Cuatro acontecimientos fundamentales merecen una atención detallada para comprender los elementos del escenario sirio en todas sus dimensiones durante los próximos meses.
Cuatro acontecimientos fundamentales merecen una atención detallada para comprender los elementos del escenario sirio en todas sus dimensiones durante los próximos meses.
El primero es el largo discurso del presidente Bashar al-Assad, en el que él propuso un plan para una solución pacífica a la crisis en su país.
La segunda es una fatua emitida por el gran muftí de Arabia Saudí, Sheij Abdel Aziz Al Sheij, que advirtió a los ulemas saudíes en contra de realizar llamamientos al yihad en Siria, afirmando que el apoyo a los yihadistas debe ser sólo financiero y a través de “canales oficiales”.
La tercera es la multiplicación de las quejas del Ejército Sirio Libre (ESL) acerca de la detención de la ayuda financiera y militar que venía recibiendo, lo cual refleja un cambio, permanente o temporal, de la actitud de los países que le habían venido proporcionando apoyo.
Por último, dentro de dos semanas se celebrará una conferencia en Ginebra, que cuenta con la participación de los opositores que creen en el diálogo con el régimen. Esta conferencia se coloca bajo la égida de la preservación de la unidad geográfica y confesional de Siria. La conferencia está apoyada por varios estados europeos, incluyendo Alemania y Suecia, según sus organizadores.
El discurso del Presidente Assad fue decepcionante para sus críticos, porque no fue el de un hombre vencido y que se mueve un agujero a otro. Este discurso fue el más fuerte que nunca él pronunció, especialmente desde la revuelta contra su régimen.
El presidente Assad hizo claro que no negociará con la oposición del exterior a la que acusó de estar al servicio de Occidente, porque si la negociación es inevitable, la efectuará con sus amos. Él aseguró que se mantendrá en su puesto y se niega a hablar de su salida.
Nos encontramos, pues, con un hombre que está decidido a llegar hasta el fin en la vía que él ha escogido, con independencia de lo que suceda.
Es difícil creer que el presidente Assad vaya a caer sin intervención extranjera. Y esta opción se aleja cada vez más. La administración de EEUU teme sus consecuencias y no puede aguantar más humillantes fracasos como los acaecidos en Iraq y Afganistán. La fatua saudí, la declaración del ministro Saud al-Faisal de que la salida del Presidente Assad debe ser decidida por el pueblo sirio y las quejas del ESL son todas ellas factores que hacen que Assad esté ahora menos preocupado por su destino.
Muchos pronosticaron la caída del presidente sirio en 2012, o incluso antes. Otros menos predijeron su caída al comienzo de este año. Pero la frialdad estadounidense hacia la rebelión, la polarización comunitaria y el contagio de la crisis a los países vecinos (Iraq, la fatua de Arabia Saudí, la indiferencia de Egipto etc...) permitirán alargar la vida útil de Assad y su régimen hasta el final del año o incluso (mucho) más allá.
Abdel Bari Atuan, redactor en jefe, nacionalista árabe
Al Quds al-Arabi (periódico panárabe editado en Londres) - Mediarama