Arabia Saudí es el único país que no ha condenado el atentado terrorista que ha sacudido el Suburbio del Sur de Beirut la pasada semana. El silencio de los saudíes no es casual, según los observadores.
Arabia Saudí es el único país que no ha condenado el atentado terrorista que ha sacudido el Suburbio del Sur de Beirut la pasada semana. El silencio de los saudíes no es casual, según los observadores.
Se trata de una declaración de guerra saudí contra Hezbolá. Arabia Saudí ya no es el reino de los acuerdos, sino que se ha convertido en el reino de las guerras.
Todos los países europeos han condenado el atentado, así como la Liga Árabe por medio de su secretario general, y la Unión Europea. Incluso la embajadora estadounidense en el Líbano ha publicado un comunicado que denuncia el atentado, mientras que Israel se ha apresurado a desmentir cualquier vínculo con la explosión.
En lo que respecta a los dirigentes saudíes, ellos han mantenido la boca cosida desde que el ministro de Exteriores saudí, Saúd al Faisal, dijera que “a pesar de las divergencias con Irán, este país no es un enemigo para Riad, mientras que Hezbolá sí es un enemigo.”
El embajador saudí en el Líbano, Ali Assiri, ha realizado las mismas declaraciones, que acusan a Hezbolá de “perjudicar a los sunníes en el Líbano”
Por su parte, las fuerzas del 8 de Marzo no se han sorprendido con respecto al silencio saudí. Aunque Hezbolá ha evitado acusar abiertamente a Arabia Saudí de tener una responsabilidad en el atentado de Bir Elabed, sus aliados sí han apuntado su dedo acusador hacia Riad, sean cuales fueren los instrumentos empleados en su ejecución.
Por lo tanto, la “decisión de llevar a cabo este ataque fue saudí”.
"Las amenazas (de Assiri y Faisal) no son más que palabras, pero su negativa a condenar la explosión es una declaración de Arabia Saudí de que Hezbolá y sus partidarios son los enemigos de Riad en su guerra en Siria”, señalaron fuentes citadas por el diario libanés al-Akhbar.
“Ciertamente, la batalla de Al Qussair ha supuesto un dramático punto de inflexión en contra de la oposición siria y sus patrocinadores extranjeros, encabezados por Arabia Saudí, Qatar y Turquía. La misión asignada a Arabia Saudí para eliminar el eje de la resistencia ha quedado abortada por el papel desempeñado por Hezbolá al lado del Ejército sirio. Arabia Saudí se da cuenta de estos hechos”, señalan las fuentes 8 de Marzo.
Así, cualquier avance diario realizado por el Ejército sirio debilita el papel regional de Arabia Saudí. Y es en este contexto que se inscribe “la declaración de guerra saudí contra el eje de la resistencia, ya sea en Siria o Líbano. Riad cree que las presiones sobre la gente de la resistencia crearán confusión y frenarán la participación de Hezbolá en Siria”.
Pero existe otro factor para el endurecimiento saudí. El jefe de la Inteligencia saudí, el príncipe Bandar bin Sultan, es el único príncipe que queda entre los hijos de Sultán a la cabeza del gobierno saudí. Bandar, antiguo embajador en EEUU y con estrechos vínculos con la CIA, fue llamado “Bandar Bush” por sus estrechos vínculos con el ex presidente de EEUU, George W. Bush.
Así Bandar está buscando una hazaña para reforzar su posición, y su mejor logro parece ser la guerra contra Siria y Hezbolá.