Un fiscal de Arabia Saudí, el estrecho aliado de EEUU y el Occidente, ha pedido la muerte por crucifixión de un clérigo cuyo arresto el pasado verano produjo múltiples protestas en el reino ultraconservador.
Un fiscal de Arabia Saudí, el estrecho aliado de EEUU y el Occidente, ha pedido “la muerte por crucifixión” de un clérigo cuyo arresto el pasado verano produjo múltiples protestas en el reino ultraconservador, señalaron medios locales el miércoles.
Sheij Nimr al Nimr, un líder religioso en la turbulenta Provincia del Este, apareció el lunes en un tribunal por vez primera desde su arresto en Julio, dijo el periódico Saudi Gazette.
El periódico de propiedad saudí Al Hayat dijo el martes que el fiscal había pedido la pena de “haraba” contra un acusado, cuyo nombre no citaba, pero cuyas características se correspondían a las de Nimr.
El fiscal le acusa de “ayudar a terroristas”, de instigar a disturbios y de “librar una guerra contra Dios” por el solo hecho de haber protestado contra el régimen de la familia Al Saúd.
Arabia Saudí es una monarquía absoluta donde no existe una Constitución ni un Código Penal. Los jueces tienen una amplia discreción para dictar sentencias basadas en sus propias interpretaciones de las leyes religiosas y sin referencias a precedentes.
La tensión se está incrementando en el país tras el arresto de 16 manifestantes antigubernamentales acusados de espiar para Irán. Teherán ha negado tales cargos y los líderes comunitarios en la Provincia del Este han dicho también que ellos no son creíbles.
La policía y los manifestantes han chocado de forma repetida en las dos pasadas semanas en la provincia, donde 16 manifestantes y un oficial de seguridad han fallecido en los pasados meses.
Nimr residía en Al Awamiyah, un suburbio de la ciudad de Qatif, que ha sido uno de los focos de las protestas. Cuando fue arrestado en Julio, las autoridades le hirieron en el asalto a su vehículo. Tras la detención, tres manifestantes resultaron muertos cuando protestaban por la misma.
A principios del pasado año, el ministro del Interior publicó una lista de 23 personas buscadas por los disturbios en Qatif y les acusó de “actuar por cuenta de un país extranjero”, es decir Irán.
Nimr fue acusado de reunirse con algunas de esas personas que están huidas.
Nimr también fue acusado de interferirse en los asuntos internos de Bahrein, donde se están produciendo protestas masivas contra el régimen monárquico absolutista y contra la presencia de tropas saudíes llegadas al país a ayudar en la represión de las manifestaciones.
Las minorías saudíes, en especial los shiíes, se quejan de la persistente discriminación que sufren en el reino, donde domina la rigorista escuela wahabí, que considera a shiíes y sufíes como herejes.
La pasada semana, 37 líderes shiíes firmaron una declaración acusando al gobierno de utilizar las alegaciones de espionaje para crear tensiones sectarias y distraer a los sunníes de sus demandas de reforma.