En la Parte I de Después de Siria, la Sedición Llega a Iraq presentamos un informe sobre la posición de Iraq, su importancia estratégica, su petróleo y sus recursos.
Sadeq Khanafer - Hussein Mallah
En la Parte I de “Después de Siria, la Sedición Llega a Iraq” presentamos un informe sobre la posición de Iraq, su importancia estratégica, su petróleo y sus recursos. Esos elementos están entre los más atractivos que han motivado la inclusión del país en los planes estadounidenses y occidentales para desintegrar y debilitar la región hasta destruirla en su totalidad a través del fomento de las disputas de tipo sectario, doctrinal, étnico e incluso tribal.
En la Parte II, vamos a presentar el contexto político en el que estalló la reciente crisis en las provincias del oeste y norte de Iraq. Pondremos también de manifiesto el papel extranjero a este respecto, comenzando por la Administración estadounidense y terminando por Turquía y algunos estados del Golfo, especialmente Qatar y Arabia Saudí.
El plan occidental
Las agresiones contra Iraq no son un tema nuevo. Desde la firma del Acuerdo Sykes-Picot, el país ha sido blanco de muchos planes occidentales. Sin embargo, el aspecto más preocupante de hoy en día es que se producen en un contexto de una amplia sedición, que golpea a varios países de Oriente Medio. Los símbolos de esta sedición son muy claros como también lo son los planes ya fijados que forman parte de las estrategias de Washington.
El plan organizado, que comenzó con la división de Sudán entre el norte y el sur, es aplicable a varios países de la región. Así por ejemplo, vemos la forma en que las divisiones tribales se han fomentado en Libia, dado que las divisiones sectarias y doctrinales no existen allí . El Sur de Yemen está pidiendo la secesión, por no mencionar la lucha en Egipto y el conflicto en Siria.
Quizás las principales causas que se encuentran detrás de la aceleración en la puesta en práctica de este plan en Iraq fue la humillante retirada de las tropas de ocupación estadounidenses del país y su incapacidad de crear allí algún tipo de base permanente que sirviera a sus intereses de controlar la región. Por esta razón, los estadounidenses se apresuraron a utilizar a sus aliados, tanto locales como regionales, para fomentar los enfrentamientos dentro de Iraq.
Esto fue lo que el analista político iraquí, Abbas al Musawi, aseguró durante una entrevista con el sitio de Al Manar. “El apoyo estadounidense a las actuales protestas en Iraq resulta claro, especialmente si tenemos en cuenta sus excelentes relaciones con los gobiernos turco y qatarí, que son las dos principales partes que apoyan la sedición,” dijo Musawi.
La opinión de Musawi se corresponde con la de Habib Fayyad, experto en temas estratégicos, que nos recuerda que “el proyecto estadounidense y occidental, que goza del apoyo de algunos países de la región, está basado en el empeoramiento de las divisiones de tipo religioso y el fomento de la sedición”.
Fayyad dijo al sitio web de Al Manar que, con respecto a la difícil situación política y social en Iraq, “podemos esperar que los actuales acontecimientos extiendan la sedición cada vez más y amplíen el foso entre los musulmanes”. Él añadió que “entre las causas de lo que está sucediendo en Iraq está el intento de castigar al primer ministro, Nuri al Maliki, por su negativa a aplicar las políticas occidentales en el tema sirio”.
Alternativa para Siria
Según el experto en temas turcos, Mohammed Nureddin, “los eventos recientes en Iraq ocurridos durante las pasadas semanas no son diferentes a los que han tenido lugar en Siria. Los países que buscan derribar el régimen allí son los mismos que buscan trasladar la crisis a Iraq con el fin de matar dos pájaros de un tiro. Estos países son Qatar, Arabia Saudí y Turquía”.
Musawi también aseguró en este análisis que “existe una intervención qatarí y turca en la crisis tras el fracaso militar de sus protegidos en Siria, teniendo en cuenta además las crecientes expectativas de una solución política a la crisis siria basada en el Acuerdo de Ginebra. Debido a esto, ellos han comenzado sus provocaciones en Iraq,” señala Musawi.
El papel y los objetivos de Turquía
La intervención de Ankara en los asuntos internos iraquíes ha puesto de manifiesto el verdadero rostro de la política de Recep Tayyip Erdogan hacia Iraq y toda la región. Esto se produjo en especial después de anunciar su postura en relación a la crisis siria. El Partido Justicia y Desarrollo de Turquía vio en los cambios en la región, especialmente en Egipto, Libia y Túnez, una oportunidad para jugar un papel regional destacado tras perder la oportunidad de unirse a la Unión Europea. Era también una forma de revivir las glorias del Imperio Otomano.
Con el fin de lograr sus objetivos, el gobierno turco se aprovechó de los eventos en Siria. Él apoyó, armó y dio cobijo a los grupos militantes. Lo mismo hizo en Iraq, donde Turquía intervino directamente alimentando el sectarismo allí, pidiendo a algunos grupos que se opusieran al gobierno y a los manifestantes que no cedieran en sus demandas. Entre sus injerencias, por ejemplo, están la de dar refugio al ex vicepresidente iraquí, Tariq al Hashemi, condenado a muerte por un tribunal iraquí por sus delitos relacionados con el terrorismo, y los intentos de atraerse a los kurdos iraquíes y animarlos a levantarse contra el gobierno central.
Las manifestaciones en las provincias del oeste de Iraq muestran una total implicación turca en los intentos de desestabilización del gobierno de Maliki, ya que los eslóganes gritados durante las mismas apoyan la división de Iraq en estados basados en criterios sectarios. Significativamente, en las manifestaciones aparecen banderas de los estados que apoyan tales protestas, y en primer lugar la de Turquía. De este modo, tenemos una política turca basada en los siguientes puntos:
- Una creciente presión sobre Maliki, en especial después de su toma de postura en relación a la crisis siria.
- Una intervención en los asuntos internos de Iraq.
- Un intento de atraerse a los kurdos iraquíes y construir una relación política y económica con ellos.
- Un intento de beneficiarse de los recursos petrolíferos de Iraq, especialmente los del norte del país.
- Presionar a Irán en un intento de que cambie su postura hacia Siria.
En este contexto, Nureddin explicó que “el objetivo último de Turquía es Siria y su régimen”. Además, señaló, “el papel turco es más influyente que el de otros estados debido a su posición geográfica fronteriza con Siria e Iraq”.
Los objetivos de los estados del Golfo
Los objetivos de Ankara en Iraq se entrelazan con los de algunos países regionales, especialmente los de algunas monarquías del Golfo Pérsico, que han tenido congeladas sus relaciones con Bagdad desde hace tiempo. Los más países más significativos a este respecto son Qatar y Arabia Saudí, que han sido acusados por medios iraquíes de estar directamente implicados en los atentados terroristas sectarios que tienen lugar en Iraq, así como en las actuales protestas mediante la financiación de los movimientos y organizaciones opositoras y el apoyo a sus líderes.
La cobertura de algunos canales por satélite árabes en relación a los sucesos de Anbar sirve para descubrir la identidad de los países que apoyan la desestabilización de Iraq dado que tales canales son poseídos y financiados en especial por Arabia Saudí y Qatar.
Según fuentes iraquíes, los objetivos más claros de esos países al fomentar las protestas en Iraq son:
- Debilitar al gobierno de Maliki y tratar de derribarlo y efectuar un cambio de régimen.
- Romper los vínculos entre Iraq y Siria después del fracaso de sus planes para derribar al régimen de Damasco.
- Debilitar a Irán al desestabilizar a sus aliados sirio e iraquí.
- Hacer que Iraq esté ocupado con sus temas internos e impedir que juegue un papel regional.
En este contexto, Fayyad considera que “las posturas del Golfo (especialmente de Qatar y Arabia Saudí) están ligadas a la crisis siria. De ahí su insistencia en continuar apoyando a los insurgentes hasta que se produzca una eventual caída del régimen. De este modo, no es extraño que estos países intenten golpear y secar las fuentes del poder sirio,” añadió Fayyad. En este sentido, el apoyo de esos países a las protestas en Iraq buscaría tratar de obligar a Maliki a que cambie su postura hacia Siria.
Movimientos occidentales... Mensajes al Este
Dado que Siria representa el punto de unión del eje opositor, que vincula Irán con los movimientos de resistencia en Líbano y Palestina, y es uno de los pilares de dicho eje, era un blanco previsible desde el punto de vista occidental y de algunos estados árabes del Golfo Pérsico, que temen un choque directo con la República Islámica de Irán debido a la posición estratégica y capacidades militares de esta última. De este modo, su única salida parecía ser, desde su punto de vista, presionar a Teherán mediante la desestabilización de sus aliados sirio e iraquí.
Además, Fayyad aseguró al sitio web de Al Manar que el enojo occidental y regional con el apoyo iraní al régimen sirio es debido a que ambas partes consideran a Teherán responsable de la resistencia y firmeza mostradas por Siria.
“Occidente considera a Iraq como el patio trasero de Irán y está convencido de al jugar en este campo podrá socavar la inmunidad de este último país y su apoyo a Damasco”, indicó.
Por otro lado, Fayyad dijo que “los disturbios en Iraq buscan incrementar la presión sobre Irán para que ceda durante las negociaciones relativas a su programa nuclear”.