El 20 de Mayo, el primer ministro iraquí dijo que su gobierno llevaría a cabo un cambio en la estrategia y el personal de seguridad del país poco después de que una ola de ataques mataran a más de 300 personas en mayo.
El 20 de Mayo, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, dijo que su gobierno llevaría a cabo un cambio en la estrategia y el personal de seguridad del país poco después de que una ola de ataques mataran a más de 300 personas en el mes de mayo. “Estamos a punto de realizar cambios en las posiciones altas y medias de los responsables de seguridad y en la estrategia de seguridad,” dijo Maliki en una conferencia de prensa. “Yo aseguro al pueblo iraquí que ellos (los militantes takfiris) no podrán volver a llevarnos de nuevo a un conflicto sectario”, señaló.
En realidad, las tensiones sectarias en Iraq están siendo inflamadas por la brutal guerra llevada a cabo a través de terceros y promovida por EEUU contra la vecina Siria. Algunos grupos ligados a Al Qaida en Iraq, tales como el Frente al Nusra, han jugado desde hace mucho un papel relevante en la guerra civil siria, fomentando el envío de militantes desde la provincia iraquí de Anbar para luchar contra el gobierno sirio.
“Hoy en día, el conflicto político ha alcanzado un punto de tensión, en especial en la provincia de Anbar,” dijo Waziq al Hashimi, que encabeza el Centro de Estudios Estratégicos en Bagdad, a RFE/RL. “La situación de seguridad continúa siendo un gran problema al que hace frente el gobierno y el pueblo iraquí. Sin embargo, en Anbar se ha convertido en especialmente complicado debido a la presencia de combatientes de Al Qaida y de militantes del Ejército Sirio Libre”.
Al Qaida en Iraq y otros grupos extremistas han incrementado también sus ataques terroristas en el país. Según datos de las Naciones Unidas, abril fue el mes más mortífero en Iraq desde junio de 2008. 712 personas, incluyendo 161 policías, fueron asesinadas. Otras 1.633, incluyendo 290 policías, resultaron heridas en “actos de terrorismo y violencia”.
Los atentados tuvieron lugar en la capital, Bagdad, y en la ciudad sureña de Basora, de mayoría shií. Numerosas mezquitas y áreas residenciales shiíes fueron atacadas. Aunque nadie se atribuyó la responsabilidad por estos atentados, se asumió que ellos fueron llevados a cabo por las organizaciones terroristas antes mencionadas.
Ha habido además fuertes combates entre el Ejército y los militantes. En Suleiman Beg, el Ejército utilizó helicópteros contra individuos armados que habían tomado el control de una comisaría. El Ejército también mató a 31 militantes que se habían apoderado de la parte oriental de Mosul y necesitó tres días para limpiar la ciudad.
Terrorismo patrocinado desde el extranjero
Turquía, Arabia Saudí y Qatar, junto con EEUU y otros estados occidentales, están apoyando abiertamente a los grupos terroristas en Siria, en una guerra dirigida a aislar y debilitar a este país, a Irán y a la Resistencia libanesa y palestina. Al mismo tiempo, Arabia Saudí y Qatar también quieren socavar al gobierno de Maliki en Iraq, que se ha negado a respaldar la guerra contra Siria y mantiene estrechas relaciones con el vecino Irán. Los canales de propaganda saudíes y qataríes, tales Al Arabiya y Al Yazira respectivamente, continúan llevando a cabo una guerra mediática contra Iraq y su gobierno.
“El apoyo turco y qatarí a los insurgentes sirios equivale a una declaración de guerra contra Iraq, que sufrirá las consecuencias de un conflicto, que tiene un carácter cada vez más sectario, en la puerta de al lado”, dijo Hadi al Amiri, un político iraquí, a Reuters. “El suministro de dinero y armas a Al Qaida (en Siria) por parte de Qatar y Turquía es una declaración de guerra contra Iraq. Estas armas alcanzarán los pechos iraquíes con toda seguridad”. Él añadió que Turquía y Qatar han hecho fracasar todos los esfuerzos para impedir que el conflicto sirio se resuelva pacíficamente.
En realidad, Iraq tiene todas las razones para apoyar a Siria. Los grupos terroristas que luchan contra Assad, como Al Qaida en Iraq o el Frente al Nusra, son los mismos, o similares, que los que han estado cometiendo crímenes y actos terroristas en Iraq desde hace muchos años. Si estos grupos ganaran la guerra en Siria no hay duda de que ellos, junto con sus patrocinadores saudí y qatarí, se volverían contra Iraq con un mayor ahínco. De este modo, la seguridad de Iraq está vinculada en la actualidad a lo que sucede en Siria.
Por su parte, Israel y algunos círculos sionistas estadounidenses buscan promover una partición de Iraq sobre la base del sectarismo. La campaña terrorista es, en este sentido, un medio para lograr ese objetivo. Israel y los sionistas quieren dividir los países musulmanes y árabes con el fin de evitar que se conviertan en estados fuertes, que puedan obstaculizar los planes de EEUU e Israel para crear un Oriente Medio dominado por la entidad sionista y poder saquear el petróleo y los recursos naturales de esas naciones. En este esfuerzo, ellos están siendo ayudados por los grupos takfiris y wahabíes, que siempre buscan mantener a los musulmanes divididos.
La campaña terrorista en Iraq ha tenido efectos muy dañinos sobre su economía, que no se ha recuperado de las sanciones patrocinadas por EEUU, la guerra y la larga ocupación que destruyeron el país, sus infraestructuras y su economía y causaron la muerte a dos millones de personas. El alto índice de desempleo, la falta de electricidad y el serio deterioro de la industria petrolífera son sólo algunos efectos de esta guerra por Israel, cuyo principal objetivo era precisamente la destrucción de Iraq.
Sunníes que apoyan a Maliki
El otro medio de desestabilizar Iraq ha sido por medio de las protestas políticas que han tenido lugar en algunas provincias iraquíes de mayoría sunní. Sin embargo, muchos sunníes rápidamente comprendieron que sus manifestaciones estaban siendo manipuladas por grupos extremistas takfiris y fuerzas extranjeras. Esto último llevó a que los organizadores de las protestas comenzaran a plantear demandas irracionales, tales como la puesta en libertad de sanguinarios terroristas, la derogación de la ley antiterrorista o la salida del ejército iraquí de Anbar. De este modo, pronto quedó claro que la finalidad de las protestas no era otra que el debilitar al gobierno iraquí. Ésta es una de las razones por las que las manifestaciones han estado decayendo.
Por otro lado, la afirmación de que la población sunní está enteramente contra el gobierno es una mentira flagrante. Así por ejemplo, un influyente líder tribal en Anbar, Sheij Hamid al Hayes, ha apoyado repetidamente al gobierno de Maliki. Hayes fue el vicepresidente del Consejo del Despertar de Anbar cuando fue creado en 2006 para luchar contra Al Qaida en Iraq. Hayes dijo a RFE/RL que el Consejo luego fue tomado por un hermano de que fuera su fundador, Abdul Sattar Abu Risha, que resultó muerto por una bomba en Ramadi en septiembre de 2007.
El hermano de Abdul Sattar, Sheij Ahmed Abu Risha, tomó el control del Consejo del Despertar de Anbar en contra de la opinión de los demás fundadores y lo orientó hacia el extremismo. Hayes y otro fundador del Consejo, Wisam al Hardan, lo abandonaron debido a sus discrepancias con Ahmed Abu Risha.
Hayes creó su propio grupo político y se unió a la coalición política de Maliki. Su hermano mayor, Mohammed al Hayes, ahora lidera a más de 3.000 combatientes en Ramadi que forman parte de una milicia sunní llamada “Los Hijos de Iraq”, que opera bajo los auspicios de los Ministerios de Defensa e Interior. Hardan se ha convertido en el líder de otro grupo, “El Despertar Iraquí, que también apoya a Maliki.
En contraste, algunos líderes de los partidos de la oposición se han unido a grupos extremistas o comparten su agenda. El más prominente de estos individuos es Iyad Allawi, un antiguo miembro del partido de Saddam Hussein y antiguo agente de la CIA que lidera la Lista al Iraqiya. Recientemente, él declaró que las protestas en las provincias de mayoría sunní no se detendrían a menos que Maliki dimitiera. Allawi posee también fuertes vínculos con Arabia Saudí y Turquía.
Por su parte, Maliki ha respondido diciendo que algunos “políticos comparten la responsabilidad por la escalada del sectarismo debido a sus declaraciones, llamamientos en favor de la violencia y posiciones sectarias. La gente ignorante sigue estos llamamientos y sale portando armas y abogando por la violencia”. Él acusó a estos líderes de fomentar los enfrentamientos. “Los discursos sectarios en las manifestaciones están dando a los insurgentes razones para matar”, señaló.
Maliki gana las elecciones provinciales
Significativamente, el aumento de la violencia en Siria tuvo lugar sólo algunos días después de las elecciones provinciales del 20 de abril, en las que la coalición Estado de Derecho de Maliki obtuvo un clara victoria y continuó como la primera fuerza política del país. El partido obtuvo una mayoría en siete de las 12 provincias donde las elecciones se celebraron. Junto con sus aliados, otros partidos shiíes, se espera que la coalición de Maliki gobierne en casi todas las provincias.
En Bagdad, Maliki ganó las elecciones consiguiendo 20 de los 58 escaños. El segundo lugar fue para el movimiento Sadrista, liderado por el clérigo anti-estadounidense Muqtada al Sadr. Su partido, Al Ahrar, y sus aliados consiguieron 11 asientos. El tercer puesto fue para el bloque del presidente del Parlamento, el sunní Osama al Nuyaifi, que consiguió 7 escaños.
El otro bloque shií, el Supremo Consejo Islámico Iraquí, también obtuvo buenos resultados y consiguió el mismo número de escaños que Maliki en la provincia de Wasit. Por su parte, el bloque de Al Sadr obtuvo la mayoría de escaños en la provincia sureña de Maysan, también de mayoría shií.
La gran derrotada en estas elecciones fue la Lista Iraqiya, que perdió una gran cantidad de apoyo electoral en todas las provincias. De hecho, ella fue incapaz de obtener más de tres escaños en ninguna de ellas. En 2010, la Lista Iraqiya consiguió el mayor número de escaños en las elecciones parlamentarias, dos más que la coalición de Maliki. No obstante, la suma de los escaños obtenidos por la coalición Estado de la Ley y los de sus aliados dio a Maliki una mayoría para formar gobierno.
Sin embargo, la Lista al Iraqiya se ha fragmentado desde entonces. Algunos de sus líderes, tales como Al Nuyaifi y el viceprimer ministro Saleh al Mutlaq han abandonado la coalición y han creado sus propios bloques electorales. Además, cada vez más iraquíes condenan los vínculos de Al Iraqiya con grupos extremistas y con algunos países, tales como Arabia Saudí, Qatar y Turquía, que mantienen una agenda anti-iraquí.
En conclusión, la postura de Maliki continúa siendo sólida en Iraq. Las fuerzas armadas están unidas y son leales y la mayoría de la población apoya al gobierno y se opone a los complots sectarios. En contraste, las fuerzas extremistas y los enemigos políticos del primer ministro han perdido apoyo político y electoral y se hallan cada vez más fragmentados y divididos. Desde el punto de vista militar, los grupos armados son relativamente débiles y los círculos políticos que les apoyan temen empujar al país hacia una guerra civil abierta, en la que ellos serían probablemente destruidos.