El primer ministro británico, David Cameron, ha congelado sus planes para un ataque militar contra Siria tras sufrir fuertes presiones a nivel interno e internacional.
El primer ministro británico, David Cameron, ha congelado sus planes para un ataque militar contra Siria tras sufrir fuertes presiones a nivel interno e internacional.
Cameron reconoció el miércoles que no tenía ninguna esperanza de lograr un apoyo en la Cámara de los Comunes el jueves para una operación militar británica contra Siria.
Los esfuerzos del gobierno británico en los pasados días para obtener un apoyo a una intervención militar en Siria fueron recibidos con rechazo por los diputados de los principales partidos.
Protestas similares a las que se opusieron a la guerra de Iraq en 2003 han sido también oídas en esta ocasión en contra de los planes de Cameron para apoyar un ataque contra Siria.
Las organizaciones anti-guerra han expresado también su oposición a un eventual ataque contra Siria.
“Sólo el 9% de los británicos cree que atacar a Siria es una buena idea. La amplia mayoría se opone. Si yo fuera diputado estaría preocupado por esas cifras”, dijo John Rees de la Coalición Stop the War.
La retirada británica de los planes bélicos deja a EEUU solo en su intención de atacar a Siria. Sin embargo, este hecho podría influir en los planes de Washington, que no desea soportar en solitario el peso de la indignación mundial contra su agresión contra Siria.