No hay duda de que muchas personas en el mundo saludaron la declaración del vicepresidente de EEUU, John Biden, realizada durante la reciente conferencia de Munich.
No hay duda de que muchas personas en el mundo saludaron la declaración del vicepresidente de EEUU, John Biden, realizada durante la reciente conferencia de Munich, de que su país estaba dispuesto a mantener contactos bilaterales con Irán, que muchos consideran cruciales con el fin de poner fin a la disputa en torno al programa nuclear iraní.
Al mismo tiempo, la decisión del presidente Barack Obama de nominar al senador Chuck Hagel como nuevo secretario de Defensa, a pesar de las alegaciones de la derecha pro-israelí de que él mantiene una postura demasiado “suave” con respecto a Irán, fue también bien recibida por muchos círculos en EEUU que consideran que es ya tiempo de iniciar una nueva fase en la política estadounidense hacia Irán. La elección de Obama para el cargo de secretario de Estado, el senador John Kerry, fue también alabada por algunos medios porque este último está considerado como un “realista” en política exterior en abierto contraste con las duras posiciones de Hillary Clinton.
Hoy en día, cada vez más personas en EEUU y Europa son conscientes del fracaso de las medidas coercitivas norteamericanas y europeas, que no han impedido a Irán continuar desarrollando su programa nuclear civil. Las sanciones intentan impedir cualquier tipo de comercio entre otros países e Irán, e impedir el acceso de este último al sistema bancario internacional. Sin embargo, los gobiernos occidentales, en su arrogancia, han olvidado que existen muchos países y compañías en el mundo que no están dispuestos a ceder ante la presión estadounidense.
Al mismo tiempo, las sanciones se han convertido en una oportunidad para que Irán desarrolle su autosuficiencia en muchas esferas y contribuya a crear un comercio alternativo y un nuevo sistema bancario que no dependa del dólar o las reglas occidentales. Por otro lado, Irán tiene acceso a muchos mercados, incluyendo los de Rusia, China e India, países éstos que son potencias económicas en alza y con un claro interés político en apoyar a Irán con el fin de que EEUU no expanda su influencia al Oriente Medio y el Golfo Pérsico, dañando así sus propios intereses. Irán ha desarrollado también unas buenas relaciones políticas y económicas con sus vecinos, en particular con Iraq, Pakistán, Afganistán y otros.
Algunos expertos estadounidenses afirman que sólo la diplomacia honesta con Irán y el fin de la presión económica podrían llevar a un gran avance en las negociaciones nucleares. Las sanciones no tendrán éxito por varias razones y, al apostar por ellas, EEUU ha creado ya el escenario para un nuevo fracaso en las próximas negociaciones entre Irán y el P5+1 en Almaty (Kazajstán). Los iraníes son nacionalistas y no se inclinarán ante la presión. De hecho, y a pesar del daño que han causado a la economía iraní, las sanciones han reforzado el apoyo del pueblo de Irán al programa nuclear, que está considerado ahora como un importante símbolo nacional, según ha demostrado una reciente encuesta de Gallup.
De este modo, la Administración estadounidense está muy equivocada si cree que las sanciones llevarán a Teherán a poner fin a su programa nuclear. Irán ha demostrado de una manera consistente que está dispuesto a alcanzar un acuerdo y ha permitido a los inspectores internacionales vigilar sus instalaciones nucleares, pero no está dispuesto a inclinarse ante demandas ilógicas estadounidenses y occidentales.
Cualquier oferta occidental debería reconocer el hecho de que Irán ha realizado continuos progresos en el campo nuclear. Ha logrado convertir el uranio enriquecido en barras para su utilización en el reactor de Teherán y esto significa que el país posee ya un ciclo completo e independiente de producción del combustible. Todas estas actividades son completamente legales, según las reglas del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA). En este sentido, un completo reconocimiento del derecho de Irán al enriquecimiento del uranio sería un punto de inicio necesario para cualquier oferta seria.
Al mismo tiempo, la oferta también requeriría un calendario para el levantamiento de las sanciones económicas. Algunas declaraciones de expertos y políticos occidentales hablan de “suavizar o reducir” la esfera de las sanciones, pero un acuerdo final debería incluir un calendario para la total eliminación de estas sanciones inmorales e ilegales.
Muchos expertos consideran a Israel y al lobby sionista en EEUU como los mayores obstáculos para un cambio en las políticas estadounidenses hacia Irán. Israel se opone completamente a cualquier acuerdo entre Irán y EEUU que preserve el programa nuclear de Irán y puede utilizar al lobby pro-israelí y su influencia sobre los congresistas estadounidenses, muchos de los cuales han sido comprados y pagados por el AIPAC (la principal organización del lobby sionista en EEUU) con el fin de torpedear el proceso de negociaciones y cualquier acuerdo que pueda alcanzarse.
Dudas sobre la sinceridad de Obama
Por otro lado, existen dudas sobre hasta qué punto es sincero Obama, a pesar de su retórica vacía, en lo que se refiere a promover una nueva política, especialmente teniendo en cuenta la reciente decisión de EEUU de incrementar las sanciones y el historial de Obama en el tema iraní. Algunos expertos advierten que el presidente Obama podría en realidad desacreditar la política en favor del compromiso al afirmar que él buscó llegar a un acuerdo con Irán pero no fue posible, cuando la realidad es que él nunca lo intentó seriamente. Desde 2009, la Administración Obama ha tomado parte en muchas negociaciones nucleares con Irán y ha utilizado el rechazo de este país a someterse a sus demandas como una razón para imponer cada vez más brutales sanciones contra este país.
“La mayor parte de la así llamada diplomacia de Obama con Irán ha estado basada en la intimidación, las amenazas ilegales de una acción militar, asfixiantes sanciones unilaterales, sabotaje y asesinatos de las mentes más brillantes de Irán,” escribió el experto en tema iraníes Reza Nasri en el sitio pbs.org. Esto a pesar del consenso existente en la comunidad de inteligencia de EEUU de que Teherán no está desarrollando un arma nuclear ni ha tomado la decisión política de hacerlo.
En un reciente artículo publicado en el New York Times, el columnista Roger Cohen citó el libro “La Nación Dispensable” de Vali Nasr, que pasó dos años trabajando para la Administración Obama antes de convertirse en decano de la Escuela John Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados. En el libro, Nasr muestra a la ambivalencia de Obama en relación a cualquier acuerdo sobre el programa nuclear. “La presión se ha convertido en un fin en sí mismo”, escribió.
“La vía dual de sanciones cada vez más duras combinada con la actividad diplomática no fue ni siquiera dual. Se trató, en realidad, una sola vía y fue la de las presiones,” dijo Nasr. “Las negociaciones sirvieron para proporcionar una tapadera a una campaña coercitiva de sabotaje, presión económica y ciberguerra”.
En este sentido, algunos analistas consideran que Obama está promoviendo en la actualidad otra estrategia mal concebida basada todavía en la coacción y en amenazas y, como resultado, tampoco podrá alcanzar los resultados deseados, como sucedió con las que la precedieron.
La broma de la oferta del “oro”
Desgraciadamente, estos analistas parecen tener razón. Una extraña oferta occidental, formulada recientemente, por la cual Irán “podría” participar en el comercio internacional utilizando oro si cierra la planta de enriquecimiento de Fordo, y que deja las sanciones prácticamente intactas parece sólo una broma. En primer lugar, el incentivo aquí es casi inexistente y, en segundo lugar, está basado en el principio de que Irán no posee el derecho a un programa de energía nuclear pacífico, aunque realmente sí lo tiene, según las normas de la AIEA.
La naturaleza ridícula de la oferta y las enormes demandas que contiene hacen difícil imaginar que vaya a ser aceptada. Si esto es lo que Occidente tiene que ofrecer a Irán, entonces es lícito plantearse interrogantes sobre cuál es la auténtica estrategia que los líderes occidentales están preparando para las próximas conversaciones de Kazajstán.
En este sentido, algunos analistas se muestran pesimistas tras conocer que la nueva oferta occidental que será presentada en las conversaciones de Almaty será muy similar a la que fue rechazada por Irán el pasado año. Occidente insiste en que Irán debe poner fin al enriquecimiento de uranio al nivel del 20%, enviar sus stocks de este material al extranjero y cerrar la planta de Fordo. Al mismo tiempo, se ofrecería a Teherán una suavización limitada de las sanciones, pero no el final del embargo del petróleo. Claramente, esta oferta resulta insuficiente para Teherán.
Sin embargo, EEUU se equivoca si cree que un acuerdo nuclear favorecería únicamente a Irán. En realidad, la presión sobre Irán tiene lugar en un contexto en el que la posición de EEUU en Oriente Medio y el Golfo Pérsico está en caída libre. Las fracasadas guerras en Iraq y Afganistán, el apoyo a la continua ocupación israelí de territorios árabes, la guerra contra el terrorismo, que ha tomado como objetivo a las poblaciones musulmanas de todo el mundo, y las amenazas contra Irán están alimentando intensos sentimientos anti-norteamericanos. Si EEUU continúa amenazando a otro país musulmán en razón de unas armas de destrucción masiva que no tiene, las consecuencias para los intereses políticos y económicos estadounidenses serán desastrosas.
La única cosa que funcionará en las negociaciones y para la propia administración estadounidenses es reconocer los derechos de Irán -incluyendo el de enriquecer uranio- y respetar sus intereses. Si EEUU acepta que su anterior estrategia hacia Irán fue errónea y muestra que está preparado para un cambio real, basado en un enfoque realista, no hostil y honesto, esto allanaría el camino para una solución permanente a la cuestión nuclear y otros temas relativos a la seguridad en la región y el mundo.