En Siria, uno detrás de otro, los territorios que habían pasado al control de los grupos terroristas están siendo liberados por el Ejército regular y vuelven a estar bajo la autoridad del Estado.
En Siria, uno detrás de otro, los territorios que habían pasado al control de los grupos terroristas están siendo liberados por el Ejército regular y vuelven a estar bajo la autoridad del Estado.
La erradicación de estos grupos es una condición sine qua non para el logro de una transición política dirigida por el pueblo sirio y que se llevará a cabo a través de unas elecciones democráticas y no por las armas y según los caprichos de países como Arabia Saudí, Qatar y Francia.
El cambio en Siria no puede ser, en efecto, más que la obra de los propios sirios, y sólo de ellos, y tendrá lugar por medio de las reformas que se juzguen necesarias en su sistema político y no siguiendo una agenda exterior, decidida por países extranjeros que quieren que los sirios se maten unos a otros por su propio interés.
La realidad sobre el terreno salta a la vista para todos ahora: la “oposición armada” está dominada en su mayor parte por grupos terroristas integrados por mercenarios extremistas llegados a Siria con el fin de establecer en ese país un “califato”. La tregua que esta “oposición” pidió con el pretexto del mes sagrado del Ramadán buscaba dar un respiro a estos grupos terroristas diezmados y en vías de ser derrotados. Como era de esperar, el llamamiento a dicha tregua, que contó el apoyo del Secretario General de la ONU Ban Ki-moon, fue acogida con silencio por parte del gobierno sirio.
El año pasado, el ejército sirio respondió favorablemente a las solicitudes de muchas fuerzas externas y decretó una especie de alto el fuego unilateral, pero los terroristas interpretaron este gesto como una señal de debilidad.
En el contexto actual, varios indicadores muestran que los índices han ido evolucionando. Sobre el terreno, es la población la que se está oponiendo abiertamente mediante manifestaciones a la presencia de los “rebeldes” en Aleppo. Estos últimos han reaccionado con disparos contra los manifestantes.
En el exterior, el Congreso de EEUU ha bloqueado la iniciativa de Obama para entregar armas a la “oposición”. Por lo tanto, los grupos terroristas que operan en Siria no recibirán una ayuda militar oficial y directa estadounidense, aparte de las armas que ya se venían enviando de contrabando desde hace mucho tiempo a través de canales como la OTAN, la CIA y otros servicios secretos de países occidentales.
Lo mismo ocurre en Francia donde crece el rechazo a la política de Hollande y Fabius y no sólo en el seno de la opinión pública.
El desacuerdo proviene también, en efecto, de la clase política. En una entrevista con el diario libanés L'Orient-Le Jour, el ex primer ministro francés Francois Fillon dijo que la voluntad de Francia de armar a los “opositores” sirios serviría sólo para “prolongar la guerra.” Para el ex primer ministro francés, “hay que obligar a todos a ir a unas negociaciones.”
La victoria del pueblo sirio sobre sus enemigos está cerca. Los grupos armados, ya debilitados, han iniciado una fuerte lucha entre ellos mismos. Políticamente, la caída de Mursi ha llevado a un debilitamiento de los grupos extremistas en toda la región.
Las cosas han cambiado definitivamente. La así llamada “primavera árabe” del ex ministro de Exteriores de Qatar, Hamad bin Yassem, recientemente revelado del cargo por el nuevo emir, pronto será sólo un mal recuerdo.