¿Están las mismas fuerzas que promueven un conflicto sectario en Siria intentando hacer lo mismo en Iraq?
¿Están las mismas fuerzas que promueven un conflicto sectario en Siria intentando hacer lo mismo en Iraq?
Desde la caída de la dictadura de Saddam Husein, los enemigos de Iraq se han aprovechado de las complejidades de la sociedad iraquí -integrada por diferentes componentes políticos, étnicos y religiosos- con el fin de alimentar los conflictos sectarios. Ellos están intentando derrocar al actual gobierno iraquí, encabezado por Nuri al Maliki, afirmando que está dominado por los shiíes o es pro-iraní, y fomentar las divisiones entre sunníes y shiíes y entre árabes y kurdos.
Los analistas iraquíes piensan que algunas partes externas están conspirando para derribar al gobierno de Maliki en Iraq con el fin de expulsar a los partidos shiíes del poder o al menos debilitar su influencia. Ellos consideran también que Iraq sería el siguiente en la lista si el régimen de Bashar al Assad fuera derrocado por grupos armados en Siria. Los grupos extremistas se verían entonces impulsados por un gobierno sectario de línea dura en Damasco y el resultado sería un conflicto sectario más amplio en la región.
Uno de los enemigos del gobierno iraquí es Al Qaida en Iraq, responsable de una ola de ataques terroristas sectarios que continúan hasta hoy. El pasado año, Al Qaida comenzó a expandir sus operaciones en Iraq y, como resultado, centenares de personas resultaron muertas, especialmente durante las celebraciones religiosas shiíes.
A pesar del alto número de víctimas, las autoridades iraquíes han quitado importancia a las operaciones de Al Qaida calificándolas de “insignificantes”. “La guerra contra el terrorismo se ha terminado,” dijo Maliki, añadiendo que “lo que queda es sólo un grupo de células respaldadas por países extranjeros”. El Parlamento iraquí ha aprobado también una dura ley antiterrorista, que ha contribuido a reducir el número de ataques. Sin embargo, algunos problemas continúan. Las fuerzas de seguridad, por ejemplo, carecen todavía de una apropiada estrategia contrainsurgencia, un requisito imprescindible a la hora de derrotar a un enemigo escurridizo.
Sin embargo, algunos expertos reconocen que Al Qaida está probablemente volviendo a Iraq. “La legitimidad religiosa de la guerra de Siria y el incremento de la financiación y de los combatientes allí beneficia incuestionablemente a Al Qaida en Iraq”, señala Seth Jones, un experto de la RAND Corporation. Por su parte, el jefe de la agencia de inteligencia iraquí, Qassim Atta, ha admitido que Al Qaida puede estar ganando fuerza y manifestó al canal de televisión Al Alam que la organización estaba cambiando su modus operandi con el fin de incrementar el “caos en la seguridad”.
Incluso en ese caso, resulta claro que la estrategia terrorista no ha logrado sus objetivos. El apoyo de Maliki en el Parlamento es estable e, incluso peor, ella ha socavado la imagen de sus enemigos, algunos de los cuales parecen estar vinculados a actividades terroristas. Hace algunas semanas, los fiscales ordenaron la detención de los guardaespaldas que trabajaron para el ministro de Finanzas, Rafie Issawi, a causa de sus supuestas conexiones con el terrorismo.
Este caso siguió al del vicepresidente Tariq al Hashemi, que ha sido condenado a muerte por varios tribunales debido a su participación en actividades terroristas. Los fiscales afirman que Hashemi tiene una responsabilidad en unos 150 ataques ocurridos entre 2005 y 2011. Ellos le acusan de utilizar a sus guardaespaldas como un escuadrón de la muerte y han citado las confesiones de algunos de ellos. Antes de ser arrestado, Hashemi huyó a Qatar, Arabia Saudí y finalmente a Turquía, donde se le ha dado reconocimiento y protección.
Protestas en Anbar
El pasado diciembre, los enemigos internos y externos de Maliki comenzaron a utilizar otra estrategia con el fin de derrocar al primer ministro. Miles de residentes comenzaron protestas anti-Maliki en la provincia de Anbar, de mayoría sunní. Ellos pidieron la dimisión de Maliki y la derogación de la ley antiterrorista, una extraña demanda en un país donde el terrorismo está matando a cientos de personas cada año.
Las protestas han sido apoyadas por el Bloque Iraqiya, liderado por el antiguo protegido de la CIA, Iyad Allawi, Uno de los dirigentes de esta formación política, el diputado Ahmed al Alwani, lideró ruidosas manifestaciones en Faluya, donde los participantes cantaron explícitamente eslóganes anti-shiies y anti-iraníes. Él incluso llamó a las masas a marchar hacia el este para “aplastar a los agentes iraníes”.
Maliki, por su parte, advirtió que el arresto de terroristas sospechosos no significaba que un grupo religioso específico estuviera siendo atacado. “Los sunníes, los shiíes y todo el pueblo deben saber que la emisión de órdenes de arresto contra sospechosos no significa atacar a un grupo religioso específico,” dijo, añadiendo que las protestas en Anbar eran “inconstitucionales” y no serían toleradas durante mucho tiempo, porque la única forma de derribar a un gobierno en Iraq era a través de elecciones.
Aunque algunos canales occidentales se han referido a las protestas de Anbar como un nuevo ejemplo de la “Primavera Árabe”, el sistema político de Iraq en realidad hace al país inmune a los desafíos de este fenómeno. A pesar del hecho de que el gobierno iraquí no es popular entre ciertos grupos de la población, nadie duda de su legitimidad política tras ganar la confianza del Parlamento, que ha sido elegido mediante unas elecciones limpias y claras.
El país está también atravesando un rápido desarrollo económico. Se espera que el Producto Interior Bruto de Iraq crezca una media de al menos el 9,4% annual entre 2012 y 2016 dado que el país se está beneficiando ampliamente de los precios más altos del crudo, dijo un responsible del banco central en febrero. Por supuesto, estos buenos resultados económicos han convertido a Maliki en una figura popular entre muchos iraquíes.
El 12 de enero, miles de manifestantes tomaron las calles en Bagdad para mostrar su apoyo al gobierno de Maliki y rechazaron los llamamientos dirigidos a abolir la ley antiterrorista. Algunos de los manifestantes llevaban pancartas en las que se decía “El propósito de las protestas de Anbar es dividir Iraq” y otros portaban pósters en los que denunciaban al fugitivo Al Hashemi como el “señor del sectarismo”.
Injerencia extranjera
Algunos analistas han visto la mano de Turquía detrás de las protestas de Anbar. Hacer varias semanas, Maliki ordenó una revisión de la relación con Turquía tras varias disputas con Ankara en relación a una serie de asuntos que incluían el apoyo turco a la insurgencia en Siria y la creciente implicación de Turquía en los conflictos étnicos y religiosos de Iraq.
La tensión con Ankara creció después de que el ministro de Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, visitara la disputada ciudad de Kirkuk durante un viaje al Kurdistán iraquí. El viaje de Davutoglu generó una furiosa reacción de Bagdad y llevó las ya tirantes relaciones a un nuevo punto bajo.
Iraq había acusado anteriormente a Turquía de alimentar las tensiones entre Bagdad y los kurdos por el control del territorio y los campos de petróleo al tratar con el Kurdistán iraquí como si fuera un estado independiente. En Julio, la región comenzó a exportar petróleo a Turquía sin el permiso de Bagdad, una acción “ilegal”, según las autoridades iraquíes. Turquía comenzó a construir oleoductos en el Kurdistán que no pasan por las rutas controladas por Bagdad. Ningún permiso fue otorgado aquí tampoco, aunque Ankara sabe muy bien que tales proyectos son una prerrogativa del gobierno central de Bagdad.
El ministro de Educación iraquí, Ali Adib, habla de una “invasión turca de Iraq”. Él destacó la presencia en Iraq de elementos de los servicios de inteligencia turcos y añadió que unas 1.080 empresas turcas están ahora operando en el Kurdistán iraquí.
Erdogan también se inmiscuye en los asuntos iraquíes. Él ha criticado a Maliki alineándose de forma abierta con los líderes del Bloque Iraqiya, que fue establecido con la ayuda del liderazgo turco en Ankara. El mismo día que Davutoglu realizó una visita al Kurdistán iraquí, el líder del Bloque Iraqiya, Iyad Allawi, fue recibido por Erdogan en Ankara.
Se cree también que Qatar está fuertemente implicado en las protestas. Su canal Al Yazira está ofreciendo una fuerte cobertura de las protestas en Iraq y sus empleados se han unido a una campaña anti-shii en Internet.
“Algunos países extranjeros, como Turquía, Qatar y Arabia Saudí, aspiran a jugar un papel regional en Iraq. Ellos han explotado la falta de confianza que prevalece entre los componentes del pueblo iraquí, heredada del antiguo régimen”, dijo Adib. Y añadió: “EEUU no está lejos de lo que está ocurriendo en Iraq tampoco... Hay una voluntad de dividir Iraq en tres partes: kurda, sunní y shií”.
Sin embargo, el nuevo complot sectario es Iraq está probablemente condenado al fracaso ya que muchos grupos y líderes sunníes moderados han expresado su rechazo a la retórica sectaria anti-shií, describiéndola como peligrosa. Existen también signos de disensión dentro del Bloque Iraqiya. El portavoz del partido, Haidar al Mullah, anunció recientemente que iba a dimitir de su cargo debido a las diatribas anti-shiíes de algunos de sus líderes.