, y habrá significativas demoras en los juicios, alertó el diario The Washington Post.
Los militares no se quedan atrás en esta carrera contra el tiempo. El Pentágono, por ahora, impondrá una congelación inmediata de las plantillas de sus empleados civiles, lo que traerá serios inconvenientes para el funcionamiento de las Fuerzas Armadas y sus estructuras de apoyo, además de otros recortes que sufrirán directamente las tropas.
Medios de prensa estadounidenses señalan que esta cadena de medidas también provocará enfrentamientos entre los sindicatos y sus empleadores en todos los niveles, en particular en aquellas entidades en las que se produzcan despidos.