El pasado jueves el presidente egipcio, Mohammed Mursi, viajó a Sudán en lo que constituyó la primera visita oficial de un presidente egipcio al país, hecho éste calificado de histórico por Jartum.
El pasado jueves el presidente egipcio, Mohammed Mursi, viajó a Sudán en lo que constituyó la primera visita oficial de un presidente egipcio al país, hecho éste calificado de “histórico” por Jartum.
Según los medios sudaneses, Mursi se reunió con el presidente sudanés, Omar al Bashir, igualmente islamista, y se reunió con dirigentes de partidos políticos, miembros de la comunidad egipcia que vive en Sudán y hombres de negocios de ese país.
“Es una visita histórica en razón de las relaciones estratégicas profundas que existen entre los pueblos de los dos países,” indicó Imad Sayed Ahmed, portavoz del presidente sudanés a AFP. Él añadió que la visita buscaba “insistir 3n la relación estratégica fuerte y específica entre Egipto y Sudán,” subrayó el jefe de Estado egipcio en un comunicado.
El Cairo desea establecer “una asociación económica real con Sudán a fin de alcanzar las aspiraciones y los objetivos de crecimiento y prosperidad para ambos pueblos,” señaló el comunicado.
Sudán es un importante socio comercial de Egipto debido a su potencial agrícola y a un plan para el desarrollo de los recursos hidráulicos, en particular el reparto de las aguas del Nilo.
Sin embargo, para el politólogo sudanés, Safuat Fanus, el viaje del presidente Mursi “llega demasiado tarde”, tras las visitas del presidente egipcio a varios países desde su elección en junio. “Sudán es muy importante para Egipto. Eso ha sido así antes y lo será en el futuro por numerosas razones, incluyendo los factores históricos y los vínculos estrechos entre los dos pueblos”.
Una fuente diplomática dijo a AFP que la visita debería haber tenido lugar antes, pero “las relaciones no son armoniosas al 100%”.
Para Fanus, el viaje de Mursi fue retrasado porque los Hermanos Musulmanes, a los que él pertenece, “han querido deliberadamente mantener la distancia” frente al régimen del presidente Bashir, que está sometido a sanciones estadounidenses desde 1997. Washington ha acusado a Jartum de “financiar el terrorismo”, “tratar de desestabilizar a estados vecinos” y “violar los derechos humanos”.
Los dos dirigentes se entrevistaron ya en El Cairo durante la visita reciente de Bashir, que se produjo poco después de la elección de Mursi, es decir, un año después de la caída del régimen de Hosni Mubarak por un levantamiento popular en 2011.
Las discusiones entre ambos lados se han centrado en el desarrollo de las relaciones comerciales, los transportes, las inversiones y el pacto de las cuatro libertades, que otorga a los ciudadanos de ambos estados, entre otras cosas, la libertad de movimiento y la de llevar a cabo actividades económicas en otro países. También se habló de la apertura de los pasos fronterizos.
Egipto es, en la actualidad, el tercer inversor extranjero en Sudán, por un monto de 5.400 millones de dólares.
El único punto en discordia que persiste en las relaciones bilaterales es el destino del triángulo de Halaib, junto al Mar Rojo, que es administrado por Egipto pero reivindicado por Sudán.