Miles de entristecidos venezolanos llenaron las calles de Caracas llorando, abrazándose unos a otros y gritando eslóganes en apoyo del presidente Hugo Chávez después de conocer su fallecimiento.
Miles de entristecidos venezolanos llenaron las calles de Caracas llorando, abrazándose unos a otros y gritando eslóganes en apoyo del presidente Hugo Chávez después de conocer su fallecimiento. “Yo siento un dolor tan grande que no puedo ni siquiera hablar,” dijo Yamilina Barrios, una oficinista de 39 años, a Associated Press. “Él fue la mejor cosa que el país tuvo... Yo le adoro. Esperemos que el país se calme y podamos continuar las tareas que él nos dejó”.
Los líderes del continente también mostraron su pesar. “Estamos destrozados por la muerte del hermano Hugo Chávez,” dijo el presidente boliviano Evo Morales, en una comparencia en la que apareció acompañado por varios miembros de su gabinete. Chávez fue “un hermano entrañable, un compañero revolucionario y un latinoamericano que luchó por su país y por la gran patria latinoamericana, como hizo Simon Bolivar. Él dio toda su vida por el pueblo de Venezuela, el pueblo de América Latina y todos los luchadores antiimperialistas del mundo”.
Chávez dedicó toda su vida a la causa de los oprimidos y los pobres, la integración y unidad de América Latina, la construcción de un mundo multipolar y la lucha contra el imperialismo. Hugo Chávez murió debido a la enfermedad que él tenía, y que muchos sospechan le fue inoculada por cualquiera de sus enemigos, comenzando por el gobierno estadounidense.
Él se convirtió en una figura notoria después de que un grupo de oficiales y soldados del Ejército, liderados por él, trataran de derrocar en 1992 al corrupto y criminal gobierno pro-estadounidense del presidente Carlos Andrés Pérez, un político socialdemócrata que ordenó la brutal y sangrienta represión contra los manifestantes que protestaban contra las medidas de austeridad impuestas por el FMI el 27 de febrero de 1989. Unas 3.000 personas fueron asesinadas por los militares en aquel episodio conocido como “el Caracazo”.
Chávez pasó dos años en una prisión militar. Después de ser liberado, él dirigió un movimiento bolivariano que tenía dos objetivos: justicia social para la mayoría empobrecida de los venezolanos e independencia del Imperio estadounidense y sus instrumentos financieros internacionales. En 1998, él ganó sus primeras elecciones presidenciales y nunca perdió ninguna desde entonces.
El presidente cambió el liderazgo de la compañía nacional de petróleo, la PDVSA, cuyos ingresos habían beneficiado sólo a una pequeña oligarquía nacional y a las corporaciones norteamericanas hasta entonces. Al mismo tiempo, Chávez financió varios programas de asistencia social para los pobres. Estos programas han mejorado los niveles de alfabetización, la sanidad, la vivienda y los niveles de ingresos de la mayoría de los venezolanos.
Durante los años de Chávez en el cargo, la pobreza fue reducida a la mitad y la extrema pobreza en un 70%. Millones de venezolanos han tenido acceso a la sanidad por primera vez y el número de matrículas universitarias se duplicó, siendo ellas gratuitas para un gran número de estudiantes. La desigualdad se redujo también considerablemente. En contraste, en las dos décadas que precedieron a Chávez, Venezuela fue uno de los peores fracasos en América Latina y el sueldo real per cápita se redujo en un 14% entre 1980 y 1998.
Chávez fue el principal promotor del proceso para la integración de América Latina. Éste último llevaría a la creación de algunos bloques latinoamericanos, como el ALBA, UNASUR o la CELAC, lo que redujo a la OEA, dominada por EEUU, a la irrelevancia. Los planes estadounidenses para controlar las economías latinoamericanas a través de un acuerdo continental sobre libre comercio también fracasaron debido a la oposición de Venezuela y algunos otros países.
Tras la revolución de Chávez, América Latina ha elegido en años recientes a un grupo de líderes -Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua- que están profundamente implicados en la lucha por la justicia social en sus sociedades y la independencia política para sus países y el continente en su conjunto. Otros líderes que siguieron esta tendencia -Manuel Zelaya en Honduras y Fernando de Lugo en Paraguay- fueron ilegalmente derrocados por golpes derechistas apoyados por EEUU.
En el terreno internacional, Chávez fue un activo promotor de un mundo multipolar. Con el fin de liberar su país del control imperialista, Venezuela estableció sólidos vínculos con Rusia, China, Irán, Siria y otras naciones. Él apoyó también la lucha del pueblo palestino contra la ocupación sionista.
Debido a todas estas políticas, Chávez se ganó el implacable odio y hostilidad de Washington. En abril de 2002, la CIA respaldó un golpe militar para derrocarle. Un grupo de políticos y generales de la derecha le arrestaron y encarcelaron y tomaron el poder en una acción que fue ampliamente celebrada por EEUU y algunos gobiernos y medios europeos. Sin embargo, él fue salvado y restaurado en el poder dos días después por la rápida acción de los oficiales y soldados leales y un enorme levantamiento popular.
Incluso después del fracaso del golpe, los sectores derechistas, que dominan algunos medios de comunicación privados, especialmente canales como Venevision, Univision y Globovision, continuaron su campaña permanente contra Chávez y su gobierno. Todo tipo de juegos sucios fueron puestos en práctica con el fin de expulsarle del poder. Sin embargo, todos estos planes fracasaron debido a la alta conciencia política del pueblo venezolano.
Por su parte, Washington utilizó a sus agencias, incluyendo la CIA, para financiar a la oposición política y la oligarquía. Según el sitio venezuelanalysis.com, la oposición venezolana recibió 20 millones de dólares de organizaciones estadounidenses tales como la USAID y la National Endowment for Democracy.
Las campañas mediáticas se convirtieron en un arma preferente en contra del gobierno venezolano. A pesar de las repetidas victorias electorales de Chávez, las sucesivas administraciones y los medios corporativos estadounidenses presentaron su gobierno como ilegítimo y dictatorial. La embajada de EEUU en Caracas se convirtió en un centro de las actividades anti-Chávez, como demuestra la reciente expulsión del agregado de la Fuerza Aérea de EEUU, coronel David Delmonaco, y su segundo, que intentaron reclutar, según las autoridades de Caracas, a oficiales del Ejército venezolano para “proyectos desestabilizadores”.
En este contexto, la declaración del presidente estadounidense, Barack Obama, que afirma que Washington quiere normalizar sus relaciones con Caracas es hipócrita y carente de sinceridad. En realidad, EEUU está sólo intentando buscar nuevas vías para recuperar su control sobre Venezuela y cambiar su política económica, social y exterior.
La muerte del presidente Chávez obligará al país a realizar otras elecciones presidenciales en el plazo de 30 días. El candidato y nuevo líder del movimiento bolivariano, el vicepresidente Nicolás Maduro, será el candidato que se enfrente a Henrique Capriles, el gobernador derechista del estado de Miranda, que fue derrotado por una amplia mayoría por Chávez en unas elecciones presidenciales celebradas el pasado mes de octubre.
Aunque Washington y sus aliados venezolanos esperan que la muerte de Chávez pueda ayudarles a poner fin a la Revolución Bolivariana en Venezuela y América Latina, existen muchas razones para pensar que eso no sucederá. El pueblo de Venezuela es consciente de los logros y progresos que ha obtenido en esta última etapa y no está dispuesto a renunciar a ellos. Por otro lado, la temprana, y todavía no aclarada, muerte de Chávez reforzará su figura, convirtiéndola en un símbolo de la política en favor de los oprimidos, de la independencia e integración de América Latina y de un mundo libre del imperialismo.
“Las oligarquías ciertamente celebran cuando los pueblos que luchan por su libertad y dignidad y trabajan por la igualdad están sufriendo. Pero no importa. La única cosa que importa es que estamos unidos y luchamos por la liberación. Mucha fuerza, mucha unidad. El mejor tributo a Chávez está en la unidad: unidad para luchar y para trabajar por la igualdad de todos los pueblos del mundo,” dijo Morales.