Según diversas fuentes, los obispos greco-ortodoxos de Alepo, Yussef Yazigi, y el siriaco-ortodoxo de la misma ciudad, Yuhanna Ibrahim, habrían sido asesinados a finales de mayo...

Según diversas fuentes, los obispos greco-ortodoxos de Alepo, Yussef Yazigi, y el siriaco-ortodoxo de la misma ciudad, Yuhanna Ibrahim, habrían sido asesinados a finales de mayo, un mes más tarde de su secuestro en la mayor ciudad del norte de Siria.

Estas informaciones provienen de fuentes de los servicios de seguridad árabes así como de los servicios de inteligencia turcos. Asimismo, medios de la oposición siria afirmaron que los secuestradores ejecutaron a uno de los dos obispos varios días después de su secuestro, mientras que el segundo prelado fue muerto en el transcurso del mes de mayo.

Fuentes de seguridad árabes dijeron que en una reunión con funcionarios de la inteligencia turca, hace dos meses, que estuvo dedicada al tema de los nueve rehenes libaneses en Siria, se planteó una pregunta sobre el destino de los dos obispos. La respuesta sucinta de los turcos fue: “Los mataron.”

En los últimos tiempos, el debate sobre el destino de los dos prelados se ha exacerbado hasta el punto de que el Ministerio de Asuntos Exteriores turco se vio obligado a negar su presencia siobre el terreno en Turquía. Esta negativa se produjo después de una carta publicada la semana pasada por el Patriarcado sirio en Damasco, pidiendo a todas las partes interesadas que aclararen su posición sobre la cuestión de los dos obispos.

Todos los ojos están puestos en los servicios de inteligencia turcos, ya que ellos disponen de una información privilegiada acerca de todos los secuestros que se producen a pocos kilómetros de la frontera turca, desde la que se infiltran combatientes y armas a los terroristas sirios.

Turquía ostenta además una gran influencia sobre los grupos armados que actúan en Siria, lo que ha llevado a muchos a pensar que el gobierno turco es directamente responsable de las acciones de aquellos.

Las informaciones recogidas indican que los dos obispos fueron secuestrados por el grupo denominado “Los partidarios del Califato", dirigido por Abu Omar el Kuwaití, que lidera un grupo de muhayirin (combatientes extranjeros), compuesto principalmente por 200 chechenos.