Desde el derrocamiento del presidente egipcio, Mohammed Mursi, la situación en el Sinaí no deja de agravarse con la multiplicación de ataques armados.
Desde el derrocamiento del presidente egipcio, Mohammed Mursi, la situación en el Sinaí no deja de agravarse con la multiplicación de ataques armados contra el Ejército y la Policía egipcias en distintos lugares de la península.
Según el corresponsal del diario libanés As Safir, el deterioro de la seguridad que ha seguido al derrocamiento del presidente Mohammed Mursi por parte de los militares ha llevado a las fuerzas de seguridad a desplegar más efectivos en la región.
Los ataques armados contra puestos del Ejército y la Policía y cadenas de radio y televisión en las ciudades de El Arish, Rafah y Sheij Zuwaid se suceden y multiplican. Estas acciones tienen lugar mayormente durante el atardecer y la noche. Ellas duran sólo unos pocos minutos y luego los atacantes se desvanecen en el desierto.
El último de tales ataques tuvo lugar el 25 de Julio, cuando hombres armados abrieron fuego y mataron a dos soldados egipcios en un punto de control situado cerca de la ciudad de Sheij Zuwaid. Otros cuatro soldados resultaron heridos en esta acción. Hace dos semanas el gaseoducto que transporta gas natural egipcio hacia Jordania fue objeto de un atentado y ha dejado de funcionar desde entonces.
Los grupos armados han detenido el tráfico hacia la terminal de Nitzana, en la frontera con la Palestina ocupada, hacia la base de observadores militares multinacionales de Al Gora, situada cerca de El Arish, y hacia la gran factoría de cemento construida por el Ejército en El Arish, que es la principal fuente de empleo de la región.
Fuentes de seguridad declararon a As Safir que “los takfiris utilizan en sus ataques ametralladoras y lanzagranadas” mientras que helicópteros del Ejército han participado en los enfrentamientos para perseguir a los insurgentes”.
Según los servicios de información, unos 25 grupos extremistas están activos en el Sinaí y disponen de bases y de campos de entrenamiento. Un informe de la ONU, publicado en marzo, revela que el Sinaí se ha convertido en uno de los principales focos del contrabando de armas hacia los extremistas en Siria y otras regiones del mundo árabe. Las armas provienen, sobre todo, de Libia, donde operan numerosos grupos extremistas con libertad desde que una operación de la OTAN derrocó al régimen de Muammar Gaddafi.
El experto en el Sinaí Mustafa al Atras dijo a Al Safir que los atentados contra el Ejército y la Policía mostraban “el deterioro evidente de la seguridad en el Sinaí.” Él rechazó que partidos egipcios, concretamente los Hermanos Musulmanes, estén implicados en estas acciones, pero señaló que hay un vínculo entre la escalada de los ataques y la marginación forzada de los Hermanos Musulmanes tras la caída de Mohammed Mursi.
Él señaló que “el aparato de seguridad en el Sinaí es extremadamente débil” y se preguntó por qué “los dirigentes de la seguridad y el gobernador del Norte del Sinaí conservan sus cargos a pesar de la existencia de cerca de 70 muertos y más de 150 heridos entre oficiales del Ejército y la Policía y residentes locales desde el 30 de Junio”.
Aunque las fuerzas militares egipcias han prometido una ofensiva, hasta el momento las tropas se han limitado a retirarse hacia campamentos fortificados y enviar a algunos helicópteros Apache en misiones de observación.
La preocupación de los militares es que la violencia se extienda hacia otras partes de Egipto, como el Canal de Suez y las principales ciudades del país. El 24 de Julio, una bomba situada al lado de la carretera -una de las tácticas características de la insurgencia en Iraq y Afganistán- hizo explosión al paso de un vehículo en la ciudad de Mansura, sobre el Delta del Nilo, matando a una persona e hiriendo a otras 17.