Las protestas contra el gobierno de Recep Tayyip Erdogan han estado extendiéndose por Turquía en los últimos días.
Las protestas contra el gobierno de Recep Tayyip Erdogan han estado extendiéndose por Turquía en los últimos días, en los que decenas de miles de personas han llenado la Plaza Taksim, la más emblemática de Estambul, para pedir la dimisión de Erdogan.
La crisis se inició cuando la policía turca utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar una sentada de cientos de activistas que estaban protestando en el Parque Gezi contra los planes del gobierno para destruir uno de los pocos parques de la ciudad y construir un centro comercial. Cabe señalar que el alcalde de Estambul, del Partido de la Justicia y el Desarrollo, es el propietario de una cadena de tiendas que tendrán una importante presencia en el centro comercial. Además, el hombre que ostenta el contrato para este desarrollo urbano es el yerno de Erdogan.
Los choques entre policías y manifestantes fueron muy violentos. Dos legisladores de la oposición fueron hospitalizados después de verse afectados por el gas. Dos manifestantes sufrieron rotura de brazos y varias otras fracturas de huesos menores.
Poco después, más de 10.000 personas se reunieron en la Plaza de Taksim para protestar contra la violenta represión. En la capital, Ankara, miles de personas tomaron también las calles para denunciar los ataques contra las manifestaciones en Estambul y las políticas generales del gobierno.
El 2 de Junio, miles de manifestantes desfilaron hacia la oficina de Erdogan en Ankara gritando “Dimite dictador” y “Resistiremos hasta que ganemos”, y chocaron con la policía antidisturbios. En la ciudad costera de Izmir, hubo también una gran manifestación y violentos enfrentamientos entre policías y manifestantes, que prendieron fuego a la sede del AKP. Según fuentes oficiales, unos 1.730 manifestantes fueron arrestados en diferentes ciudades durante estas protestas.
Al día siguiente, más manifestantes turcos tomaron las calles en las principales ciudades, incluyendo la capital, Ankara, y Estambul por cuarto día consecutivo pidiendo la dimisión de Erdogan. El ministro del Interior, Muammer Guler, dijo que hubo 235 protestas en 67 diferentes ciudades turcas ese día.
“Nuestro primer ministro es un fascista. Él toma todo lo que quiere, pero estamos haciéndole frente ahora. Queremos nuestros derechos y estoy muy feliz porque este gobierno del AKP está siendo derribado,” dijo una ama de casa de mediana edad, Derya, al CS Monitor.
Por su parte, Erdogan adoptó un tono desafiante al acusar a los manifestantes de ser “extremistas”. Él añadió que las fuerzas de seguridad estaban investigando los “posibles vínculos extranjeros” de aquellos. También llamó a Twitter y los medios sociales “fuentes de mentiras” y “la peor amenaza a la sociedad” Asimismo, amenazó con lanzar a los seguidores del AKP contra los manifestantes.
Más tarde, él quitó importancia a las protestas. “La situación está más calmada ahora y la razón está prevaleciendo”, dijo en una conferencia de prensa en Marruecos. “Yo creo que las cosas volverán a la normalidad”.
Sin embargo, la situación sobre el terreno parece diferente. Estos manifestantes han sido asesinados en Turquía hasta ahora y los choques entre la policía y los manifestantes continúan en las principales ciudades de todo el país. Un joven de 22 años, Abdulá Comert, murió en un hospital el 4 de Junio después de haber recibido disparos de la policía durante una manifestación anti-gubernamental en la provincia turca de Hatay, dijo AFP citando a la cadena de televisión turca NTV.
El 1 de Junio, Amnistía Internacional criticó el uso de la fuerza excesiva por parte de la policía turca contra los manifestantes, describiéndola como “vergonzosa”. Él dijo también que algunos que participaron en las protestas han quedado ciegos por las cantidades masivas de gases lacrimógenos utilizados por la policía.
AI señaló en un reportaje que unas 1.500 personas habían resultado heridas en choques con la policía en Estambul en los días anteriores, mientras que otras 414 recibieron heridas en Ankara. El grupo de derechos humanos añadió que 420 manifestantes resultaron también heridos en las manifestaciones de Izmir.
Razones para el levantamiento
En realidad, la revuelta turca es el resultado del rechazo popular a un gobierno cada vez más autoritario que está gobernando en beneficio de una pequeña capa de empresarios amigos que apoyan y financian al AKP.
La política económica neoliberal del partido gobernante ha quedado agotada. Hace algunos años, Turquía fue llamada el “tigre de Oriente Medio” debido a su alto crecimiento (alrededor del 9%). Sin embargo, esta cifra cayó en 2012 hasta el 3% y este año hasta virtualmente el 0%. El desempleo está creciendo, en especial en la industria y los servicios públicos. Algunos economistas han advertido también que Turquía sufre una crisis crediticia, que ha generado un nivel de deuda difícil de soportar. Esto último ha llevado a los consumidores turcos a reducir en gran medida su gasto.
Las actuales protestas antigubernamentales podrían empeorar la situación. Ellas han llevado ya a la caída de las acciones y bonos y la moneda turca. El índice de la Bolsa de Estambul, Borsa Istanbul, perdió casi 10,5 puntos el 2 de Junio. Ésta fue la peor caída del índice desde Marzo de 2003. La lira turca también se debilitó hasta cotizar a 1,889 frente al dólar, lo que supuso el punto más bajo en 16 meses frente a la divisa estadounidense.
Por otra parte, el gobierno de Erdogan ha adoptado políticas restrictivas que castigan la libertad de prensa y la libertad de expresión. Turquía es el primer país en el mundo en lo que se refiere al número de periodistas presos. Estos periodistas han sido acusados de apoyar el “terrorismo” y otros “delitos” sin especificar. Otros sufren presiones del Estado o se hallan en la lista negra.
Los turcos condenan la política de Erdogan hacia Siria
La mayoría de los turcos también condenan las políticas de Erdogan hacia la vecina Siria. Turquía es actualmente el principal apoyo de los grupos terroristas que luchan en Siria. Estos militantes reciben de las autoridades turcas armas, dinero, ayuda logística y permiso para moverse por el territorio turco y cruzar la frontera siria. Además, los turcos se oponen a la estrecha vinculación de su gobierno con EEUU. Según recientes encuestas, sólo la cuarta parte de la población turca respalda la política de Erdogan de armar a los grupos que luchan contra el gobierno sirio.
Cabe señalar que una quinta parte de los turcos son alevíes, una rama del Islam. La emergencia de Erdogan como líder de los grupos militantes en Siria han preocupado a este grupo religioso, que ha soportado históricamente una larga persecución. Los alevíes turcos simpatizan con Assad porque el gobierno de Erdogan parece estar determinado a destruir su gobierno. El apoyo de Erdogan a los militantes sirios y extranjeros también irrita a los kurdos de Turquía.
Los manifestantes han coreado significativamente eslóganes en las calles como “Erdogan químico”, una referencia a los gases lacrimógenos utilizados por la policía, pero también una crítica implícita a la difusión por parte del primer ministro de falsas alegaciones de que Damasco ha utilizado armas químicas con el fin de dar a la Administración estadounidense un pretexto para atacar Siria.
Después de los recientes ataques con coches bomba en Reyhanli, ha habido allí también protestas antigubernamentales en las que los manifestantes pidieron la dimisión de Erdogan. La oposición turca y algunos reportajes de los medios vincularon estos atentados con los grupos armados sirios y especialmente con el Frente al Nusra, una organización ligada a Al Qaida.
El régimen turco acusó al gobierno sirio de estar detrás de los ataques y amenazó a Siria con una acción militar. Estas alegaciones han quedado expuestas como mentiras después de que un grupo de hackers turco, RedHack, publicara documentos de los servicios de inteligencia turcos que mostraban que los coches usados en los ataques de Reyhanli fueron preparados para las operaciones por el Frente al Nusra. El gobierno de Erdogan respondió castigando a los responsables de la filtración. El Ministerio del Interior turco confirmó que el miembro de una unidad de la gendarmería que supuestamente dio el documento a RedHack había sido arrestado.
Resulta difícil predecir cómo acabará este levantamiento contra Erdogan y sus políticas. Sin embargo, los manifestantes han prometido mantener la presión. “Esto se ha convertido en un movimiento de protesta contra el gobierno”, dijo Hamdi, un residente local de Ankara, a AFP. “Continuaremos”.
El levantamiento popular del 1 de Junio ha sacudido con fuerza las bases del poder de Erdogan y el AKP y podría influir en el comportamiento del partido en el futuro. Sin embargo, si Erdogan y su partido se niegan a escuchar las demandas populares y a cambiar de actitud, el país podría verse empujado hacia una auténtica revolución. En cualquier caso, el así llamado “modelo turco”, que fue alabado por los líderes occidentales hace dos años como la solución idónea para los problemas políticos, económicos y sociales del mundo árabe, parece estar ya definitivamente muerto.