Las diferencias sobre Siria dominaron la cumbre entre Barack Obama y Vladimir Putin, pese a que ambos dijeron que habían acordado que la violencia debería detenerse en el país árabe.
Las diferencias sobre Siria dominaron la cumbre entre Barack Obama y Vladimir Putin, pese a que ambos dijeron que habían acordado que la violencia debería detenerse en el país árabe.
Ambos presidentes se reunieron en los márgenes de la cumbre del G-8 en Irlanda del Norte días después de que la Casa Blanca afirmara que ella comenzaría a armar a los militantes respaldados desde el extranjero que luchan contra el gobierno sirio.
Putin y Obama se mostraron en desacuerdo sobre si el presidente Bashar al Assad debería quedarse o no en el poder y en el tema de la entrega de armas a los terroristas sirios por parte de los países occidentales. Los presidentes dejaron patentes estas profundas diferencias incluso delante de los periodistas.
“Por supuesto, nuestras opiniones no convergen, pero todos nosotros tenemos la intención de detener la violencia en Siria y el incremento del número de víctimas”, dijo Putin. Él dijo que ambas partes estaban de acuerdo en que la guerra debía acabar “pacíficamente” y a través de negociaciones, y que “hemos accedido a presionar a las partes para que se sienten a la mesa de negociaciones”.
También fue anunciado que Obama irá a Moscú los días 3 y 4 de Septiembre para otra cumbre.
Por su parte, Obama dijo que la cumbre había sido “muy útil”, aunque las partes tenían “diferentes perspectivas”.
Washington y Moscú han accedido en principio a albergar una conferencia en Ginebra para poner fin a la violencia en Siria, pero las fechas sobre la misma se han retrasado continuamente por los desacuerdos sobre quién debería acudir.