La decisión de la UE de considerar a la rama militar de Hezbolá como una organización terrorista no empujará al partido a dejar de intervenir en Siria.
La evaluación a la que han procedido los responsables oficiales libaneses algunas horas después de la decisión europea de colocar a la rama militar de Hezbolá en la lista europea de organizaciones terroristas viene dada por los puntos siguientes:
1) La distinción operada entre las ramas política y militar de Hezbolá no es más que una ilusión dado que la reputación del partido se forjó por su rama militar, que constituye la columna vertebral de su papel y su presencia, y su compromiso con la resistencia, sus armas y la perennidad de su misión vinculada a la continuación de la amenaza israelí contra el Sur del Líbano. Se trata de dos gemelos inseparables.
Los ministros y los miembros del partido han enviado a sus hijos, hace dos meses, a luchar contra los militantes en Al Qussair junto a las tropas del presidente Bashar al-Assad. Algunos de ellos resultaron muertos o heridos. Se trata de una evidencia que elimina cualquier confusión acerca de la relación entremezclada entre la rama militar y la política. El partido cree, de hecho, que la adquisición de su prestigio y respeto a los ojos de Occidente, el odio que suscita entre algunos en Occidente y su fuerza se extraen de su arsenal y de la amenaza que representa para Israel.
2) La recomendación de la Unión Europea se produce en un momento de confusión. Hezbolá, por su parte, ya era consciente en que había estado cerca de sufrir tal sanción tras la guerra de 2006. Pese a ello, la UE se abstuvo de inscribir a la organización en su lista negra. Después de la guerra de Julio, la embajada británica en Beirut inició un diálogo con lo que ella llamó “la rama política” del partido organizando encuentros con sus diputados. Este diálogo quedó interrumpido a continuación súbitamente, pero la distinción entre la rama política y la militar continuó.
3) Sería ilógico el creer que tal medida, precedida por una decisión similar del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), de considerar a la “rama militar” de Hezbolá como una organización terrorista tras su papel en la liberación de Al Qussair vaya a empujar al partido a dejar de intervenir en Siria.
La campaña denigratoria lanzada por el CCG contra Hezbolá no ha hecho a este último retroceder y él ha seguido persiguiendo su objetivo de unir el centro de Siria con la Bekaa del norte. El presidente Assad no tiene necesidad ni de los efectivos de Hezbolá ni de sus armas, sino de su experiencia y conocimiento de la guerra urbana, adquirida durante las ofensivas israelíes de 1993, 1996 et 2006, y para la que el Ejército sirio no estaba preparado.
4) La distinción realizada por los europeos entre las ramas política y militar europeos de Hezbolá no busca hacer recaer en el actual gobierno libanés o los futuros el peso de la decisión de la UE. Responsables libaneses han oído de boca de los embajadores occidentales que sus países están decididos a no romper la estabilidad del Líbano.
Ellos no ven en la decisión de sus respectivos gobiernos de poner a Hezbolá en la lista negra una voluntad de dañar la estabilidad del Líbano, sino un mensaje que refleja su valoración negativa sobre el papel que juega el partido de la Resistencia.