un número creciente de rebeldes sirios se están acogiendo a una amnistía negociada con las autoridades sirias, señala un reportaje del Daily Telegraph.
Decepcionados por la deriva extremista que ha tomado la “revolución” en Siria, agotados por dos años de conflicto y desanimados por el sentimiento de que están perdiendo la guerra, un número creciente de rebeldes sirios se están acogiendo a una amnistía negociada con las autoridades sirias, señala un reportaje del Daily Telegraph.
Al mismo tiempo, las familias de los rebeldes arrepentidos han comenzado tranquilamente a trasladarse a las zonas bajo el control del gobierno, consideradas un lugar seguro para vivir, mientras que el Ejército mantiene una intensa presión sobre las zonas controladas por los militantes.
Como fruto de su creciente confianza, el gobierno ha creado un Ministerio de la Reconciliación, que tiene como tarea la de facilitar al paso de los antiguos rebeldes a sus filas.
Ali Haider, el ministro a cargo del Departamente, ha señalado: “Nuestro mensaje es el siguiente: si queréis defender verdaderamente al pueblo sirio, deponed las armas y venid a defender Siria de la forma correcta, es decir, a través del diálogo”. Él ha promovido un proceso conforme al cual los combatientes de la oposición abandonan sus armas a cambio de un paso seguro a las zonas bajo el control del gobierno y el retorno a una vida normal.
Los combatientes rebeldes dicen, en privado, que ellos están al corriente de la oferta de amnistía y que muchos hombres han decidido aceptarla, incluso aunque su número continúa siendo limitado en comparación con los que luchan contra el gobierno.
“Yo combatía por la revolución, pero ahora pienso que hemos perdido aquello por lo que luchábamos,” dijo Mohammed, un rebelde de la ciudad de Raqq, que rehusó dar su apellido. “Ahora, los extremistas controlan mi ciudad. Mi familia se ha trasladado a una zona controlada por el gobierno, porque nuestra ciudad es demasiado peligrosa ahora”. “Ellos son lo peor”, señala refiriéndose a los extremistas.
El dominio por parte de los grupos extremistas de las zonas controladas por los rebeldes, en particular en el norte del país, ha empujado a muchos combatientes de la oposición a abandonar la causa.
Ziad Abu Yabal es originario de una de esas localidades, de la provincia de Homs, cuyos habitantes han acordado con el gobierno el cese de su lucha. “Cuando nos unimos a las manifestaciones queríamos mejores derechos”, señaló. “Después de haber visto la destrucción y la potencia de los extremistas, hemos suscrito un acuerdo con el gobierno”.
Haider explica que ha asistido a una ceremonia en la que 180 combatientes de la oposición se reintegraron a las fuerzas de la policía del gobierno, de las que habían desertado hace tiempo.
Cuando el Daily Telegraph visitó el sitio del Ministerio de Reconciliación en Damasco, la Oficina estaba llena de familias de rebeldes que luchan en la provincia. Ellas afirmaron que sus hombres querían volver.
Un negociador del Ministerio, Ahmed, está organizando la deserción de un comandante rebelde y 10 de sus hombres en el suburbio de Guta. “Nos llevó tres meses de negociaciones y esto es una prueba”, señala. “Si todo va bien, el comandante señaló que otros 50 combatientes más le imitarán”. Él describe las medidas adoptadas para permitir el retorno de los rebeldes que quieren dejar las armas. En primer lugar, señala, un negociador debe atravesar la línea del frente para mantener una reunión con los combatientes. “Debemos esperar a que los comandantes rebeldes ordenen a sus francotiradores que no disparen contra nosotros”, señaló.
A continuación, los rebeldes reciben documentos que les permiten pasar los controles del Ejército sirio y se dirigen a una vivienda segura donde los funcionarios borran a los recién llegados de las listas de extremistas buscados por el Ministerio de Defensa y las agencias de seguridad. Los rebeldes “no quieren formar parte de los grupos extremistas que han adquirido una gran influencia,” señaló Ahmed “Ellos quieren volver a una vida normal”.
El teléfono suena desesperadamente en el Ministerio. Son los padres de los rebeldes los que llaman. “Sus madres saben que es la última oportunidad para sus hijos. Si ellos no deponen las armas ahora, ellos van a morir porqrue están perdiendo la guerra,” señala Ali Fayez Uwad, otro de los negociadores.