En esta última parte de Después de Siria, la Sedición Llega a Iraq, arrojaremos luz sobre la actual agitación que se vive en las provincias del oeste de Iraq...
Sadeq Khanafer - Hussein Mallah
Después de haber hablado sobre la importancia y el papel de Iraq en la Parte I de este informe, y el papel de algunos estados extranjeros en el estallido de la crisis con el fin de conseguir sus propios objetivos en la región en la Parte II, en esta tercera y última parte de “Después de Siria, la Sedición Llega a Iraq”, arrojaremos luz sobre la actual agitación que se vive en las provincias del oeste de Iraq, así como las formas de confrontarla tanto a nivel popular como oficial.
No hay duda de que las actuales protestas en el oeste y el centro de Iraq no ocurren por azar ni son una reacción al arresto del jefe de los guardaespaldas del ministro de finanzas iraquí Rafi Al-Issawi. El tono provocador que este último asumió en respuesta a la persecución judicial a sus guardaespaldas implica que algunos círculos de dentro y fuera del país están detrás de esta escalada de incidentes.
Demandas… o un ajuste de cuentas
Según en analista político iraquí, Abu Maizam al Yawaheri, “la región y todo el mundo sufren una guerra fría puesta en práctica en Siria, Iraq y otros países. El objetivo es desestabilizar Iraq para que sea una parte en esta guerra o un actor controlado por otros”. “Una conspiración, liderada por Qatar, Turquía y Arabia Saudí, en coordinación con Israel y EEUU, ha sido implementada con el fin de crear un nuevo eje que contrarreste la presencia del eje de la resistencia en la región, representado, en primer lugar, por Irán. Los acontecimiento actuales en Iraq tienen como fin el ejercer una presión dirigida a arrastrar al país árabe hacia el eje Occidente-Golfo, aunque Iraq no se considera parte de ninguno de los dos ejes,” dijo Yawaheri al sitio de Al Manar.
Además, Yawaheri considera que “los países que participan en esta conspiración se aprovechan de la actuación de algunos kurdos, que quieren robar los recursos iraquíes en su región y una cuarta parte de los recursos de otras regiones iraquíes.”
“Ellos quieren crear un estado, con independencia de la presencia iraquí en su región. Desean explotar a los políticos iraquíes, incluyendo los baasistas, y a Al Qaida y aprovechar el ambiente sectario. Algunos de ellos quieren un Iraq dividido. Su principal tarea es incrementar y provocar el sectarismo”, añadió.
Por su parte, el analista iraquí Abbas Musawi aseguró al sitio de Al Manar que “las protestas de Anbar no fueron reacciones normales. Todo el mundo sabe que el tema es tipo legal y que el sistema judicial iraquí fue el que produjo la orden de arresto de los guardaespaldas de Al Issawi,” señaló. “Sin embargo, la conferencia de prensa de Al Issawi alentó el sectarismo y permitió a algunos extremistas a utilizar esta carta, en la creencia de que una “primavera” sunní o salafista se extendería a Iraq,” indicó, añadiendo que las demandas de los manifestantes no eran claras, sino diversas y contradictorias.
“Esos movimientos exigen que el gobierno ponga fin a la causa contra los guardaespaldas de Al Issawi y que éstos sean puestos en libertad, pero esto sería ilegal,” señaló. “El gobierno no puede resolver este caso porque es totalmente judicial”.
Los peligros de la crisis
La reciente crisis, que precede a los enfrentamientos entre el gobierno central y el del Kurdistán Iraquí, ha dejado efectos negativos en Iraq, que ya sufría problemas a varios niveles. El más importante es la inestabilidad y los atentados con bomba periódicos. Las protestas de Al Anbar han empeorado la situación después de que los organizadores abogaran abiertamente por el sectarismo y las divisiones.
En este contexto, el experto en temas turcos Mohammad Nureddin declaró al sitio de Al Manar que “un serio juego está teniendo lugar en la región. En el caso de que los intentos de algunos gobiernos árabes y occidentales de derribar al régimen de Siria fracasen, esos estados buscarán la desestabilización de Iraq, lo que podría llevar a la partición de este país”.
Por su parte, Amir Mussawi, director del Centro de Estudios Estratégicos y Relaciones Internacionales de Teherán, manifestó a nuestro sirio web que “el problema es que estos gobiernos intentaron imponer un bloqueo sobre Siria. Ellos actuaron en el norte del Líbano cuando perdieron la esperanza de lograr un cambio en la situación siria -casi dos años después de prestar un apoyo militar, económico y mediático a los grupos armados- debido a la voluntad del pueblo sirio. La situación para ellos es muy difícil”.
De este modo, podemos resumir los riesgos más importantes a los que Iraq hace frente teniendo en cuenta los siguientes acontecimientos:
1- Una creciente división entre la población iraquí debido a la incitación sectaria y étnica.
2- Proyectos de partición alimentados por países occidentales.
3- Un debilitamiento del gobierno central.
4- La reanudación de los atentados sangrientos por parte de los grupos extremistas.
5- Consecuencias negativas para los planes de desarrollo económico y social, en especial la explotación de los recursos petrolíferos.
Enfermedad y cura
Aunque el horizonte no está claro, se plantean cada vez más cuestiones acerca de si los iraquíes serán capaces de poner fin a estos problemas y con qué cartas cuenta el gobierno para arreglar la situación.
Al Yawaheri dijo al sitio web de Al Manar que “el gobierno iraquí es muy consciente de esta conspiración. Él ha tomado algunas iniciativas para dar respuesta a las demandas de los manifestantes como la liberación de cientos de presos y la disposición mostrada para discutir el Artículo 4 (relativo al terrorismo) del Código Penal. Muchos manifestantes poseen una mente abierta y son conscientes de que el gobierno es serio y honesto en lo que atañe a esta propuesta. También son conscientes de que la motivación de los que alimentan las protestas es deshonesta y ellos buscan utilizarlas con el fin de alcanzar sus objetivos y los de los estados para los que trabajan,” añadió.
Por su parte, Amir Mussawi dijo que “la confrontación política entre el gobierno y la oposición se encuentra determinada por las demandas ilegales de algunos grupos de oposición y por la intervención extranjera y regional”.
El experto iraní cree que “algunas demandas son razonables y lógicas y el gobierno puede responder a ellas favorablemente. Otras son imposibles de aceptar porque se encuentran fuera de las competencias del propio ejecutivo. El Parlamento es quien debe decidir sobre las leyes que algunos políticos y miembros de los grupos de oposición desean abolir”.
“El artículo que hace mención al terrorismo no puede ser cancelado por una decisión política. Si algunos obstáculos en su aplicación existen, puede ser reformado. En lo que se refiere a su anulación, ésta proporcionaría a los terroristas la oportunidad de asesinar y secuestrar impunemente sin ninguna responsabilidad. En este caso, los derechos de la población iraquí quedarían en entredicho. La nación y la sangre de los mártires sería traicionada,” añadió Musawi.
Mussawi cree que la solución residiría en “formar un alto comité nacional que cree la base para un diálogo nacional y se ocupe del problema iraquí en general. El comité debería también adoptar decisiones decisivas para resolver los problemas económicos y los relativos a los servicios”.
“Todo es discutible excepto el sectarismo. La mayoría silenciosa del pueblo iraquí no guardará silencio frente a aquellos que quieren destruir el país. Más bien, se movilizará para confrontar con firmeza esta amenaza cuando el tema cruce la línea roja,” añadió Musawi.
Las protestas en Iraq no pueden ser incluidas dentro de la así llamada Primavera Árabe debido a la sensibilidad de tipo sectario que existe en el país; quizás la mejor carta con que cuenta el gobierno de Nuri al Maliki sea el dejar claro que las demandas de los manifestantes de Anbar no están relacionadas con el bienestar de la población, sino que tienen conexiones extranjeras.
Según el experto estratégico, Habib Fayyad, cuanto más se presione al gobierno de Al Maliki, más firmes decisiones tendrá éste que adoptar:
- Un mayor apoyo al régimen sirio para ayudarle a resistir el embite de los grupos sectarios extremistas.
- Un fortalecimiento aún mayor de las relaciones con Irán y Jordania.
- Una mayor presión sobre el gobierno turco en relación al tema kurdo. En realidad, Iraq ha cancelado ya muchos acuerdos con Ankara y ha prohibido a sus aviones que atraviesen su espacio aéreo.
No parece que la intervención regional y occidental vaya a lograr efectuar un cambio político en Iraq o llevarle a dar marcha atrás con respecto a su postura tanto en relación a Irán como a la crisis siria, puesto que el Iraq de este período posterior a la ocupación estadounidense ha fijado ya sus opciones sobre la base de una buena relación con sus vecinos.
Dado que el diálogo es la mejor forma de resolver los problemas, existen esperanzas de una rápida solución que neutralice, al mismo tiempo, los planes extranjeros para arrastrar a los iraquíes a una lucha sectaria de la que ellos serían las primeras víctimas, tal y como sucede con sus vecinos sirios.