La dolorosa verdad a la que John Kerry ha tenido que resignarse finalmente es que cualquier solución en Siria constituye una derrota para EEUU, para el Occidente colonizador, para los reyes de los petrodólares y para Turquía.
Ghaleb Kandil
La dolorosa verdad a la que el secretario de Estado John Kerry ha tenido que resignarse finalmente es que cualquier solución en Siria constituye una derrota para Estados Unidos, para el Occidente colonizador, para los reyes de los petrodólares y para Turquía. Así que Washington y sus auxiliares tratan ahora de evadir esa solución anunciando su intención de armar a las bandas terroristas y amenazando con ampliar el campo de batalla antes de sentarse a la mesa de negociaciones en el marco de una cumbre ruso-estadounidense que, según ciertos diplomáticos, no debe demorar en producirse [Probablemente en junio de 2013. Nota de la Redacción.].
A pedido de Kerry, los ministros de Relaciones Exteriores de sus colonias francesa y británica –Laurent Fabius y William Hague– lanzaron un llamado a armar a los rebeldes sirios. Posteriormente, el primer ministro de su Majestad, David Cameron, desmintió esas intenciones mientras que el presidente francés Francois Hollande casi balbuceaba en la reunión de la Unión Europea. Es sabido que las armas y los equipos de comunicación proporcionados por Occidente ya están desde hace meses en manos de los terroristas, sin que estos logren progresos sustanciales en el campo de batalla, a pesar del respaldo de instructores occidentales y árabes activos en Líbano, Jordania e incluso en Irak.
Ante la disuasión política de Rusia, circularon noticias de que las promesas de nuevas entregas de armas tienen como objetivo, en primer lugar, elevar la moral de las bandas armadas ante la proximidad de las negociaciones ruso-estadounidenses, que constituyen el reconocimiento de la derrota sufrida en Siria ante ese país, responsable del fracaso de todos los proyectos estadounidenses en la región, como admitió el ex director de la CIA, David Petraeus. Estados Unidos está utilizando el último cuarto de hora para explotar hasta el último momento las capacidades y energías de los grupos que fabricó, entrenó, armó y financió. En definitiva, ¡para eso los creó!
Un momento político dramático se produjo en Siria la semana pasada, cuando Rusia emitió una severa advertencia sobre las maniobras y dilaciones de Washington en cuanto a ciertos principios para la solución de la crisis en Siria ya establecidos en el marco del acuerdo de Ginebra. El anuncio franco-británico sobre la entrega de armas a los rebeldes fue para Moscú la ocasión de lanzar una advertencia en la que señala que esa decisión constituye una violación de la legalidad internacional. Las palabras de Serguei Lavrov y el envío de navíos de guerra rusos al puerto sirio de Tartus son una forma de recordar cuáles son las líneas rojas que Occidente no debe traspasar en cuanto al tipo de armamento que se entrega a los terroristas.
Durante su última gira por el Medio Oriente, John Kerry tergiversó los términos del acuerdo que Rusia y Estados Unidos habían adoptado en Ginebra. Pero finalmente no tuvo más remedio que hacer una declaración que estremeció a sus aliados y auxiliares ya que se vio obligado a reconocer que habrá que negociar con el presidente Bachar al-Assad. Washington abandona así definitiva y claramente la exigencia de la partida del presidente sirio que había planteado en el pasado como condición previa al inicio de un diálogo nacional.
A pesar de lo anterior, Estados Unidos no resiste a la tentación del plan del último cuarto de hora, en un intento por tratar de modificar la correlación interna de fuerzas en Siria antes del inicio de las negociaciones. Se trata de un gesto desesperado por tratar de evitar la derrota política total. Es esa la interpretación que debe darse al entrenamiento de terroristas por parte de instructores estadounidenses en Jordania, así como el envío de 3 000 toneladas de armas compradas en Croacia por Arabia Saudita y Qatar y los escenarios sobre una intervención israelí para establecer en Siria un cinturón de seguridad cuya custodia se pondría en manos de los terroristas.
Sin embargo, en opinión de los expertos, toda aventura militar de Israel en Siria o en Líbano sería una verdadera catástrofe para el Estado hebreo, así como para los intereses occidentales y para toda la región. El equilibrio de fuerzas es, en efecto, sólido y está bien consolidado. Y el Eje de la Resistencia, con sus alianzas internacionales, cuyo núcleo está conformado por Rusia, China y los países del BRICS, dispone de la capacidad disuasiva necesaria para hacer fracasar cualquier ofensiva y quebrar la hegemonía estadounidense a nivel mundial.
Red Voltaire