El sangriento asalto contra los campamentos de manifestantes de El Cairo que reclamaban el retorno del presidente destituido Mohammed Mursi causó el miércoles 464 muertos, incluyendo 421 civiles, y 3572 heridos.
El sangriento asalto contra los campamentos de manifestantes de El Cairo que reclamaban el retorno del presidente destituido Mohammed Mursi causó el miércoles 464 muertos, incluyendo 421 civiles, y 3572 heridos, una inmensa mayoría de ellos civiles, según un nuevo balance oficial dado a conocer el miércoles. El Ministerio de Defensa habla de la muerte de 43 policías. Se trataría así de la jornada más sangrienta de la historia reciente de Egipto.
Los Hermanos Musulmanes, por su parte, han hablado de 2.200 muertos y más de 10.000 heridos.
Entretanto, los egipcios comenzaron el jueves a volver tímidamente a las calles. Durante la noche no se produjeron incidentes y el tráfico se reanudó por la mañana en El Cairo, aunque muy lejos de la agitación habitual en la ciudad.
Por su parte, los Hermanos Musulmanes, la influyente cofradía a la que pertenece al ex presidente Mohammed Mursi, han hecho un llamamiento para mantener la movilización, lo cual hace temer que se produzca una nueva ola de violencia en el país.
Las autoridades interinas, instaladas por los militares tras el arresto y derrocamiento del ex jefe del Estado el día 3 de Julio, dijeron que no tolerarían ninguna nueva sentada o nuevos actos de violencia tras haber saludado “la contención” de la policía.
Como prueba de su determinación, las imágenes aéreas han mostrado la ciudad de tiendas de los manifestantes pro-Mursi en la Plaza de Rabaa al Adawiya incendiada, una escena impresionante y totalmente inédita en la capital egipcia.
El jueves por la mañana, la Mezquita de Rabaa, epicentro de la contestación y cuartel general de los últimos dirigentes de los Hermanos Musulmanes que no han sido arrestados por las autoridades, resultó en gran parte incendiada.
Sin embargo, la intervención de las fuerzas del orden ha suscitado la indignación en todo el mundo, especialmente dado que se produjeron intentos de mediación para evitar ese baño de sangre. Las reacciones fueron desde la calificación como “masacre” de estos hechos a la de “lamentable”.
Incluso en Egipto, algunas figuras que apoyaron el golpe militar que derrocó a Mursi han buscado distanciarse de la operación.
El vicepresidente Mohammed ElBaradei, que había apoyado con cautela el golpe, ha dimitido al “negarse a asumir las consecuencias de decisiones con las cuales él no estuvo de acuerdo”.
Junto a él, el Imam de Al Azhar, la más alta institución del Islam sunní, condenó también la violencia explicando que no tuvo conocimiento de los métodos que las fuerzas de seguridad iban a emplear.
Sin embargo, la prensa, en su mayoría fiel al Ejército, saludó “el fin de la pesadilla de los Hermanos Musulmanes” (Al Ajbar). El periódico Al Shuruq evocó “la última batalla de los Hermanos” al lado de una foto que mostraba a manifestantes armados.
Antes de la jornada del miércoles la violencia entre partidarios y detractores de Mursi y entre los primeros y las fuerzas de seguridad se cobró la cifra de 250 muertos desde finales de Junio.
Por otro lado y al día siguiente del ataque a los campamentos, las autoridades han anunciado el cierre del paso fronterizo con Gaza durante una duración indeterminada.