Como sucedió con Italia del siglo XX, la Turquía de hoy acaricia sueños quiméricos y busca objetivos tan inaccesibles como imposibles.
Como sucedió con Italia del siglo XX, la Turquía de hoy acaricia sueños quiméricos y busca objetivos tan inaccesibles como imposibles.
Recientemente, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció que su país estaba siempre listo para una guerra y que lanzaría, si es necesario, una para defender su territorio.
Tales declaraciones, junto a otras medidas adoptadas por la Turquía -el despliegue de los misiles Patriot en sus fronteras con la Siria- pueden crear una enorme tensión en la región. La injerencia de Turquía en los asuntos iraquíes y sirios muestra que la diplomacia de ese país se basa en ambiciones y posturas agresivas. Y esto a pesar de que Ankara se enfrenta a muchos problemas, tanto internos como externos.
Este comportamiento recuerda extrañamente al de la Italia del siglo XX. Una vez unificada, Italia ha sido uno de los países más aventureros de Europa. Ella desempeñó un papel activo en el escenario europeo de rivalidades y conflictos. En los primeros años del siglo XX, Italia se unió a los países colonialistas para obtener su porción, especialmente en África y más precisamente en Libia, Etiopía y Somalia.
Los dirigentes italianos, aunque ocupaban una posición inferior a las potencias de la época, incluyendo Francia, el Reino Unido, Alemania y Rusia, mantuvieron una presencia muy activa en el escenario internacional, entrando y saliendo de las coaliciones y extrayendo concesiones de las mismas.
Italia codició, desde siempre, los Balcanes, especialmente sus regiones ricas. No obstante, los italianos nunca lograron sus objetivos ambiciosos. Ellos sufrieron graves reveses durante las dos guerras mundiales y fueron muy rápidamente excluidos del grupo de países que dominaban entonces la política internacional. Con el estallido de la II Guerra Mundial, Italia una fuerte derrota a manos de los ejércitos de Alemania y Austria, un grave revés que quedó grabado para siempre en los anales de la historia italiana.
Durante la Segunda Guerra Mundial, y a pesar del apoyo de Alemania, los italianos fueron derrotados en África y perdieron sus colonias de Libia y Etiopía. Asimismo, con la conquista de Sicilia por los ejércitos aliados, Italia fue obligada a rendirse. Para los expertos e historiadores, la debilidad del ejército italiano, los problemas económicos y la falta de unidad y cohesión nacional fueron los principales factores que explican el fracaso de la Italia.
Este breve recordatorio histórico sirve establecer un paralelismo con la Turquía actual.
Los dirigentes de Ankara buscan objetivos ambiciosos, tales como la rehabilitación del Imperio Otomano. Están convencidos de que Turquía atrae al mundo árabe y los pueblos de Oriente Medio. Ankara ha definido sus objetivos políticos y económicos en una vasta zona geográfica, que va desde Occidente hasta Túnez, con el fin de ampliar su esfera de influencia.
Los turcos tienen una presencia activa en Libia, tras su intervención en ese país en contra del antiguo líder Muammar al Gadafi, y continúan su injerencia en los asuntos de Siria, el Líbano e Iraq. Turquía se ha embarcado en tal aventurerismo regional en unas circunstancias en las que los líderes del AKP (el partido gobernante) han trabajado para debilitar al ejército, al que consideran su rival político. El temor a un golpe de estado interno y el enjuiciamiento y destitución de los generales han llevado a algunos analistas a concluir que Turquía carece de un ejército poderoso en la actualidad.
Las peticiones incesantes de Turquía a la OTAN y a EEUU para que tengan una presencia directa en la batalla contra Siria ponen de manifiesto el hecho de que Ankara no puede ir a la guerra por sí sola o ni siquiera amenazar a un país en crisis como Siria.
La política turca carece también de una cohesión interna, ya que es criticada con dureza por la principal fuerza de oposición, el Partido Popular Republicano (CHP), y otros.
Por otro lado, la Turquía sufre muchos problemas internos, anclados en la historia. Los kurdos siempre e
Se han rebelado contra el gobierno central.
El gobierno de Ankara se enfrenta, pues, a un conflicto armado, en gran medida perjudicial para la unidad turca. A pesar de todos los esfuerzos para resolverlo, aquel persiste o incluso podría extenderse debido a la injerencia de Turquía en Siria e Iraq, lo cual podría irritar a los kurdos de los dos países y crear más problemas para Ankara, que viola repetidamente la integridad territorial de ambos estados.
La economía turca, pese a su crecimiento, depende del turismo y las inversiones extranjeras. Ambos están estrechamente relacionados con los problemas de seguridad y la guerra, y éstas podrían así causar un daño enorme a la economía turca y detener su expansión.
Ignorando todos estos retos e indiferentes al impacto que tendrá a largo plazo su aventurerismo e injerencia en los países vecinos, los dirigentes turcos avivan las llamas de la crisis en Oriente Medio.
Este comportamiento recuerda a la Italia del siglo XX, que, haciendo caso omiso de sus propias debilidades y limitaciones, se embarcó, con desastrosos resultados, en varios conflictos internacionales.
La sabia observación del canciller alemán Bismarck acerca de esta política de los italianos resulta aún relevante: “Tienen un enorme apetito, pero sus dientes están podridos.”