Estrangulados por el paro y la austeridad, millones de europeos se encaminan hacia una situación de pobreza que golpea a las clases medias, destruye la cohesión social.
Estrangulados por el paro y la austeridad, millones de europeos se encaminan hacia una situación de pobreza que golpea a las clases medias, destruye la cohesión social y alcanza a grupos que hasta ahora gozaban de una especial protección, como las mujeres y los niños.
“El agujero negro es cada vez mayor”, dijo Mercedes González, una española de 52 años que está luchando para asegurar la vida cotidiana de una familia en paro en Fuenlabrada, en las afueras de Madrid.
En julio, ella recibía, al igual que su marido, una ayuda del Gobierno de 426 euros, ahora reducidos a 360. “Durante este tiempo, el precio de los alimentos y las facturas ha aumentado por el incremento del IVA” en septiembre, dijo.
“Las cosas van de mal en peor, nos estamos asfixiando”, dice esta mujer, vendedora en paro, cuyo marido, carpintero, y dos de sus tres hijos adultos también están desempleados.
España, la cuarta economía de la zona euro, muestra todos los ingredientes de una gran crisis social: una cuarta parte de los trabajadores en activo en paro, una brutal política de austeridad nunca vista antes, recortes implacables en la educación y la sanidad, desempleo y miles de familias excesivamente endeudadas que pierden sus viviendas.
En este país, donde dos propietarios de apartamentos amenazados de desahucio se han suicidado recientemente, la crisis se convierte a veces en tragedia, al igual que sucede también en Italia o Grecia.
A finales de marzo, toda Italia enmudeció ante el acto desesperado de Giuseppe Campaniello, un albañil en paro de Bolonia, demandado por no pagar sus impuestos, que se autoinmoló.
“Guiseppe ha sido víctima de un sistema que funciona en contra de los ciudadanos,” señaló su viuda de 48 años, Tiziana Marrone. “Giuseppe no recibió ninguna ayuda. Él sentía que se encontraba contra la pared”, añadió Marrone. “No se trata de un suicidio debido a la crisis. Es un crimen que ha sido avalado por el Estado”.
Pero es probablemente Grecia, con su economía bajo supervisión y un desempleo récord (26%), la que está sufriendo el impacto social más dramático de la crisis: el 31% de sus habitantes estuvieron en 2011 en riesgo de pobreza o exclusión, según Eurostat, frente al 24,2% de media europea.
George Tsouvalakis, carpintero sin trabajo de 31 años y su esposa Lia, de 30 años, forman parte de esta “generación perdida”.
Con su hija de dos años, ellos intentan salir del país, pero no pueden pagar un billete de avión. Sus ingresos, más de 2.500 euros antes de la crisis, han caído hasta una cantidad situada entre los 0 y los 400 euros al mes. “No tenemos los medios para salir del país. Estamos prisioneros de nuestros hogares,” señala Lia.
Nilce Carvalho, una portuguesa de 29 años que estudia Arte Dramático en la prestigiosa Universidad de Coimbra ha ideado otra forma de protesta: ha hecho un llamamiento en Facebook para que sea eliminada la deuda que tiene contraída con la universidad y que le impide obtener su grado.
Como resultado de los planes de austeridad del Gobierno, su beca se ha reducido de 400 a 98 euros y debe, por lo tanto, miles de euros de la matrícula. “Es una situación muy difícil. No es algo normal el exponer así las dificultades,” señaló.
En estos países, las organizaciones humanitarias han recibido todo el impacto de la ola de pobreza, que castiga a cada vez más personas.
“Hay familias con todos los miembros en edad de trabajar en paro, personas que pierden sus viviendas debido a que son desahuciadas y que no están acostumbradas a utilizar las redes de protección social”, dijo Fernando Cuevas, portavoz de la Cruz Roja Española.
Las ONGs están especialmente preocupadas por el destino de las mujeres y los niños, dos colectivos previamente preservados por los mecanismos de solidaridad familiar, que ahora vacilan.
“¿Donde está hoy la clase media en España?”, se pregunta David Polo, que trabaja con las personas sin hogar para la asociación humanitaria Caritas en Burgos, una ciudad del norte del país. “Está destruida. Estamos empezando a ver una polarización entre ricos y pobres”.
UNICEF ha fijado en 2,2 millones el número de niños que viven por debajo del umbral de la pobreza en España. En Portugal, el Ministerio de Educación reveló a finales de noviembre que en menos de 20 días, se incrementó el número de alumnos que sufrían deficiencias nutricionales desde los 10.000 a casi 13.000.
Ni siquiera los jubilados, algunos de los cuales asumen la carga del mantenimiento de familias enteras, se han librado: el gobierno derechista español acaba de anunciar que el aumento de las pensiones en 2013 será menor que el previsto, rompiendo así el tabú de una promesa realizada durante la pasada campaña electoral en un tema muy sensible.